Efectos sociales, económicos, geofísicos y ambientales del huracán «Wilma»‏

cyd-190516-portada-gEl paso del huracán Wilma en Cancún, Quintana Roo, en octubre de 2005 dejó pérdidas económicas de mil 800 millones de dólares, pero el daño mayor fue al tejido social, el cual, a diferencia de la infraestructura turística, no se ha recuperado del todo, sostuvo Angélica Félix Delgado, del Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México, porque su estructura es mucho más compleja y se requiere de una coordinación permanente de las autoridades para la atención de estos fenómenos.

Además, abundó la investigadora, no se ha logrado una integración entre los tres niveles de gobierno, federal, estatal y municipal, para tener un plan de desarrollo a largo plazo de la Riviera Maya con capacidad de respuesta a ante estos fenómenos naturales.

Wilma marcó un antes y un después en Cancún, desde entonces se tiene que rellenar la zona costera con arena porque se perdieron siete millones de metros cúbicos y quedó descubierta la parte rocosa. “La arena original era blanca, muy fina, ya no la tiene porque provenía del desgaste del fondo marino, resultado del oleaje sobre los arrecifes. No es fácil regenerarla debido a que lleva mucho tiempo para que se forme y se deposite de forma natural y no es autosuficiente a corto plazo renovarla”, dijo la especialista en procesos costeros, quien hizo una revisión del lugar desde el punto de vista socioeconómico, geofísico y ecológico.

La Riviera Maya en conjunto reporta que el 35% de sus ingresos anuales son por turismo. Es el tercer punto de llegada para los turistas extranjeros a nivel nacional —el primero es la Ciudad de México y el segundo Baja California— los cuales representan el 45% de los visitantes; en el sector de gran turismo o de lujo se estiman en 148 los hoteles de 5 y 4 estrellas, pero así como ha sido uno de los principales destinos a nivel mundial para vacacionar, registra pérdidas de su valor comercial, y pese a que llega mucho más turismo la ganancia neta es menor, esto quiere decir que los negocios han abaratado sus servicios y esto se debe a que persisten los daños ocasionados por Wilma.

“Es un sitio al que hay que ponerle mucha atención por lo que significa económicamente para la entrada de Producto Interno Bruto, sin embargo, se construyó sin una planeación urbana que tomara en cuenta al ambiente y su capacidad de recuperación tras el paso de un ciclón. El desarrollo económico es importante y hay que defenderlo, pero hay que hacerlo de forma ordenada para que este tipo de eventos naturales no sean desastrosos”, señaló Félix.

Estudios de viento para generar oleaje de los últimos 60 años han arrojado que la presencia de huracanes ha tenido un aumento significativo en los últimos 15 años en el Golfo de México y mar Caribe y se prevé que esto siga ocurriendo, por lo que se requiere de un plan integral de desarrollo a largo plazo. “Cancún no tiene un plan integral donde todo vaya enfocado en la misma línea, solo ha sido pensado en el corto plazo y muchas veces no se ve que se necesita que el turismo llegue hoy pero también dentro de 50 años”, agregó la doctora en hidráulica de flujos biogeoquímicos por la Universidad de Granada en España.

De categoría 5, Wilma tuvo un diámetro de 3.2 kilómetros, un ojo de huracán muy pequeño, por su baja velocidad tardó 48 horas en pasar sobre Cancún, alcanzando olas de hasta 13 metros de altura. El 91.6% de las pérdidas se concentraron en el turismo y el resto en drenaje, educación, salud, infraestructura, transporte, sector eléctrico, pesquería, acuacultura y servicios que se requirieron para atender la emergencia. En 1988 el huracán Gilbert energéticamente fue mayor pero no se considera un fenómeno catastrófico porque únicamente el norte de la Riviera Maya estaba urbanizado por el sector turismo.

La capacidad de resiliencia del lugar tuvo su lado positivo, pues aun cuando se destruyó la infraestructura turística, se renovó toda la zona del mangle, “esta presencia de eventos extremos no tendría que ser solamente destructiva, al final permiten la renovación de un sistema, y naturalmente deben presentarse con cierta periodicidad”.

Un sistema frágil

La investigadora Angélica Félix Delgado mencionó que Cancún está formado por una serie de accidentes costeros que se caracterizan por cadenas de islas de baja elevación conocidos como isla barrera. Se formó entre el Pleistoceno-Mioceno, hace 2.59 millones de años. Eran dunas que con los cambios del nivel del mar se fosilizaron y se creó roca. Se encuentra entre dos tómbolos o barras: Punta Cancún y Punta Nizuc. Esta isla barrera separa un sistema lagunar de siete cuerpos de agua del mar Caribe. Por esas particularidades geográficas en las que el sistema lagunar converge con el agua dulce, la influencia del mar y la zona arrecifal es un sistema ecológicamente muy rico.

Hasta los años setenta del siglo pasado fue esta isla barrera muy estable, tenía la capacidad de absorber los efectos de un huracán, pero a finales de 1976 se empezó a construir en la zona sobre la arena, con lo se puso una barrera que impidió la entrada y salida de ese material, por lo que el sistema actualmente no es compatible con su ambiente, destacó la científica.

Angélica Félix Delgado dio la plática titulada “Huracanes extremos y su impacto económico: Wilma-Cancún, México” en El Colegio Nacional como parte del Simposio “Eventos Extremos. Observaciones, Modelado y Consecuencias: Económicas”; el tema de su intervención se expone a mayor detalle en el capítulo del que es coautora “Analysis of the Hazards and Vulnerability of the Cancun Beach System: The Case of Hurricane Wilma” del libro Extreme Events. Observations, Modelig and Economics, editado por Mario Chávez, Michael Ghil y Jaime Urrutia Fucugauchi, publicado por la Unión Geofísica Americana y la editorial Wiley.

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