INSEGURIDAD. MIRARLA CON NUEVOS OJOS.

Análisis Polí­tico

Por: Gabriel Contreras Velázquez / MIRADOR

La realidad a la que nos enfrentamos todos los dí­as es compleja, y no se ajusta fácilmente a los conceptos que conocemos para poder explicarla. De hecho sucede todo lo contrario, los conceptos tendrí­an que abrirse al fenómeno, para poder darle un nombre nuevo. En el siglo XX dichos conceptos prevalecieron como definiciones cerradas y cuasi exactas, que pertenecí­an a un espacio y tiempo determinados históricamente, lo que en sí­ ya les restaba su presunción de infalibilidad.

Hoy, sin embargo, la complejidad social en la que estamos inmersos, y que perseguimos y buscamos explicar los que estudiamos las ciencias sociales (en lo personal como politólogo), exigen construir nuevas definiciones para aquello que rebasa los conceptos caducos o inmóviles, con los que intentamos entender lo que pasa frente a nuestros ojos.

Era el dí­a 1° de Marzo de 2012, alrededor de las 10:40 horas en la capital zacatecana. Un carro tipo sedán, detenido temporalmente en un crucero por la luz roja del semáforo fue abordado por una camioneta. De uno de los vidrios de la puerta trasera de la furgoneta se asoma un tripulante y realiza alrededor de 5 o 6 disparos, que interrumpen la vida del conductor de aquel automóvil esperando la luz verde.

Horas más tarde, en un comunicado oficial del Gobierno del Estado nos enteramos que el conductor ya fallecido pertenecí­a a la Policí­a Estatal Preventiva. El comandante Rosendo Pérez Pérez fue ultimado en su dí­a de descanso, ese mismo en que cumplí­a 55 años, a unos metros de una escuela llena de jóvenes, las instalaciones de la policí­a municipal y la sede estatal del PRI.

Al ocaso, entre las 6:30 de la tarde, aquel crucero lucí­a tal como luce cualquier otro dí­a. El traga fuegos hace lo suyo mientras la luz roja se lo permite, algunos automovilistas miran al tráfico, otros hacia el malabarista, unos más hablan por teléfono y otros tantos fijan la mirada en algún punto del horizonte. Parece como si nadie supiera o siquiera se imaginara lo que ahí­ habí­a sucedido horas antes… Los sí­mbolos y los lugares le dan al fenómeno un cierto acento grávido.

Al dí­a siguiente, el procurador Arturo Nahle declara que hay lí­neas de investigación especí­ficas que se dibujan hasta una de las corporaciones policiacas que trabajan por nuestra seguridad, y a la que pertenecí­a el finado comandante. No descarta la posibilidad de que uno de los policí­as “pudo haber colaborado con la delincuencia o con el asesino; alguien que tení­a información de adentro de la corporación.”

Los ministeriales saben que el “trabajo” fue “limpio”. Cinco o seis disparos propinados de manera tal que dejaron sin vida inmediatamente al comandante Rosendo. Todos ellos en el área de la cabeza. Ni un casquillo en el suelo. Ni un impacto en todo el auto, sólo los vidrios de la ventana del copiloto esparcidos en el suelo. El tirador goza de experiencia y entrenamiento constante, no hay duda para los peritos que auscultan la escena del crimen.

Los hechos comienzan a tomar forma. Al principio de la administración del Gobernador Alonso Reyes, y dentro del Plan Estatal de Desarrollo se habí­a propuesto al igual que en todo el paí­s, una “depuración” de los cuerpos policiacos. Desde los que operan en los municipios, hasta los estatales. Millones de pesos del erario público se han utilizado para la titánica tarea.

Hace dos años las cosas eran apenas visibles en la capital del Estado. Poco a poco comenzaron a perfilar un escenario más complicado para el ciudadano de a pie. Las policí­as tomaron las primeras planas de algunos periódicos, donde se subrayaba su franca colaboración con grupos y redes de la delincuencia organizada. Como resultado, la depuración policial se convirtió en la carta de presentación del gobierno en turno, y en el centro de cualquier decisión futura en materia de seguridad pública.

Resulta difí­cil y peligroso para las autoridades, aceptar con cabalidad que el crimen organizado es una red de poder alterna al poder del Estado mismo; pero la realidad ya no permite claroscuros. La delincuencia organizada hace algunos años que dejó de nutrirse exclusivamente del tráfico de drogas. Ahora entre sus “fuentes de ingreso” se encuentra la extorsión, el robo, el secuestro y otros delitos del fuero común. Del fuero federal tres son clave: tráfico de armas, corrupción y lavado de dinero.

Hace dos siglos, la sociologí­a definió al Estado como la institución que asume el monopolio legí­timo de la violencia. Para ello delegó en la policí­a uno de los brazos armados que permití­a la contención legí­tima de la violencia.

Sin embargo, la muerte del general Rosendo y del general Alfonso Carmona del Muro (en menos de un año), así­ como las condiciones que lo rodean, superaron conceptualmente esas dos ideas y respaldan ya una definición nueva: las policí­as son actualmente un espacio de poder del Estado (tarea de vigilancia y salvaguarda), que aprovecha el crimen organizado para fortalecer sus redes de poder (filtración de información y posicionamiento a favor de uno u otro bando de los criminales).

A toda acción… múltiples reacciones.

No lo olvidemos. Las condiciones con que se distendió la disputa entre Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard (éste último seguramente en la molestia total de escuchar las declaraciones de AMLO acerca de su cansancio) fueron bajo un acuerdo central: el tabasqueño irí­a de candidato, y el control del partido quedarí­a en manos del jefe de gobierno capitalino.

Las repercusiones llegaron inmediatamente a Zacatecas, y en estos dí­as hemos podido presenciar las grietas de la coalición de izquierda hacia el 2012. Los participantes que buscan obtener candidaturas, al final del dí­a son sólo representantes de las “corrientes” al interior del partido, siendo que la hegemoní­a de posiciones queda en manos de Jesús Ortega, René Bejarano y Dolores Padierna (tal cual su “democracia” partidista). ¿Marcelo en verdad controla el partido? Alguna influencia tiene el DIA en esta disputa agreste por posiciones, y es que puede amortiguar –todaví­a- las negociaciones, antes que la izquierda vuelva a incurrir en su error permanente: la fractura.

Mientras, en la casa del Verde Ecologista zacatecano estrenan coordinador. El senador Tomás Torres no ha terminado de desempacar cuando ya hizo uso de su oficio polí­tico. En conferencia de prensa presentó la adhesión de Ví­ctor Armas Zagoya a la coalición Compromiso por México.

Actualmente esta coalición tiene ya dos operadores, cuya pericia –colmillo- en operación electoral (con el adjetivo que a usted más le guste, hay desde el “mapachismo” hasta el “chuchinero”) es más que probada. Simón Pedro de León, autor intelectual de la SEPLADER (y aquel que siempre habla de sondeos sin referir sus fuentes), y Ví­ctor Armas (alumno probado en SEPLADER), están al frente de una dura encomienda para los tricolores zacatecanos: obtener una cantidad insospechada de votos “a como dé lugar”.

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