Necesario reconocer labor de trabajadoras domésticas

  • En México más de 2.3 millones de personas son trabajadoras domésticas remuneradas
  • Necesario cambiar la percepción general sobre el trabajo doméstico remunerado: CACEH

Por: Gabriela Ramírez

MujeresSemMéxico. Cd. de México,.- A pesar del impacto de las labores que realizan las personas dedicadas al trabajo doméstico remunerado, éste no ha sido aún suficientemente valorado y persisten actitudes discriminatorias e, incluso, violaciones graves a los derechos humanos y laborales, sobre todo de las mujeres dedicadas a éstas actividades.

Muchas personas hoy todavía perciben la labor realizada por las trabajadoras domésticas como algo sencillo, por lo que se debe pagar poco y muchas veces como algo que casi no aporta a sus vidas.

“Tenemos que trabajar en cambiar esa percepción, necesitamos que la gente verdaderamente se dé cuenta de lo valioso del trabajo que realizan éstas personas, ya que muchas de ellas no podrían llevar a cabo su vida normal sin las trabajadoras domésticas”, dijo en entrevista con SemMéxico, Marcelina Bautista, Directora General del Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH).

Si no hubiera nadie que hiciera ese trabajo, habría un caos, dice Marcelina Bautista. “Además gracias al trabajo que realizamos, muchos hombres y mujeres pueden desarrollar distintas actividades e insertarse en el mercado laboral, situaciones que tal vez sin nosotras no podrían llevar a cabo”.

Muchas veces las personas tienen que recurrir a las trabajadoras domésticas porque no saben hacer el trabajo del hogar, o porque no tienen tiempo de hacerlo y entonces contratan a alguien más pero muchas veces no tienen conciencia de lo que significa contar con esa mano de obra, explica.

“Muchas mujeres por necesidad tiene que recurrir a este trabajo y muchas enfrentan la discriminación, mal pago, malos tratos, falta de reconocimiento de su trabajo e, incluso, falta de leyes que protejan sus derechos”, señala la Directora General de CACEH.

En otros países hay un mejor pago y se sabe que es un trabajo igual de importante que cualquier otro, situación que no ocurre en América Latina y específicamente en México, explica la entrevistada, quien ha luchado más de quince años por constituir el Sindicato Nacional de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar.

En México hoy más de dos millones 300 mil personas que se dedican al trabajo doméstico remunerado y debemos pugnar porque tengan un seguro, vacaciones, un salario digno y porque se deje de pensar que con ello les “hacen un favor”, señala Marcelina Bautista.

En un ejercicio para visibilizar el trabajo doméstico que realizan miles de mujeres, el equipo de SemMéxico se dio a la tarea de buscar diversos testimonios que reflejan el aprecio, el reconocimiento y la importancia que dan a esta labor.

Los hombres: mi vida sin ella sería un caos 

La historia de Bety

Eduardo Del Valle — es divorciado, padre de dos niñas pequeñas. Vive solo en esta ciudad, desde hace un año y medio contrató a Bety — , una mujer que trabaja en su casa “de entrada por salida”.

“Ella hace todo: lava, concina, plancha la ropa, limpia la casa, va al súper y dos días a la semana cuidad a mis dos hijas, y también al perrito”, relata Eduardo —.

Bety —, dice es parte de la familia. Con el tiempo se ha ganado toda la confianza de su empleador, quien a su vez acepta que Bety —- es parte de su vida.

“Sin ella no podría hacer las cosas, sería impensable, yo trabajo todo el día y no me queda tiempo para pensar en hacer el desayuno o en qué necesito comprar para la casa”.

Bety — es de una comunidad cercana al municipio de Valle de Bravo, en el Estado de México. Fue recomendada por una mujer con la que trabajó anteriormente y hoy es parte de la vida, no solo de Eduardo, sino también de sus hijas.

“Le tengo total confianza, las niñas la quieren mucho, yo la puedo dejar sola con ellas y no hay ningún problema. Ella incluso me recuerda cosas que tengo por hacer, administra la casa. Siempre la hemos tratado muy bien, nunca le hemos dicho que no coma cosas que hay en la casa o nunca la hemos discriminado. Somos muy felices con ella y yo creo que ella es también muy feliz”.

La historia de Trini

Gustavo Matus— es un hombre joven que vive solo en la Ciudad de México. Con él trabaja Trini —, mujer adulta, ya es abuela, “pero es una abuela joven”, dice Gustavo —.

Trini — también va a casa de Gustavo de entrada por salida y ahí se encarga de todo. Lavar, planchar, sacar la basura, coser botones, pagar servicios, hacer algunas cosas para comer, ir al súper, y cuidar al perrito Mike, la mascota de Gustavo.

“Nos cuida mucho. A Mike le hace hasta su arroz con piezas de pollo porque las croquetas le hacen daño. Confío mucho en ella, y mi mamá también, que fue quien me la recomendó”.

Al preguntarle a Gustavo —- cómo sería su vida sin el trabajo que realiza Trini —, señala que sin duda “yo no sería tan productivo. Sería un caos, yo creo que perdería mucho tiempo, por ejemplo, lavando trastes o haciendo otras cosas que además no se cómo se hacen”.

Desde hace un año, Trini — ha estado trabajando en casa de Gustavo desde hace casi un año cuando decidió mudarse para vivir solo.

“Yo soy especialista en instrumentos de ahorro para las mujeres y estoy consciente de la importancia de que las mujeres puedan tener independencia económica y tener sus recursos e incluso de ahorrar una parte. Yo le pago bien, respeto sus derechos, le doy vacaciones, aguinaldo y seguro”.

Gustavo explica que Trini — vive con su esposo, sus hijos y sus nietos, pero ella es el principal sostén del hogar, es la proveedora porque su esposo no tiene trabajo.

Las mujeres: sé muy bien lo que cuesta hacer ese trabajo 

Norma — ha trabajado con Esther Hernández — por más de 15 años.

“Juntas hemos pasado muchas cosas, hemos sacado adelante a mis hijos”, dice Esther —, quien es madre de dos varones, a los cuales sacó adelante desde que la muerte sorprendió a su esposo hace 15 años, cuando el hijo más pequeño tenía apenas un año.

Ella vive en Jalapa. Ante la viudez, Esther — tuvo que buscar una forma de llevar dinero a casa. Afortunadamente se encontró un trabajo como secretaria en una oficina de abogados, en donde sigue laborando hasta la fecha.

A Norma —- se la recomendó uno de los abogados. “Desde que llegó a casa ha sido una gran ayuda, un gran apoyo. Gracias a Norma — pude seguir trabajando y hasta especializarme en mi trabajo y tomar algunos cursos, sobre todo para manejar las nuevas tecnologías”.

Esther —- no dejó a sus hijos a cargo de Norma, pero sin duda, ella fue su gran apoyo. “Con los niños pequeños, Norma hacía el desayuno, lavaba la ropa, planchaba, iba al mercado, limpiaba la casa, hacía la comida, la cena, pagaba el gas, la luz, el teléfono; en fin, cosas que requieren tiempo y que hacerlas hubiera sido imposible por mi trabajo de tiempo completo, que me permite solventar los gastos de la casa.

“No me imagino si, además, hubiera tenido que hacer todo lo de la casa, me hubiera vuelto loca”, señala.

Esther —- dice reconocer el trabajo de su empleada. “Yo misma alguna vez hice todo el trabajo de mi casa cuando aún vivía mi esposo, así que entiendo todo lo que le cuesta a Norma, todo lo que significa. Para mi ella más que ser parte de la familia, es un pilar muy importante en mi vida”.

La historia de Lupita

Lupita —- ha trabajado con la familia Sánchez en Morelia por más de diez años. La familia esta compuesta por seis personas. El papá, Rodolfo; la mamá, Teresa; tres hijas y un hijo.

Teresa —- explica que Lupita ha sido para ella un soporte “qué no se imaginan”.

“Lupita me ha ayudado a mantener muy bien la casa y a que todos los integrantes de la familia estemos muy bien y que no nos falte nada. Yo soy maestra, mi esposo también trabaja así que con cuatro hijos, Lupita ha sido pieza clave. Imagínate que me ha ayudado a lavar la ropa, hacer desayunos, comidas, planchar, bueno todo”.

Teresa — cuenta a SemMéxico que Lupita (—) ya es parte de la familia, sus hijos e hijas la quieren mucho y ella ya se sabe los gustos y las manías de todos.

“Lupita va al súper y ya sabe que a una de mis hijas le gustan tales galletas, que a mi marido tal marca de jamón, que a mi hijo tal cereal, en fin cosas que parecen banales, sin embargo, si yo voy, de inmediato hay bronca, porque a mi se me va la onda”, dice riendo.

Lupita tiene un buen salario, vive en la casa de los Sánchez, pero va de vacaciones a ver a sus familiares, tiene días de descanso, y la señora Tere — dispuso desde el primer día, que a cierta hora, Lupita se vaya a descansar. “Yo me hago cargo de la cena, sé perfecto lo desgastante que es atender una casa y ella también tiene que descansar”.

Estas historias muestran cómo sin la ayuda de las trabajadoras domésticas, muchas personas y familias enteras no funcionarían.

“Hay que dar el valor que merece nuestro trabajo y, sobre todo, hay que lograr que las personas que nos contraten sean conscientes de que se trata de eso, de un trabajo, no de un favor, y como un trabajo necesitamos seguro médico, prestaciones, horarios y protección legal. No deben tener miedo, se trata de ser justos”, concluye Marcelina Bautista.

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