RETí“RICA BELTRONISTA

Gabriel Contreras Velázquez

Reconoció Manlio Fabio Beltrones que el Instituto Federal Electoral, y en sí­ las diversas instituciones del sistema polí­tico mexicano, entraron en un impasse polí­tico y jurí­dico en las elecciones del 2006.

Este fin de semana de vista por Zacatecas, los dichos del senador no ofrecieron informaciones nuevas a la sociedad, al proceso electoral del 2012, y mucho menos a los partidos polí­ticos y las autoridades electorales, quienes vivieron de cerca esa inflexión en la historia del paí­s hace seis años.

Sin embargo refleja la retórica con que los lí­deres emblemáticos priistas –cuyo partido recientemente ha cumplido 83 años de vida- pretenden “construir” o “abonar” a una Democracia mexicana sin pies ni cabeza. Y esto es muy simple, en un Estado de derecho vulnerado (la delincuencia organizada es el mejor ejemplo posible), un régimen democrático tiene todas las condiciones contrarias para su crecimiento.

Efectivamente, las instituciones para la Democracia se han dado y subsisten en nuestra sociedad, pero no garantizan en forma suficiente que haya un cambio de régimen como respuesta al autoritarismo mexicano del siglo XX.

El Instituto Federal Electoral, quien deberí­a ser un factor de cambio y apertura democrática, es ahora criticado como un soporte desconfiable de nuestra vida polí­tica. Esta premisa es verificable en el momento en que el aun senador Beltrones manifestó que en las últimas contiendas presidenciales la democracia estuvo al borde del fracaso (según las informaciones del domingo en este diario).

Al respecto menciona que las “campañas negras” y la “falta de equidad” –fenómenos que entran en el terreno de aquella autoridad electoral- fueron los elementos de discordia, que llevaron al escenario polí­tico a vivir una crisis de la que aun no se ha repuesto.

Basta con echar un vistazo a la manera reiterada y urgente con que las instituciones electorales de la democracia han combatido la falta de credibilidad desde aquella elección, e incluso desde años atrás. Como ejemplo, pongamos el lugar y el peso que ocupa el abstencionismo en cada proceso electoral.

Quien formara parte de la Subsecretarí­a de Desarrollo Polí­tico de la Secretarí­a de Gobernación en 1988 (a la cabeza de Fernando Gutiérrez Barrios en aquellos años), y quien también participara en la creación de un organismo autónomo y ciudadano que se ocupara de la vida polí­tico electoral del paí­s (el IFE), ahora critica a esta autoridad y le agrega el valor de “generador” de un cisma histórico.

Olvida por completo el lugar preponderante que ocupa el sistema de partidos en esta crisis polí­tica que nos llevó al borde de la pérdida de gobernabilidad (que las fuerzas del orden hayan salido de los cuarteles como garantí­a de la paz pública, habla con todas sus letras de esa crisis de gobernabilidad a la que fue citada el Estado mexicano en 2006).

De igual forma, no se puede deslindar al IFE de la partidocracia, pues las facultades y alcances de esta autoridad son delineadas desde el Congreso de la Unión, un espacio del monopolio partidista.

A este escenario también hay que sumar las condiciones polí­ticas que se suscitaron algunos años antes de las pasadas elecciones presidenciales, en done la crisis de gobernabilidad parecí­a coincidir con la crisis de hegemoní­a al interior del Partido Revolucionario Institucional desde 2004, cuando nació el grupo conocido como TUCOM (todos unidos contra Madrazo).

En ese mismo año, la Unidad Democrática (mejor conocida como TUCOM, integrada por polí­ticos alineados al gobierno zedillista) forjó la alianza polí­tica con Elba Esther Gordillo, que en aquellos años permanecí­a como Secretaria General del CEN PRI.

Apenas un año después la maestra Gordillo junto con las fuerzas del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) buscaron formar un nuevo partido polí­tico. í‰ste apéndice priista, ya en manos de Elba Esther, obtuvo su registro ante el IFE en la primavera del 2005, hecho que generó el descontento de varios gobernadores priistas contrarios al proyecto del TUCOM.

En realidad la correlación de fuerzas internas del PRI, así­ como las correlaciones de fuerzas en los gobiernos de los estados, son elementos esenciales a la hora de pensar el 2006. Los gobernadores que dieron su apoyo a Madrazo (en Oaxaca, Tabasco, Campeche y Guerrero) eran abiertamente opuestos al régimen zedillista.

Mientras que los gobiernos de Nuevo León, Estado de México, Sonora, Veracruz, Tamaulipas, Hidalgo y Coahuila (cinco de ellos a punto de cambiar de gobierno pero cercanos a Zedillo) son quienes dividieron al PRI con la formación del TUCOM y la alianza con Gordillo.

Es por ello que la elección presidencial y su posterior crisis, fue de contrastes priistas: a favor o en contra de Madrazo, a favor o en contra de Felipe Calderón y AMLO, a favor o en contra del régimen zedillista y a favor o en contra del mismo PRI. Hechos que olvida el senador Beltrones.

A toda acción… múltiples reacciones.

El Dueño Presidente y Director General del Grupo Salinas: Ricardo Salinas Pliego, puso en aprietos a la autoridad electoral. La disyuntiva: transmitir el partido de futbol de ida Monarcas vs Tigres, en la recién inaugurada liguilla del futbol mexicano, a la misma hora en que el primer debate presidencial (de dos que habrá).

El senador Manlio Fabio Beltrones salió avante para defender el argumento de Salinas Pliego, quien ha explicado que en una Democracia la flexibilidad y las propuestas permiten a la ciudadaní­a un amplio margen de opciones para tomar decisiones.

Estos dos personajes se reconocen por haber impulsado lo que se conoce como la “telebancada” en el Congreso de la Unión. El senador siempre ha mantenido una relación cercana con Salinas Pliego, a tal grado de concederle y cuidar espacios en el Partido Verde Ecologista de México para la representación de sus intereses. Uno de esos lugares incluso fue ocupado por Ninfa Salinas, hija del empresario mexicano.

Actualmente la coalición Compromiso por México (PVEM y PRI) ha mostrado lo que en marketing polí­tico, y los cí­rculos rojos de los candidatos conocen como una “doble agenda”. Por un lado mantener y proyectar la imagen positiva del candidato, por el otro (el lado oscuro) concretar los amarres polí­ticos en las fachas menos formales y cuidadas para el público votante.

Eso ha sucedido con el candidato priista Peña Nieto, quien trabaja en dos tiempos. Ante los medios declara que es de su mayor interés participar en el debate para promocionar sus compromisos. Mientras que en un segundo tiempo, los amarres polí­ticos lo previenen de distraer a la audiencia con la promoción de otros espectáculos deportivos en horario estelar para no concentrar atención solamente en el debate.

De lo contrario ¿cuál es el interés del PRI (en boca de Manlio Fabio y Joaquí­n Coldwell) de generar un debate que no necesariamente sea transmitido en cadena nacional? Si su candidato se encuentra preparado para un debate intenso, ¿por qué restringirle espacios privilegiados para su promoción?

Nuevamente Beltrones arremete en contra del IFE que un dí­a tuvo en sus manos como un proyecto a desarrollar desde la Secretarí­a de Gobernación… ¿Incongruencias? No. Sólo pura polí­tica.

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