¿Defensor “legítimo” del petróleo?

Agenda Política

Gabriel Contreras Velázquez

La consulta popular no vinculante que planea el PRD a nivel nacional, para aplicar presión sobre los puntos endebles de la opinión pública acerca de la reforma energética que se discutirá en el Congreso de la Unión a mediados del próximo mes de julio, es nada más y nada menos que el tambor de guerra más resonante con que cuenta este partido para la batalla electoral de 2015.

El proyecto dado a conocer hace unas horas, por su naturaleza controversial pero sin fines trascendentes, se puede pensar ya como la base programática con la que se presentaría esta parte de la izquierda mexicana (la otra, en el monopolio de la figura de López Obrador, realiza una campaña alterna nada distinta) en las próximas elecciones federales y locales.

Para efectos prácticos, es importante tomar en cuenta que la Ley Federal de Consulta Popular, aprobada el pasado 27 de febrero en el Senado, excluye los temas de: derechos humanos, seguridad nacional e ingresos y gastos del estado, dentro del cual entran aspectos de la reforma energética.

Por ello podría preverse que la idea central de esta postura política -la cual difícilmente verá materializada su objetivo- es estimular (aun más) el hartazgo sembrado alrededor de la administración de Peña Nieto, por los efectos colaterales resultantes de las diversas reformas puestas en marcha a partir del Pacto por México, y que están por concluir en las próximas semanas.

Ahora bien, no se debe negar que el ejercicio que propone el PRD ayude a profundizar el descontento social, en cuanto la ciudadanía caiga en la cuenta de que la Ley Federal de Consulta Popular desde antes fue pensada y votada con limitantes suficientes, que la hacen inmune para apalancar debates fundamentales en un sentido u otro de la balanza.

El reto de este fragmento de la izquierda, consistirá en saber traducir esa molestia, insatisfacción y frustración social en votos. La tarea no se antoja nada sencilla, frente a una López Obrador que arrastra el colmillo a la hora de convertir el debate en una especie de dogma fundamentalista, aderezado con tintes nacionalistas contrastantes.

Sin embargo, el tiempo apremia. El PRD además debe de cursar la renovación de su dirigencia nacional, evitando cualquier tipo de segmentación política grave, más allá de las que existen en el partido por su origen y tradición multisectorial.

Una vez que culmine este proceso político -y según las expectativas que se han generado con respecto al mismo, instalar al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas a la cabeza del Sol Azteca- se inaugurará inmediatamente el estire y afloje con MORENA, del otro lado de la cuerda, para obtener los mejores dividendos sobre la calidad moral y política de la “defensa” del petróleo.

La ventaja que mantiene por el momento el nuevo partido de López Obrador, es la destreza con la que su líder puede desatar tormentas en la opinión pública, y exacerbar los ánimos de la ciudadanía. No se puede asegurar todavía, que por ello las presiones que ejerza de manera mediática puedan conceder nueva población votante a su organismo político. Lo que sí podría vislumbrarse en algún momento es que en esta rebatinga entre las izquierdas se endurezcan los discursos, debido a que no existe en la actualidad otro tema que sirva de cuña para restarle votos al partido en el gobierno.

Si el PRD busca salir con menos golpes mediáticos de los que le esperan, debería de concentrar su capital de inteligencia en realizar un control de daños sobre su papel al interior del cogobierno heredado del Pacto por México. López Obrador no pedirá explicación alguna, sino que irá directamente a las directrices donde el acuerdo político que construyó en su momento con el PAN y el PRI, hace flaquear al Sol Azteca a la hora de defender su reforma energética.

Igualmente tiene la obligación de cuidar sus estructuras territoriales, ya que la presencia de MORENA a nivel nacional es gracias a la campaña sobre tierra que su líder no ha dejado de tejer desde hace una década. En este punto vuelvo a remarcar, aun no hay elementos contundentes para pensar que López Obrador podría restar población votante al PRD. No por ello se debe obviar el hecho de que la lucha por ganar el papel de “defensor del petróleo” frente a la opinión pública, enfrascará a las izquierdas próximamente.

Por ahora la lucha por la defensa de la defensa del petróleo ha iniciado. El PRD la llama “Firma por México”, y mostrará sus primeros resultados en la gestión que logre el senador Ríos Piter en Guerrero, donde pretende lanzarse como candidato perredista a la gubernatura de ese estado. El ex diputado ha elegido la consulta como medio para generar y mantener presencia mediática. Será el primer indicador de este lucha entre izquierdas.

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