PODER VS “LOS GIGANTES”

Agenda Política

Por: Gabriel Contreras Velázquez

La reforma a la Ley de Telecomunicaciones “promete derrumbar el imperio del empresario Carlos Slim, el hombre más rico del mundo, y el de Televisa, una televisora con telenovelas mediocres, pero abogados destacados que han ayudado a conservar una participación de 70% del mercado de la televisión abierta, así como la mitad del mercado de televisión de paga”, menciona Aurelio Nuño –Jefe de la Oficina de la Presidencia- en entrevista con The Wall Street Journal (medio de comunicación en donde participa como accionista, el empresario mexicano Carlos Slim).

Dicha modificación Constitucional fue referida por Peña Nieto como parte de su discurso en Palacio Nacional, donde también puso como eje de las transformaciones del país y la sociedad a la que gobierno, la Reforma a la Ley de Educación –la cual tuvo como resultado político, hace un par de semanas, el encarcelamiento de la sempiterna líder Elba Esther Gordillo.

Si el proceder fue autoritario o no, es el tema que menos interesa para conocer la forma de operar del nuevo gobierno en el poder. Viejos vicios de partido, y una cultura autoritaria, están reflejando una percepción que podría ser más un espejismo que una realidad.

Recordando aquél discurso inaugural del presidente, el mensaje fue claro: el poder del Estado (y sus tres grandes instituciones: Ejecutivo, Legislativo y Judicial) no debe de ser rebasado por grupos de interés, o poderes fácticos, que en la realidad tienen cooptada una parte de las funciones institucionales como la educación y la regulación empresarial.

La ambigüedad de las posiciones de dichos grupos de interés, varió conforme al escenario político, y nunca dieron garantía de ceder el poder que representan nuevamente al Estado (quien dejó que creciera a tal manera, en especial en el sexenio salinista). Desde la campaña electoral de 2012, las televisoras jugaron a favor y en contra de quien es hoy presidente constitucional, guardado distancia de no diluir de por medio su influencia política en las altas esferas.

Igualmente las constantes amenazas de la profesora Elba Esther Gordillo de paralizar tal o cual Estado, o incluso el país entero, si el cabildo de la clase política no le era benéfico, se volvieron una variable más a la hora de tomar decisiones de Estado. Los ex presidentes de la alternancia, Vicente Fox y Felipe Calderón, fueron quienes más sufrieron ésta incidencia del poder desmedido que había adquirido un sindicato tal como el del magisterio.

El escenario abre nuevas posibilidades que, como comentaba en un principio, han sido confundidas con un autoritarismo de antaño, que no obedece hoy a la balanza de poder en el país. Efectivamente, el presidencialismo ha retomado su lugar –mismo que fue opacado en 12 años de gobiernos de “oposición”, y un sexenio zedillista abierto a la “sana distancia” con el partido en el poder- y genera una nueva correlación de fuerzas en temas críticos como la concentración de medios y la calidad educativa de nuestro país, dentro de la misma línea de evaluación de América Latina.

No debe de pensarse que la retórica de “transformar” el país para mejorarlo, en vez de sólo “administrarlo”, vaya a dar resultados concretos que permitan ver un beneficio en la calidad de los servicios de telefonía, banda ancha, cuádruple play, una nueva cadena de televisión, los estándares educativos, la industria energética, etc.

Lo que tenemos en frente, por ahora, es un esfuerzo de Estado por reordenar los equilibrios, que al día de hoy, han evidenciado que las instituciones son cohabitadas en áreas y tareas fundamentales que le corresponden. El esfuerzo es de una complejidad política que ha llegado a cimbrar sectores que antes se pensaban “intocables”. He ahí el verdadero poder que ha adquirido el Estado (en especial el Ejecutivo), y lo ha hecho con la maestría que asimiló y metabolizó incluso antes de ceder el poder a doce años de supuesta alternancia.

Justo lo que debería haber hecho el panismo en sus dos sexenios, lo realiza ahora un nuevo grupo en el poder que fue impulsado en un partido viejo, pero que no por ello representa los mismos intereses de aquél partido. Prueba de ello es el cambio estatutario que sufriera el PRI en cuanto al tema de alimentos y medicinas, así como el retorno de la preponderancia de la figura presidencial en asuntos internos de partido.

Las formas del Estado juegan con mecanismos viejos, pero guiados por nuevos intereses, o reformas no concluidas, que a nivel internacional permanecen como tónica de la relación entre mercado y Estado: núcleo original de lo que se conoce hoy “régimen de gobierno democrático”. El nuevo abanico de correlaciones políticas está por abrirse, y depende de la tarea titánica de romper las inercias establecidas por el mismo Estado décadas atrás. Sigue la clase empresarial. ¿Serán gigantes de papel?

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