¿Logrará la unidad?

Agenda Política

Por: Gabriel Contreras Velázquez

Miguel y beltronesZacatecas, Zac.-Hasta en los detalles mínimos, los indicadores asoman. El gobernador Alonso Reyes, acostumbrado a “presumir” sus visitas a Los Pinos con fotos estilo “selfie” (o autorretrato utilizando el celular como cámara) saludando a políticos que considera “sus amigos”, o con amigos a quienes considera “políticos”, ahora no tuvo más remedio que caminar al paso de su invitado.

Y es que en términos de imagen y comunicación política, la cercanía automáticamente contrasta con los distanciamientos cuando las relaciones son frías o inexistentes.

La visita del jerarca mayor del Comité Ejecutivo Nacional del PRI a tierras zacatecanas, unos días atrás, habla de una relación de respeto y nada más. La camaradería de los locales para con Beltrones no cupo, ni estaba pensada para el evento.

En cambio, Manlio Fabio sí presumió sus confianzas y sus espacios. Como ya es su costumbre y desde el arribo de Juan Carlos Lozano al gobierno de Aguascalientes, el encallecido sonorense extiende mayor holgura, cada que viene a Zacatecas, sin prescindir del mandatario del estado vecino; trato obvio, pues hace 5 años la candidatura de Lozano fue construida desde los hilos del entonces líder de la bancada priista en el Senado.

Las lealtades se corresponden. Los compromisos simplemente se formalizan y se satisfacen. Esa es la gran diferencia entre Miguel Alonso y Juan Carlos Lozano frente a Beltrones: lealtades por un lado, meros compromisos en otro.

Quien no haya entendido que entre Beltrones y Alonso sólo hay coincidencia de colores, no de escuelas, de experiencias, de cuadros, ni de visiones, seguirá creyendo que la ecuación del sonorense para la ruta del cambio de gobierno en Zacatecas el próximo año, debe de cruzar forzosamente, previo al resultado final, por el gobernador en turno.

Manlio Fabio fue muy claro. Le dio lugar a los aspirantes con posibilidades (Alejandro Tello y Adolfo Bonilla), puso en el justo medio la política de alianzas de su partido a nivel nacional (y con ello advirtió dos cosas: uno, que los otros dos no compiten solos, y dos, el lugar de la candidatura de Carlos Puente) y marcó la primera meta que el priismo zacatecano (con dedicatoria al gobernador) debe concretar: la unidad.

Con Simón Pedro fue aún más claro en términos de candidatura: pidió únicamente su apoyo. Hasta donde uno entiende, y por sentido común, se le pide apoyo a quien deberá de (valga la redundancia) ayudar a construir, no a quien abanderará la contienda en ciernes. Agoreros son quienes ven en símbolos inequívocos rutas alternas para la supervivencia.

Con cada quién fue muy transparente.

Esencialmente para Carlos Peña no hubo más que otro día de picnic político: muchos saludos y muchas fotos. Pues el rumor lleva el escenario de que a Tello no le quedaría mucho tiempo de candidato (no remonta, dicen), y el alcalde capitalino sería quien aventajaría -“según encuestas”- en la carrera para salvar el pellejo de Miguel Alonso (que no el pellejo del partido).

Por ello sus consultores de imagen lo vistieron de negro (cual ramplona semiótica del “caballo negro”). El problema del mensaje es que es tardío para la candidatura a donde apuntan. Miguel no está listo para quitar de la lista de sucesores a su amigo senador, y así el tiempo limitará las esperanzas de su incondicional (todavía de facto) asistente particular y presidente municipal.

Flaco favor le hace Peña a Tello confundiendo las señales, pues si bien el alcalde zacatecano puede competir por una diputación local, y de ahí saltar al Senado (más complicado si Miguel Alonso no sabe ceder ante los consensos que no le favorezcan), lo único que está logrando es descender la neblina sobre el panorama del candidato semioficial, a quien supuestamente debiera estar apoyando.

Todo ello -y como se ha dicho con anterioridad en esta columna- auspiciado por un gobernador que no termina por generar la calma necesaria para que florezca la unidad que le piden desde el CEN del tricolor.

El mensaje de Beltrones no necesariamente invita a la militancia a que prevalezca la cohesión interna. El llamado más bien es para quienes, amachados desde su trinchera, no quitan el renglón de postularse como representantes de una masa de militantes con quienes deberán de construir la candidatura. Ecuación elemental, añeja, de pizarrón, de cajón, de ley, que Manlio Fabio vino a recordarles.

La otra prescripción básica que se advierte en ese escenario es que en política los vacíos se llenan. Si Miguel Alonso no logra cristalizar su autoridad frente a un escenario de rupturas internas, alguien más llegará a cumplimentar esa tarea, pues bien saben en el CEN del PRI que 2016 es la puerta de entrada a la elección del 2018, y la unidad sigue siendo la faceta con la que el partido mantiene el control de la mayoría de puestos de elección popular en el país.

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