Optimismo

Agenda Política

Gabriel Contreras Velázquez

IMG_7126Zacatecas, Zac.-Con esa emoción escribo estas líneas. Y es que, la que se retrataba en los medios de comunicación como una jornada electoral con tintes caóticos, ofreció un escenario totalmente sui generis para la Democracia mexicana.

Es, sin temor a decirlo, el parte aguas de una serie de transformaciones que podrían suceder en México, si las condiciones políticas y sociales así lo permiten. Y cómo no, si este punto de inflexión también fue resultado, ni más ni menos, que de la decisión firme de ciudadanos que no piensan dar crédito a la ya conocida forma de hacer política en nuestro país.

Semanas atrás había advertido que los partidos políticos en México se habían afianzado como un régimen de privilegios (monopolio de los espacios de representación, monopolio de la designación de candidaturas, cuasi monopolio en la creación y violación de la ley, empresas privadas de financiamiento público, y las que queramos agregar) parecidos a las monarquías anacrónicas derrocadas en la Revolución Francesa y la Revolución Gloriosa en Inglaterra.

Pues bien, con una aplastante diferencia de entre 15 y 18 puntos sobre sus rivales, una nueva “revolución” fue iniciada el pasado 7 de Junio en Nuevo León, Monterrey.

De “El Bronco” ya se han dicho bastante. Los poderes fácticos (especialmente los influyentes medios de comunicación regiomontanos) se encargaron de atiborrar de escándalo y morbo la candidatura que –como confirmaron los números- le pertenecía sólo simbólicamente a Jaime Rodríguez, pero dependía únicamente del ánimo de los electores neoleoneses cansados de una alternancia entre el PRI y el PAN que hasta ahora sólo ha dejado un buen saldo de corrupción.

Sí, Jaime Rodríguez es un ex priísta, hay que dejarlo claro. Y un militante como pocos en aquél partido. Su carrera política la entregó durante 30 años a su partido. Nunca pensó en renunciar, mucho menos cambiarse de siglas. Su oportunidad para reivindicarse ante la opinión pública nació hace unos meses, cuando le mostró a la clase política mexicana que el “chapulineo” no sería la manera de resarcir el atropello de sus derechos políticos, asestado desde ese instituto al que entregó su vida. Leal a sus principios políticos cerró un capítulo de su historia personal, y abrió un capítulo pero de la historia del país: la vía independiente.

Si es o no un estratega, si sabe o no gobernar, si es o no de la vieja escuela priísta, eso está por verse a partir del próximo 4 de octubre. Lo que es cierto, lo que es trascendente, y lo que quedará para los annales del siglo 21 mexicano es que hace unos días la ciudadanía eligió al primer gobernador no emergido de las filas de un partido político (que al día de hoy nos queda muy claro que lo único en que se diferencian es en los colores).

Claro, mucho hay que agradecerle a una serie de elementos que confluyeron y conspiraron a favor del campechano y despreocupado (como le gusta al ciudadano de a pie) candidato regiomontano, aunque creo que esta coyuntura le debe una buena parte de su potencialidad a la reforma constitucional en materia de Derechos Humanos, puesta en marcha en nuestro país el pasado 10 de Junio de 2011, cuando las instituciones y los ciudadanos vieron por primera vez en el principio pro persona también una nueva realidad política y jurídica en expansión.

Por cierto, lamentable que en la armonización legal de la reforma política en Zacatecas el conservadurismo y el régimen de privilegios de partidos sea latente. Los legisladores no se preocuparon por ingresas una lectura pro homine de la nueva ley, y a los independientes nuevamente les quedaron a deber las regidurías plurinominales, avaladas ya en distintos estados para esta elección por las Salas Regionales del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Otra vez los independientes zacatecanos, estoy seguro, darán buena batalla en las instancias legales para ensanchar el marco normativo que los legisladores escribieron con la miopía característica.

Es una realidad pues, que esta lucha de los partidos por conservar el régimen de privilegios en el que viven hace unos días sufrió una pérdida importante.

Perseveró en Guadalajara con Kumamoto, Baja California con Clouthier, Morelos con Cuauhtemoc Blanco, y Nuevo León con Jaime Rodríguez, el triunfo más importante de la ciudadanía mexicana en años: el derecho a ser votados.

El reto siguiente para cada uno de ellos es aún mayor. Representan una minoría tanto en las cámaras, como frente a ellas, en el caso de “El Bronco”. Sin embargo, quienes tienen aún más qué perder siguen siendo los partidos. O aprenden a cogobernar con lo que dicta el ánimo ciudadano, o más interesantes momentos de la vida política este país atestiguará.

Una felicitación especial a todos los ciudadanos que sin creer en la vieja política, decidieron por crear una nueva y propia manera de elegir. El abstencionismo fue sólo sombra.

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