INSEGURIDAD: LA OPOSICIÓN MÁS FUERTE

Agenda Política

Por: Gabriel Contreras Velázquez

La oposición electoral entre el PAN y PRD locales, que podría concretarse en cuestión de días, aun no encuentra ni candidatos ni agenda para competir políticamente. Sin duda alguna, los representantes que elegirán para enfrentar al PRI en Zacatecas, más allá de ser palomeados por los grupos internos de cada fracción, deben de garantizar un arrastre ciudadano, ya que a éstas alturas no deberían de confiar del todo en los números de sus estructuras y bases partidistas. La debacle en la militancia panista (en el estado y en todo el país) es un referente de la crisis que vive esa oposición en términos de cálculos electorales.

La elección de 2013 está más allá de los números. Del otro lado de la balanza opositora se encuentra toda la estructura de gobierno, apoyada no sólo por la imagen del gobernador (que es quien empujará a los candidatos del PRI, según algunos periodistas) sino por el poder del Estado a nivel nacional. Si es cierta la información que se dejó correr después de la visita del presidente Peña Nieto a Atitanac y Fresnillo, el interés del presidente Peña por mantener la capital de Zacatecas en manos del tricolor (así como las capitales de los otros 13 estados que tendrán elecciones este año), refleja la estrategia político electoral que está diseñando el PRI a nivel nacional con ayuda del gabinete federal.

La lógica institucional es simple en el lenguaje priista: mantener o ganar la capital de cada estado asegura una relación de cogobierno entre los ayuntamientos y el mandatario estatal en turno. Las directrices de los programas municipales son más fáciles de ajustar, siempre y cuando la capital del Estado sea del mismo color que el partido en el poder. De lo contrario, el poder de los ayuntamientos (el cual es poco sin los recursos de la capital) puede aglutinarse alrededor de la figura del presidente municipal opositor, para desde ahí comenzar a generar una estrategia de desgaste que complique la sucesión del partido en el poder.

Dentro de este escenario no parece nada fácil una lucha frontal en contra del gobernador y el presidente mismo, con una oposición que ni siquiera ha definido el proyecto y discurso para ganar algunas batallas de esta contienda política electoral. La máxima clásica define un poco la situación en que se encuentran los partidos opositores en Zacatecas: el PRI podrá perder algunas batallas, pero no piensa perder la guerra en 2016.

Si bien la imagen del gobierno de Miguel Alonso puede minarse con algunos vicios ocultos institucionales (el pleito personal con Amalia García, la figura abollada de Guillermo Huizar, la relación apenas suficiente con los diputados locales y federales, el “mega empréstito” para pagar el PPS de Ciudad Administrativa, y los que usted guste “sumar”), ningún tema es suficiente como el de la inseguridad, para hacer tambalear a la administración presente.

La gente podrá mostrar sus diferencias con el gobierno en turno por haber utilizado la deuda (que pagará el ciudadano, no el gobierno) para finiquitar compromisos financieros, llevados a tal extremo por una fuerte ruptura política con Amalia García; pero el tema en la agenda es de menor relevancia para la opinión pública, ya que tiende a olvidar rápido.

Todo lo contrario sucede con el tema de la inseguridad que se vive en el Estado de Zacatecas. La agenda cotidiana está motivada, día tras día, por homicidios entre “grupos antagónicos” (como los definiría Francisco Escobedo, secretario General de Gobierno), y los operativos policiales y de las fuerzas armadas para contener la violencia en límites que no frustren aun más la percepción ciudadana de “protección”.

A diferencia del gobierno federal, quien ha borrado de su discurso cualquier palabra y concepto que haga referencia a la lucha en contra de la delincuencia organizada, a nivel estatal las cosas no son nada sencillas para el gobierno en turno. La enfermedad crónica que se vive en Zacatecas se llama: violencia e inseguridad; y el tema no ha desaparecido de la agenda, inclusive desde los últimos días del gobierno perredista en la figura de Amalia García.

He ahí que, para ganar la guerra, primero se deben librar las batallas fundamentales que definirán el panorama político en 2016. En ambos lados (oposición y gobierno) no existe proyecto para dar solución a los problemas cotidianos de homicidios en los diferentes municipios del Estado. Peor aún, el tema está completamente vedado en la agenda, y la única posición oficial es rescatada en la cuenta de Twitter del procurador Arturo Nahle. En tales condiciones se encuentra el fenómeno de inseguridad en el Estado. Por ahora, ni el discurso oficial, ni el de la oposición ofrecen una salida racional y visible al problema de inseguridad. Tema que podría hacer perder la guerra al PRI zacatecano.

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