ZACATECANOS VISITAN CASO MICHOACANO EJEMPLAR EN SEMINARIO DE COMUNIDAD A COMUNIDAD

Impulsados por la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), integrantes de la comunidad Tlaltenango, Tocatic y Cicacalco, del municipio de Tlaltenango de Sánchez Román, realizaron una visita a la Comunidad Indí­gena de Nuevo San Juan Parangaricutiro, en el estado de Michoacán.

El principal objetivo de este encuentro fue que los comuneros de Tlaltenango pudieran conocer y observar de primera mano lo que esta comunidad de Michoacán ha logrado, desde la organización en un inicio y a lo largo de los años para alcanzar el grado de desarrollo que ahora tienen, que se motiven y vean que pueden replicar esta experiencia en un caso similar o mejor. Además, se buscó establecer un ví­nculo entre las dos comunidades para propiciar la retroalimentación permanente en materia forestal y en silvicultura comunitaria.

Con acciones como ésta se espera impulsar el desarrollo de las comunidades zacatacenas para que puedan vivir del aprovechamiento sustentable de sus bosques, integrando las actividades agropecuarias sin dañar el entorno.

Acompañados por personal de CONAFOR, de las presidencias municipales de Tlaltenango y Apozol, además de tres ejidatarios de Benito Juárez, en este último municipio, los comuneros de Tlaltenango tuvieron la oportunidad de conocer un caso de éxito, en el que se vive del desarrollo forestal sustentable y donde existe un equilibrio entre lo económico, lo ambiental y lo social.

Durante la visita se mostró todo el proceso de la actividad forestal, desde la selección de semillas hasta la fabricación de muebles finos. Se abordaron temas como el proceso de reforestación y regeneración del bosque, separación, limpieza, secado, clasificación, y tratamiento de las semillas con fungicidas e insecticidas, producción de planta en vivero, preparación del terreno para la plantación, plantación (métodos), trazo, apertura y mantenimiento de caminos y brechas, derribo, troceo, extracción, carga, transporte y descarga, aprovechamiento de resina, aserrí­o y secado de la madera, entre muchos otros.

Además, se hicieron recorridos por las instalaciones y equipo que, gracias a un alto grado de organización, la comunidad michoacana ha ido adquiriendo, construyendo y ampliando, como los viveros, aserradero, estufas de secado y la fábrica donde se producen muebles que posteriormente son vendidos a una lujosa tienda departamental.

Nuevo San Juan es una comunidad indí­gena que pertenece a la cultura purépecha, con una superficie de 18 mil 138 hectareas, a unos kilómetros del Paricutí­n, donde se ubicaba originalmente el pueblo antes de ser destruido por la erupción del volcán en 1943. Los comuneros aprovechan el bosque de manera ordenada desde 1979, luego de que la explotación estuviera en manos extranjeras por varios años, y en 1984 obtuvieron el Premio Nacional al Mérito Forestal.

Este grupo de michoacanos comenzó sin capital ni equipo, pero ahora cuenta con una sólida organización, oficinas propias y trabajo de sobra, literalmente, ya que al año generan mil empleos directos, 500 indirectos y 300 temporales, cuando son 1254 comuneros en el padrón.

Además, todos los ingenieros técnicos forestales, biólogos, abogados del área jurí­dica, contadores y demás profesionistas que trabajan en esta empresa social son originarios del mismo pueblo indí­gena, hijos de comuneros, quienes estudiaron el nivel superior gracias al impulso de la organización.

En este lugar prácticamente todo es aprovechado y, una vez pagados los salarios, las utilidades se reinvierten en alguno de los eslabones de la cadena. Gracias a ello, Nuevo San Juan cuenta con transporte público propio para toda la población, una tienda comunal bien surtida, planta purificadora de agua y televisión por cable, que también pertenece a la comunidad, entre otros servicios.

Con este tipo de intercambios se busca también que los comuneros de Tlaltenango vean que pueden ser autogestores, es decir, que implementen proyectos con el apoyo inicial de la CONAFOR pero después lo hagan por cuenta propia y de manera rentable, ya que cuentan con 30 mil 251 hectáreas que pueden aprovechar mejorando el entorno y generando empleos para que los zacatecanos no tengan que migrar a otras ciudades o al extranjero.

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