DOS TIPOS DE INFORME

Agenda Política

 Gabriel Contreras Velázquez

Los análisis y críticas a los informes de gobierno y/o de servidores públicos, están llenos de lugares comunes. Por ello es necesario plantear la revisión y análisis, precisamente, de las opiniones publicadas que circulan en los medios, donde la necesidad urgente es responder a nimiedades.

En la república de las opiniones lo que interesa saber es: ¿cuánto costó el informe (donde se utiliza la partida presupuestal, en este caso del poder ejecutivo estatal, para dichos fines)? Una vez que se tiene una idea del dinero invertido, se hace una crítica concienzuda sobre por qué no debería gastarse raudales de dinero en imagen y publicidad gubernamental, y cómo utilizar mejor esa hacienda pública en otros fines públicos.

¿A la fecha se ha reducido el gasto en materia de proyección de imagen del ejecutivo estatal? Si acaso ha habido una discrecionalidad en el uso de recursos, obedecería más a la tenacidad con que el gobernador Alonso Reyes se ha apropiado de la sapiencia popular de “apretarse el cinturón”, ante la dificultad económica y financiera de las arcas públicas; que a la marginación y mejor utilización del presupuesto en las tareas de comunicación y publicidad gubernamental.

Luego. A los medios y opinólogos también les interesa estudiar la semiótica del evento, preguntando por quién asistió, donde lo sentaron, con quién compartió fila, si levantó las cejas o no, si aplaudió, si se durmió, etc. Y más aun, en la lógica del “pueblo pequeño, infierno grande” que se impregna en las relaciones sociales de un estado como el de Zacatecas, la información adicional da un platillo de agasajo para la murmuración (la cual ha mostrado ser un vaso comunicante políticamente eficiente).

Sin resultar ello suficiente, además hay que tolerar las posturas de los partidos de oposición, mismas que justifican por qué la mayoría del estado es ahora más “peñista” que el presidente, y más priista que el grupo de ex “izquierdistas” que encabezan el gobierno. La falta de una oposición seria, crítica, consciente y con una idea clara de las necesidades del Estado, permite que el discurso gubernamental presuma de ganar elecciones gracias a la identidad siempre fiel y priista de los zacatecanos.

Pareciera que quien escribe estas líneas hiciera mofa de los opinólogos, quienes se sienten con autoridad total de “criticar” un informe de gobierno que no busca ofrecer datos duros e indicadores pertinentes, sino que, por el contrario, sigue la guía de la máxima proyección de “imagen de gobierno”. No es lo mismo “imagen de gobierno” que gobierno. La (gran) diferencia es el mediatismo que hay entre una y otro.

Los informes de gobierno se realizan más por tradición que por estrategia. Ejemplo de ello es el fuerte contraste que existe entre el monólogo del gobernador Alonso Reyes, y el monólogo del presidente Enrique Peña.

El gobernador, siguiendo la tradición de su sexenio, realiza una invitación al Palacio de Convenciones (ese que desperdició mucho tiempo e imagen pública en criticar, y ahora lo ha convertido en el templo donde rinde cuentas) a la alta burocracia y reconocidos empresarios, para dar a conocer el estado en que se encuentra su administración.

A grandes rasgos propone algunos rubros para emitir cantidades de dinero invertidas, y resultados inmediatos tangibles. La información puede fluir mientras no muestre síntomas de incongruencia o controversia (como ese desliz donde nos informa que existen 800 policías estatales bien armados y bien pagados, pero para una población de un millón 400 mil habitantes en Zacatecas). Varias pausas para aplausos cuando da a conocer información positiva, o promete una acción a cumplir.

Afuera del recinto, la policía cae en las provocaciones de los manifestantes, alimentando con ello a los críticos que quieren ver la mínima grieta de error en las decisiones tomadas, y vender información que consuman los ciudadanos inconformes con la administración presente. El evento transcurre sin más inconvenientes hasta su clausura, y así finaliza la rendición de cuentas.

Tal cual, asistimos a un evento gubernamental con poca trascendencia política, un mensaje que aporta lo mínimo requerido, y medios de comunicación dispuestos a criticar hasta la marca de agua que se sirve.

Paralelamente, el primer informe de gobierno del presidente de la república representa un discurso y postura política frente al entramado de reformas estructurales en política, economía y finanzas. El mensaje de Peña Nieto fue enfático en el primer logro del “Pacto por México” (con sus representantes ahí presentes), la reforma de gestión educativa. Mientras escala el segundo escalón del monólogo: la introducción de la reforma fiscal y energética.

Las presiones que resultaron, viven por ahora en el magisterio disidente, y la sombra de López Obrador y su “defensa” al petróleo. Sin embargo la imagen proyectada no es publicitaria, es política: hay consensos, hay gobierno.

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Lic. Ciencia Política y Administración Pública.

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