MUZATUL: INNOVANDO SOBRE LA TRADICIӓN

“Mucha gente dice que en México no hay trabajo. Trabajo sí­ hay, pero hay que echarle ganas”, afirma Diego sobre la necesidad de cruzar ilegalmente a los Estados Unidos, sentado en una silla de muestra en la Feria Nacional Zacatecas. A unas dos horas de ahí­, en el municipio de Rí­o Grande, sus dos hermanos mayores también recuerdan que irse al otro lado no fue nada fácil. En viajes distintos tuvieron que atravesar el Rí­o Bravo sobre cámaras de llantas y luego caminar por el desierto, arriesgándose durante semanas a ser deportados o, peor todaví­a, a morir en el intento: “Muchos de los que conocí­ ya nunca regresaron”, cuenta el menor de ellos, mientras espera a que surja algún comprador de entre las personas que visitan la feria.

En un estado que a lo largo de muchas décadas expulsó a más de la mitad de su población, estos jóvenes regresaron a ganarse el pan sin descuidar la naturaleza. Liderados por Valentí­n, de 27 años, los hermanos Canales prefirieron armar un pequeño negocio que rescatara las tradiciones de sus abuelos, con tal de estar cerca de la familia y de su pueblo, sin vivir a salto de mata en otro paí­s: “No sabes cómo es hasta que lo vives”, dice Alejandro, de 26 años, sobre su experiencia en el vecino del norte.

De las veinte o treinta familias que se dedicaban a la fabricación de sillas tejidas con tule, en el pueblo quedan sólo cuatro, ya que el plástico fue ganando terreno por su bajo costo. Además de eso, se trata de un trabajo que pocos quieren realizar en la actualidad. “No cualquiera quiere hacerlo; es pesado y se trata de un proceso curioso. Si remojas demasiado el tule, se rompe; si no lo remojas lo suficiente, te cortas”, explica Diego sobre este junco que crece en las zonas lacustres.

La idea de retomar el oficio que los Canales ejercí­an desde hace cuatro generaciones se le ocurrió a Valentí­n, el mayor, cuando entró a comer a un restaurante en Little Rock, Arkansas. En el lugar encontró unas sillas como las que fabricaban sus antepasados y pensó “De aquí­ somos”. El deseo de volver a Rí­o Grande para fabricar sillas y exportarlas le vino enseguida.

Muebles Zacatecanos de Tule (Muzatul), como nombraron esta empresa, está conformada por los tres hermanos y sus padres pero además emplea a otras cinco personas. En ella se mezclan la mano de obra artesanal con procesos industriales; los diseños heredados, con innovaciones que permitan competir a nivel nacional y, pronto, también en el extranjero. La familia Canales busca exportar con el impulso de la Comisión Nacional Forestal, sobre todo a los Estados Unidos, si bien algunos de sus productos han ido a parar a Roma, donde lo folclórico de los muebles lleva a algunos italianos a tratar de comprarlos y a su actual dueño a no hacerlo, por aquello de la nostalgia.

Lo más destacable es que esta pequeña empresa utiliza, como materia prima, la madera que se obtiene de podar los álamos que crecen en la ribera de un rí­o, álamos plantados hace mucho tiempo para elaborar las vigas de los techos. Cuando comenzó a utilizarse más el concreto, estos árboles quedaron en el olvido, a merced de las plagas y de la muerte, que los Canales previenen cuidadosamente con su labor, propiciando con ello la retención de suelos y evitando la erosión, entre muchos otros beneficios.

Su responsabilidad les valió ser nominados al Premio Nacional al Mérito Forestal 2011. Valentí­n sabe que compiten contra candidatos muy fuertes, con muchos años de trabajo, así­ que prefiere concentrar sus esfuerzos en la próxima ExpoForestal, donde espera conseguir los contactos que ayuden a expandir el negocio familiar.

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