¿QUí‰ PASí“ EN EL PRI?

Análisis Polí­tico

Por: Gabriel Contreras Velázquez

La unidad que habí­a presumido el Partido Revolucionario Institucional en su “Compromiso por México”, vivió un fuerte revés este fin de semana, cuando inesperadamente, las intensas y frágiles negociaciones para distribuir las senadurí­as en el paí­s, permitieron la separación del Partido Nueva Alianza.

El Partido Verde Ecologista, fue el único que se mantuvo al margen de las tensiones, evitando generar mayor conflicto en un proceso que está reacomodando las fuerzas polí­ticas hacia el 2012. No por ello podemos asegurar que el Verde Ecologista salga bien librado de este movimiento en la estructura de candidatos, sin embargo no perderá sus privilegios y la oportunidad de asegurar su registro nuevamente.

Las senadurí­as son uno de los puestos privilegiados en las elecciones federales de cada 6 años, y después de las gubernaturas, son los espacios de mayor linaje en nuestro sistema polí­tico.

Las condiciones para la coyuntura del viernes pasado comienzan a tomar forma en 2011, cuando Humberto Moreira abrió las puertas del PRI al PVEM y PANAL y, sin conquistar primero toda la estructura prIÓ­sta, comenzó a distribuir las senadurí­as a puños llenos.

Recordemos que Moreira llega a la dirigencia del PRI, gracias a los acuerdos establecidos entre Manlio Fabio Beltrones y Enrique Peña Nieto, cuando competí­an por la candidatura presidencial de dicho instituto. Beltrones dejó la Secretarí­a en manos de Cristina Dí­az Salazar, lo que permitirí­a un seguimiento puntual y cercano a las decisiones, convenios y acciones que se desarrollan en el partido a nivel nacional.

Bajo las presiones que se desarrollaron por parte del PAN, en contra de Moreira, dada la megadeuda injustificada al estado de Coahuila, el PRI toma una decisión tardí­a de cambiar la presidencia de su partido. Es entonces cuando entra Cristina Dí­az como presidenta interina, hasta que se lograra el relevo con Pedro Joaquí­n Coldwell, el ex gobernador y ex senador de Quintana Roo.

Pedro Joaquí­n Coldwell habí­a actuado con la forma institucional de negociación, a comparación de su antecesor Humberto Moreira – la puerta de entrada de Elba Esther al PRI, después de su naufragio panista-, el cual dispuso de lo necesario para que Peña Nieto ganara la mayorí­a de espacios posibles (con el apoyo de diputados, senadores y gobernadores) en el partido y fuera de él. Entre esas formas mañaneras de Moreira, la alianza del PRI con el PANAL y PVEM, se forjó.

Sin embargo, todo viví­a bajo un frágil y quebradizo equilibrio. Elba Esther Gordillo, jefa del PANAL a nivel municipal, estatal, nacional e internacional, habrí­a maniobrado con un margen de mayor movilidad, ya que con Moreira siempre mantuvo una relación cercana y de apoyo. Incluso se llegó a comentar sobre supuestas llamadas telefónicas, donde Gordillo le pedí­a a Humberto hacer lo posible por evitar que Beltrones siguiera avanzando en su candidatura al PRI, si lograba esto, Moreira serí­a el caballo negro de la “maestra” hacia la presidencia en ese partido frente al mismo Peña Nieto. La lealtad del ex presidente del PRI no fue precisamente con el muchacho de Atlacomulco, sino con “la vitalicia”.

No fue así­ cuando sube Joaquí­n Coldwell como representante de la cúpula prIÓ­sta. Es entonces cuando las grietas comenzaron a abrirse fuertemente para la “maestra”. Coldwell fue el fiel de la balanza, y la válvula de presión constante. Siempre mantuvo contacto con Beatriz Paredes, Manlio Fabio Beltrones y Enrique Peña Nieto -las cartas duras del prIÓ­smo-. Todo lo contrario de Humberto Moreira. Muestra de ello fue la incorporación de Silvana Beltrones Rivera, hija del Senador Manlio Fabio, como Secretaria Adjunta de la Presidencia del CEN del tricolor –nuevamente un espacio polí­tico importante para el senador-.

Las tensiones comenzaron a resquebrajar la estructura -esa que siempre quisieron mostrar hí­percohesionada- en las negociaciones de las gubernaturas de Chiapas, Guanajuato, Morelos y Tabasco. Esta última fue la que dio al traste con los amarres a medias que se habí­an enlazado con Moreira. La “maestra” Gordillo amagó con romper equilibrios a través de rabietas si Jesús Alí­ de la Torre no se ungí­a como candidato a la gubernatura tabasqueña.

El viernes 21 de Enero, con todas las encuestas a su favor, el aspirante al gobierno de Tabasco, Luis Felipe Graham, fue bajado de la contienda. El delfí­n del gobernador Andrés Granier Melo (cercano al senador Beltrones) fue bloqueado por Elba Esther. Esa vieja rendija entre la “maestra” y Manlio Fabio, fue la que le regaló la candidatura a Jesús Alí­ de la Torre, representante de Peña Nieto y del SNTE en Tabasco. La mano de la dirigente sindical es la que generó toda la ruptura.

Las mismas presiones comenzaron a pulsar fuertemente en Chiapas y Sinaloa, donde las candidaturas al senado fueron reservadas para Monica Arriola Gordillo, hija de la “maestra”, en la ciudad sureña, y Fernando González, yerno de “la vitalicia”, en tierras mazatlecas. Imposiciones que generaron la reacción inmediata de la militancia prIÓ­sta en aquellos estados.

Hace unos dí­as, Enrique Peña Nieto tuvo que suspender una visita que tení­a programada al estado de Sinaloa, debido a que el prIÓ­smo local preparaba una bienvenida rí­spida a las tierras de dirigentes polí­ticos como Juan Millán y Francisco Labastida (ajenos al peñismo). Lo mismo sucedí­a en Chiapas, con la ruptura de la senadora Marí­a Elena Orantes (identificada también con Beltrones), donde el equipo de Peña Nieto, en la figura de Moreira, habí­a regalado la candidatura al gobierno al legislador verde Manuel Velasco, y la fórmula al senado a la otra Gordillo.

Hoy, para la “maestra” se han barajado varias opciones. Las condiciones son bastante complejas, puesto que los demás partidos ya están desarrollando los acuerdos que construyeron desde 2011. En la izquierda, el mismo discurso del partido le ha hecho casi imposible su llegada, a menos que el pragmatismo los seduzca. Con el PRI se habla de una fractura irreversible, sin embargo, por debajo de la mesa, Elba Esther seguirá los enroques a la Cámara Baja; ella mismo dio esa posibilidad el sábado anterior.

Si regresa con el PAN, apoyarí­a a Cordero. Un escenario por demás llamativo. Negociarí­a con Calderón algunas posiciones, y el Presidente habrí­a de jugar con su estructura. Una vez pagadas las cuotas Calderón seguirí­a con el golpe de mando que dejó a medias el año pasado, cuando por ví­a del mismo sindicato intentó descabezar a “la vitalicia” de su puesto. Dato trascendente: en marzo termina la toma de nota con que impunemente “la maestra” sigue al mando. ¿Fecha llamativa para repartirse el botí­n entre los partidos?

¿Y en Zacatecas?

Al PRI nacional llegaron los nombres de la lista para ocupar la candidatura a Senador, con el objetivo de que fuera palomeado alguno de ellos desde la Ciudad de México. Estos sólo fueron tres: Pedro de León Mojarro (bloqueado por su pasado perredista), Arturo Nahle y Juan Carlos Lozano Martí­nez. Todo iba bien para Simón Pedro, hasta la caí­da de Moreira. Se decí­a que Pedro mantuvo una relación cercana con Humberto, en especial en los últimos meses de 2011.

Lamentablemente confió demasiado en el carisma del ex presidente, el cual seguramente le habrí­a prometido las perlas de la corona. Tal vez la amistad existí­a, más no la relación polí­tica, porque no olvidemos que por las manos de Humberto Moreira pasó la Convocatoria del PRI para senadores -esa que hoy hace que Pedro quede fuera de la contienda.

La primera fórmula al Senado la ocupó Carlos Puente el dí­a Lunes. Después de vivir un ambiente de especulaciones sobre su incorporación como diputado o como senador por el Verde Ecologista, la semana pasada salió a defender la posición que tanto codició desde su salida de la Secretarí­a de Turismo. No le favoreció mucho mantener una actitud sumisa con las decisiones que se tomaban desde Plaza de Armas, ya que no hizo valer su condición de “presidente de partido”, y prefirió mantener en armoní­a las negociaciones con el alonsismo. Eso provocó que su nombre se barajara en distintos espacios, dejando incluso duda de la probabilidad de no llegar al Senado y quedarse en San Lázaro. Al parecer en los dí­as pasados por fin marcó una lí­nea férrea de acción.

Por último, el lunes, en un periódico local, se propuso la idea de que al reunirse Ricardo Monreal (coordinador de campaña de los partidos de izquierda) en la casa del gobernador prIÓ­sta Carlos Lozano de la Torre, cometí­a éste traición a Peña Nieto. Al parecer la lectura no es del todo exacta, puesto que si recordamos que Lozano de la Torre llegó a la gubernatura de Aguascalientes desde el Senado de la República, y de la mano de Manlio Fabio Beltrones, entonces lo que tenemos es un indicador claro (y que se tiene que pensar contrariamente a la supuesta unidad prIÓ­sta) de que la batalla presidencial también tiene un cuarto de guerra en la Cámara Alta del paí­s, donde se están tejiendo otra serie de acuerdos no muy favorables a Peña Nieto.

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