Se buscan nuevos blancos para inhibir el dolor neuropático

El dolor neuropático es el reto más grande para la investigación en dolor, no sólo en México, sino en todo el mundo, ya que en la actualidad no existen tratamientos 100% eficaces.

“De acuerdo con la literatura científica sobre el tema, 40% de los pacientes no van a encontrar alivio, y alrededor de 60% tendrá un alivio parcial después de pasar por una batería de fármacos con los efectos adversos que esto implica”, explicó el doctor Vinicio Granados Soto, investigador del Departamento de Farmacobiología en la unidad Sur del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav).

Con el aumento de la edad en la población a nivel mundial, la presencia de enfermedades como osteoporosis, diabetes y  herpes se incrementa y, en consecuencia, la incidencia del dolor neuropático. Por ello es importante realizar investigación sobre la neurofisiología del dolor y traducirla en tratamientos 100% eficientes y el reto no es trivial, aseguró el experto, integrante de la Academia Mexicana de Ciencias.

“Hay grandes avances en la investigación del dolor porque conocemos más proteínas, más áreas que participan en el dolor, pero no se ha traducido en mejores  fármacos para aliviar el dolor neuropático en el ser humano”, reconoció.

Un dolor crónico y difícil de tratar

El dolor neuropático es una hipersensibilidad que se genera cuando se lesionan las vías que conducen la información dolorosa desde la periferia del Sistema Nervioso Central. “Si se lesiona alguno de estos nervios puede haber sensaciones anormales y se desarrolla una sensibilidad exagerada, de tal manera que estímulos que normalmente no producen dolor ahora generan molestia; por ejemplo, el tacto, la ropa o el viento”, explicó.

Granados Soto precisó que el dolor neuropático se produce cuando hay lesiones a estas fibras por diferentes causas como una lesión quirúrgica; un accidente –en el cual el nervio se haya lesionado o comprimido–, o por efecto de enfermedades como la diabetes, el VIH o el herpes que atacan directamente a las neuronas y sus recubrimientos; o algunos tratamientos para el cáncer en donde se utilizan fármacos que lesionan las fibras.

“Este dolor es generalmente de tipo crónico y se mantiene mientras exista el fenómeno que lo está propiciando. Ese es justamente el problema del dolor tipo neuropático, que es intenso, crónico y difícil de tratar”, destacó el doctor en farmacología y toxicología.

El especialista mencionó que para atender el dolor neuropático en la actualidad, “desde el punto de vista científico lo único que se sabe que lo alivia son los anestésicos locales, pero el problema es que estos bloquean los canales de sodio en todos lados (proteínas en la membrana de las células donde se intercambian iones y se originan los impulsos nerviosos), tanto en las neuronas que censan el dolor como en cualquier otra, incluso las del corazón; además si se usan de manera sistémica la posibilidad de efectos adversos en distintos sitios es muy alta”.

Vinicio Granados explicó que en el caso de los dolores postquirúrgicos se utilizan los opioides (como la morfina y el fentanilo), pero si se usan para el dolor neuropático en dosis normales no tienen efectos analgésicos pero sí un cuadro de efectos adversos importante, entre ellos,  depresión respiratoria y constipación, por lo que se tiene que incrementar las dosis, lo que a su vez aumenta la probabilidad de provocar un efecto contrario al que se busca.

Durante la primera mitad de los 80 del siglo pasado, surgieron los primeros reportes de la utilización de los anticonvulsivantes (fármacos que se utilizan en el tratamiento de la epilepsia como la gabapentina), como un potencial medicamento que podría reducir el dolor neuropático. De acuerdo con Granados en este caso sí se observó la disminución del dolor neuropático pero no con una eficacia del 100%, además, destacó, que no son fármacos exclusivos para esta patología y tienen un perfil de efectos adversos importante.

Blancos moleculares, objetos de estudio

Posteriormente, surgió la necesidad de buscar blancos moleculares que participaran en el proceso del dolor neuropático de tal manera que después se pudieran generar las herramientas para bloquear o activar esos blancos moleculares.

“Hemos estado trabajado en diferentes blancos, por ejemplo, con receptores a serotonina y a melatonina (dos sustancias químicas que actúan como mensajeros o neurotransmisores), así como con diferentes proteínas que participan intercambiando iones en las neuronas. La idea es conocer qué hacen en condiciones normales y cómo actúan cuando hay una condición de dolor neuropático”,  describió Granados Soto.

Lo que ocurre con el dolor es que éste cumple una función vital para la supervivencia del ser humano. No se concibe la evolución del hombre sin un proceso que permita detectar estímulos dañinos o potencialmente dañinos. Es tan importante para la sobrevivencia de todos los organismos que cuenta con mecanismos redundantes, es decir, que el mantenimiento de esta capacidad depende de una gran cantidad de factores.

“Antes se pensaba que si se encontraba una proteína que sólo estuviera en las neuronas sensoriales nociceptivas (que reciben y transmiten la señal dolorosa) y si ésta se inhibía se iba a quitar el dolor de manera específica y selectiva, sin efectos adversos en otros sitios. Sin embargo, no es tan fácil, porque a la neurona le están llegando estímulos a través de muchos mediadores, si se quita la participación de uno, los otros permanecen”.

Además, añadió Granados Soto, el sistema se adapta a disminuir el dolor o aumentarlo. Eso hace que un sistema pueda cambiar de manera crónica, que ya no es lo mismo que un dolor agudo, por eso es que ha sido tan difícil aliviar el dolor neuropático, porque son mecanismos redundantes, es decir, quitas uno y quedan muchos más activados.

El científico sostuvo que se está buscando una estrategia en la que se ataquen varios blancos al mismo tiempo con el objetivo de aliviar el dolor de manera más eficiente, pero hay que tomar en cuenta, recordó, que si se atacan varios blancos aumenta la posibilidad de efectos adversos. “Entonces hay que encontrar ese balance fino entre descubrir los fármacos que actúen sobre blancos moleculares novedosos, pero tengan un perfil de efectos adversos aceptable. En eso estamos trabajando no sólo en México, sino en todo el mundo”, concluyó.

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