¡De-evaluación!

El Tintero (Re-cargado).

EDUARDO VALENCIA BARRERA*.

¿En serio, en serio, está el horno para bollos? Así­ como para hasta hacer un evento y dizque evaluar al gabinete gubernamental, ¡pooor favooor! Considero que no es el tipo de acciones de gobierno para que la gente se percate si hay, o no, avance en la “administración de” Miguelito.

La verdad es que no es con simulación como la entidad saldrá del atraso en que se encuentra. ¿En verdad a alguien le importa que le pongan un 10, 8 ó 0 a un tipo que fue impuesto por algún grupo, cuando en los hechos se ve que el campo, la educación, la salud, el deporte, la comunicación, la seguridad (y un largo etc.) están patas pa´rriba?

La evaluación que hace la gente de los colaboradores y del propio Miguelito es a diario. No basta una foto pagada o una nota benevolente para ver que traen hecho bolas el engrudo o, bueno, que no le encuentran la cuadratura al cí­rculo.

Sí­, es a diario y no sólo preguntándole al espejo. Alguna pensadora expresó: “Ya dije que lo que corresponde es que un gobernante esté donde tiene qué estar, (…) no calculando cosas de otro tipo, voy a estar porque es necesario que los gobernantes estemos donde están los problemas, donde la gente está sufriendo”.

Así­ es que no es ni será con ocurrencias, ignorancia e improvisación como se logre una verdadera evaluación del gobierno. Que, a final de cuentas, resultó mero circo mediático. Es fundamental que un ejercicio serio de calificación se cruce con la evaluación social.

Lo cierto es que no se han cumplido las expectativas. ¿Qué es temprano? Miguelito lo prometió en campaña, ¿tons? Resulta que nadie salió, pero, ah, cómo han entrado, engrosando una nómina de por sí­ obesa.

Lo peor es que en todas las dependencias tienen sentado a un ejército de gente sin hacer nada. Sí­, mucho genio aplastado porque “los nuevos” no los pelan. Tampoco se trata de tener a la gente haciendo horas nalga en las oficinas, ¿o sí­?

De ahí­ que en todos los órdenes falta compromiso social. Y ya lo dijo el filósofo: “Estábanos mejor, cuando estábanos pior”.

O que digan si para la dichosa evaluación hubo llamado a los sectores productivos. ¿Quién calificó al gabinete, pues? ¡Patrañas! A la gente no se le engaña, si quedó bien curtida con Amalia.

O si creen que porque volvió el anquilosado PRI al gobierno iban a surtir de nuevo las jarras con atole para darlo con el dedo, ¡pues niguas!

Mí­nimo se hubiese esperado que, aparejado con el acto de “evaluación”, se diera un profundo análisis del trabajo gubernamental y, claro, preparar los futuros planes y programas a ejecutarse.

La agenda de trabajo debió contemplar afinar el desempeño de las distintas áreas en las tareas de la gestión gubernamental y no un mero choro mareador.

Unas horas después, el gabinete ampliado -con minúsculas- se debió reunir para hacer una evaluación profunda y pública de lo que se ha venido trabajando hasta el momento y, además, realizar aportes y preparar propuestas, planes para las actividades que el gobierno realizará en el futuro.

Esto es, protagonizar una «feria» informativa para mostrar y «socializar» el trabajo de realizado; evaluar y afinar los planes, proyectos, programas del área polí­tica, económica y social que se realizan. Si es que se realizan.

Empero, Miguelito anunció una nueva evaluación del gabinete, pero ahora por un organismo de prestigio internacional. ¡No la chiflen que es cantada! A poco no se ha dado cuenta quién funciona y quién no. ¿Necesita que otros se lo digan? Bueno, ya entendí­.

Lo bueno es que reconoció que aún falta mucho para alcanzar la satisfacción ciudadana. Ufff, ya me habí­a preocupado.

Además, para qué ir tan lejos o caer en el sí­ndrome Amalia de gastar por gastar; de adornar de más el pastel y, claro, caer en la frivolidad. ¡Ups!

Si dicen los expertos que “para el proceso de evaluación de los colaboradores pueden utilizarse varios sistemas o métodos del desempeño o estructurar cada uno de éstos en un método de evaluación adecuado al tipo y a las caracterí­sticas de los evaluados”. Cuánta evaluación… ¿o será devaluación?

Con manzanitas: Esta adecuación es de importancia para la obtención de resultados. La evaluación del personal es un método, una herramienta y no un fin en sí­ mismo. ¿Quiubo? Ya ven, mucho ruido…

Es un medio para obtener datos e información que puedan registrarse, procesarse y canalizarse para mejorar el desempeño humano en las organizaciones. En el fondo, la evaluación del desempeño sólo es un buen sistema de comunicaciones que actúa en sentido horizontal y vertical.

A ver: Los principales métodos de evaluación de colaboradores son: Métodos de las escalas gráficas; método de elección forzada; método de investigación de campo; método de incidentes gráficos y método de comparación de pares. Se los explicarí­a, pero pues que desquiten su sueldo los señoritingos del (des)gobierno.

Bueno, más fácil y para que no gasten en organismo internacionales, juar, juar, juar, ¡chale! Los factores de evaluación del desempeño se centran en una serie de interrogantes, entre las que destacan:

¿Tiene suficiente grado de escolaridad para el desempeño del cargo? ¿Usualmente es alegre y sonriente? ¿Tiene experiencia en el servicio que está ejecutando? ¿Es contrario a las modificaciones y no se interesa por nuevas ideas?

¿Conoce información y procesos de producción que no deben conocer terceros? ¿Desarrolla un trabajo complejo, prestando mucha atención a las instrucciones recibidas? ¿Demuestra atracción por el sexo opuesto?

¿Tiene interés en aprender cosas nuevas? ¿Su trabajo no exige más grado de escolaridad? ¿Puede, por sí­ solo, planear, ejecutar, controlar sus tareas? ¿Su apariencia es buena y agradable al trato general?

¿Demuestra concentración mental en el trabajo? ¿Presta atención a las condiciones de trabajo, sobre todo, al orden? ¿El resultado del trabajo presenta errores y no es satisfactorio? ¿Un curso de especialización es recomendable para su progreso en el trabajo?

¿Es descuidado en su presentación personal y en el vestir? ¿Cuida de sí­ mismo y de sus compañeros durante el trabajo? ¿Podrí­a tener mayores conocimientos de los trabajos para rendir más? ¿Vigila cuidadosamente el desempeño de las máquinas con que trabaja?

¿No se desgasta en la ejecución de las tareas? ¿Su producción es encomiable? Aunque siempre cumple la misma función, ¿no se incomoda con la repetición? ¿Tiene fama de no llevar nunca dinero en el bolsillo?

Contéstelo usted mismo, incluido Miguelito, y así­ le ahorrará miles de dólares al pueblo.

*Comunicólogo.

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