El efecto Colosio en Zacatecas

Código Político

Por Juan Gómez

Zacatecas, Zac.-El “destape” de la candidatura oficial priista por la Presidencia de la República en la persona de Luis Donaldo Colosio Murrieta, desató en Zacatecas el optimismo de un sector de la clase política del tricolor, en un estado que en aquel momento atravesaba por uno de sus momentos más difíciles en materia de gobernanza.

La transición política había sido particularmente difícil a causa de la negociación cupular que se dio en 1992, entre el Presidente Carlos Salinas de Gortari y el entonces líder sempiterno de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), Fidel Velázquez Sánchez, quien al utilizar la fuerza del movimiento obrero organizado del país, había logrado colocar en la candidatura por el gobierno zacatecano al otrora asesor, intelectual orgánico, Arturo Romo Gutiérrez.

Genaro Borrego Estrada, a la sazón gobernador de Zacatecas y uno de los mandatarios cercanos al primer círculo de la llamada “Familia Feliz” integrada por Pedro Aspe Armella, José Córdoba Montoya, Luis Tellez, Emilio Lozoya Thalmann, Emilio Gamboa Patrón, entre otros, había solicitado licencia al congreso del estado para separarse del cargo y asumir la dirigencia nacional del Revolucionario Institucional, dejando el interinato a Pedro de León Sánchez, actual presidente del Tribunal de lo Contencioso Administrativo de la entidad.

Previamente Arturo Romo Gutiérrez había también solicitado licencia en el Senado de la República (el suplente era el joven y aguerrido priista Ricardo Monreal Ávila) para hacer campaña en Zacatecas, obtener fácilmente la victoria e iniciar un gobierno cetemista en una entidad carente de una organización gremial fuerte, a causa de la migración ancestral y la falta de empleos, pese a que Borrego Estrada había hecho un esfuerzo por impulsar la zona industrial de Calera en cuyo gobierno, había llegado la inversión de la cervecera Corona y la empresa Tapas y Tapones de Zacatecas, entre otros consorcios.

La candidatura de Luis Donaldo refrescaba el cuasi autoexilio del ex gobernador José Guadalupe Cervantes Corona, quien mantenía una extraordinaria relación política con el candidato oficial del tricolor del momento, quien a su vez le compartía deferencias personales extraordinarias.

Muchos políticos zacatecanos reconocían la audacia y la experiencia política del ex gobernador Cervantes Corona, para poder mantenerse vigente en un momento crucial de la política nacional, lo que pocos políticos locales habían logrado en ese nivel.

Sin embargo, otro político en el que veía una posibilidad de fortalecerse en el ámbito local, era José Marco Antonio Olvera Acevedo, ex alcalde de Sombrerete y ex dirigente estatal del tricolor, cercano al grupo político del ex mandatario Borrego Estrada.

El sombreretense había estudiado en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey en la Sultana del Norte, en la época estudiantil de Colosio, aunque otros, especialmente académicos, apuntaban hacia el doctor Raúl Delgado Wize como uno de los hombres que tenían una relación de amistad con el entonces candidato presidencial del tricolor.

Otro personaje que pocos conocieron localmente en aquella época fue sin duda Luis Fernando Luján, un zacatecano que era parte del equipo de colaboradores cercanos a Luis Donaldo Colosio Murrieta, y a quien había enviado de avanzada a Zacatecas para preparar el ambiente previo a la visita que haría en su campaña por la Presidencia de la República.

Luján había sido un  colaborador muy cercano a José Luis Soberanes Reyes, de quien había sido su secretario particular en la desaparecida Secretaría de Programación y Presupuesto, lo que le permitió cultivar una relación directa con el extinto candidato presidencial, de quien, por cierto, guarda un ejemplar de uno de los libros preferidos de Colosio: “Memorias de Adriano” de Margarite Yourcenar (cuyo nombre real es: Marguerite Antoinette Jeanne Marie Ghislaine Cleenewerck de Crayencour).

Empero es de sobra conocido que el libro favorito de Donaldo era “El Arte de la Guerra” de Sun Tzu, puesto que siempre llevaba un ejemplar consigo, además de regalarlo o recomendarlo a amigos y políticos. Si embargo, “Memorias de Adriano” era otro de sus ediciones preferidas, del que acostumbraba hacer apuntes al margen de las páginas con tinta sepia, su color favorito.

Pues este ejemplar de cabecera, con los apuntes y comentarios personales, lo tiene como un tesoro especial de sus vivencias, Luis Fernando Luján, quien vive actualmente en Zacatecas y quien también, mantuvo una estrecha amistado con don Luis Colosio Fernández, padre de Luis Donaldo, relación esta última que también fue cultivada por Víctor Roberto Infante González, actual delegado del IMSS en Durango.

Este era parte del escenario zacatecano que se vivía en Zacatecas cuando arribó Luis Donaldo Colosio Murrieta en su gira proselitista por todo el país, aproximadamente dos semanas antes de ser asesinado en Lomas Taurinas.

Un escenario en el que se abrían y se promovían relaciones de tipo personal y políticas con el hombre que podría llegar a sustituir al entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, cuyo sexenio agonizaba en una crisis política que había disparado el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en el aeropuerto de Guadalajara.

Aquel dos de marzo que hizo su arribo a tierras zacatecanas Luis Donaldo, el presidente del Comité Directivo Estatal del PRI era Guillermo Ulloa Carreón, quien fue parte de la coordinación de la organización de la concentración popular que se dio en El Cerro de la Bufa, a donde llegó caminando el candidato presidencial, porque durante el trayecto, la comitiva que le acompañaba en la camioneta vio que decenas de zacatecanos subían por las faldas del legendario cerro, y el aspirante presidencial decidió romper el protocolo de seguridad y acompañarlos un tramo en el ascenso.

Aquel mediodía de marzo algunos directores de Medios de Comunicación zacatecanos aguardábamos la llegada del candidato presidencial priista en el interior del Hotel Aristos (hoy, Hotel Parador) en aquel fatídico año político de 1994.

Vimos entrar al salón a un Luis Donaldo cansado, fatigado, agotado por una extenuante campaña que era coordinada por Guillermo Hopkins.

No habría preguntas de los representantes de la prensa zacatecana, solo el saludo personal y el agradecimiento del candidato por la cobertura informativa. Quería saludarlos personalmente pese al cansancio.

En el Cerro de la Bufa Colosio había pronunciado un emotivo discurso en el que destacaba que en este lugar simbólico e histórico, se respiraba la Patria y se sentía el palpitar de la Revolución.

De Zacatecas, prácticamente Luis Donaldo marchó al monumento a la Revolución en la ciudad de México, en donde pronunciaría aquel memorable discurso del hambre y la sed de justicia de un pueblo que venía de la cultura del esfuerzo, de la que él era parte.

Y después el magnicidio. El asesinato frente a las cámaras de televisión. El país pendiendo de un grito de asombro, de incredulidad, de miedo e incertidumbre.

Los cambios se vinieron en cascada. El país cambió. Zacatecas cambió.

Muchos dejaron una expectativa política en la campaña colosista, en el sueño del sonorense, y otros aprovecharon el golpe de timón del destino, para construir una nueva estrategia, sobre la vida de un hombre producto de un sistema político mexicano decadente, agotado.

Hoy se celebró un acto conmemorativo a 20 años del asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta con una nueva clase política, con otro país, con otro Zacatecas.

¿Quién clamó justicia?

Al tiempo.

 

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