Nobel al presidente de Colombia, un mensaje internacional por la paz

cyd-081016-portada-gZacatecas, Zac.-El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, fue reconocido este viernes con el Premio Nobel de la Paz 2016 «por sus decididos esfuerzos para poner fin a más de 50 años de conflicto armado en el país», una decisión que conlleva un significado político muy importante a nivel internacional, porque señala el camino para poner fin al conflicto armado de más de cinco décadas en esa nación sudamericana. 

En entrevista para la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), Mauricio Meschoulam, doctor en políticas públicas con especialización en terrorismo, mediación y paz, sostuvo que el Comité Noruego del Nobel desde hace tiempo juega en el escenario político en términos de lo que considera la agenda de la paz a nivel global.

“Este reconocimiento al presidente Santos no se trata necesariamente de un premio otorgado a la persona que más acciones de paz ha llevado a cabo en el mundo o un premio a la labor humanitaria. Hay que entender que detrás de esta determinación hay una serie de decisiones políticas”, expuso. 

El también profesor del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Iberoamericana agregó que la decisión de otorgar este Nobel tiene que ver con el proceso de paz en Colombia, pero también con el «no» expresado por gran parte de la sociedad colombiana, que manifestó estar en desacuerdo con el planteamiento de proceso de paz en ese país, y es en este marco cuando llega el Comité Noruego del Nobel para dar este empujón, necesario, a Santos, lo que se interpreta como un mensaje a la sociedad colombiana para señalar cuál es el camino a seguir y va en el sentido de reempujar el diálogo. 

Ya que el conflicto tiene más de medio siglo y en este tiempo se han ido conformando una serie de factores, intereses, agendas -que se han tenido que conciliar-, pero también se ha generado mucha violencia, la cual ha dejado profunda huella en la sociedad colombiana, cuando se establecen negociaciones es necesario reconciliar todos los componentes porque “lo esencial en un proceso de paz y en la resolución de conflictos tiene que ver con encontrar el terreno común, en el que hay un constante estira y afloja de otros actores que no necesariamente están sentados en la mesa”. 

Consideró necesario entender que si el gobierno pudiera simplemente someter a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), hacer justicia y llevar a sus miembros a la cárcel como una parte de la sociedad colombiana quisiera, ya lo hubiera hecho y el conflicto no llevaría cinco décadas. “No se ha tenido la capacidad de llevarlos a la justicia por diferentes temas, entre ellos, el del narcotráfico”.

Mauricio Meschoulam reconoció que estos y otros crímenes no han sido castigados porque los gobiernos institucionalmente no han podido imponer el Estado de derecho para hacer justicia, por eso se sientan a negociar.

En opinión de Meschoulam, para que los acuerdos de paz se logren es necesario conceder el espacio a una justicia transicional, justicia de transición o mecanismos de justicia especiales, pero no hacerlo de manera usual.

El 27 de mayo de 1964 es considerada la fecha fundacional de las FARC, cuando tuvo lugar el primer combate de un grupo de campesinos liderados por Manuel Marulanda Vélez «Tirofijo», que resistían la ofensiva militar en Marquetalia, centro de Colombia, considerada por el gobierno conservador de Guillermo León Valencia como una «república independiente» de influencia comunista.

Paz en construcción

Después de varios intentos para lograr la reconciliación, el 26 de septiembre de 2016 las FARC y el gobierno colombiano firmaron un acuerdo de paz. El 2 de octubre, contra todo pronóstico, el pueblo colombiano rechazó el acuerdo en un plebiscito, reclamando, entre otras medidas, que los guerrilleros desmovilizados no se les permita participar en la vida política y se les lleve ante la justicia sin que se puedan beneficiar de penas alternativas.

Rodrigo Páez Montalbán, del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC) de la UNAM, coincidió con lo declarado este viernes por el Comité Noruego del Nobel: “Sin duda existe un peligro real de que el proceso de paz se interrumpa y de que la guerra civil se reanude», lo que hace «todavía más urgente se respete el alto al fuego por las partes involucradas».

Para el investigador esta entrega del Nobel de la Paz equilibra de alguna manera todo el efecto que se produjo con la votación del domingo pasado, estancando el proceso pacificador y con una gran incertidumbre de lo vendría por delante. “Sin que esto sea milagroso ni mágico, la situación en Colombia va a balancearse para las próximas acciones que vendrán en semanas y meses”. 

Subrayó que este conflicto aún no puede declararse como terminado, porque los guerrilleros de las FARC que ya estaban en vías de concentrarse en las zonas acordadas para entregar las armas, han regresado a las zonas donde han operado los últimos años ante la incertidumbre y desconfianza que sembró el “no” del domingo.

Páez Montalbán señaló que en procesos de este tipo no se llega ni a toda la verdad ni a toda la justicia por las múltiples aristas que se presentan, una de ellas, importante, la relacionada con las víctimas del conflicto.

“Imagino que se van a tratar de buscar aspectos que limen los puntos más difíciles de los acuerdos con el fin de lograr por otra vía, que tendría que ser, creo, la parlamentaria, la modificación de algunos de estos acuerdos en ese sentido y por su puesto tendrán que tomar en cuenta la opinión de las FARC, ya que son un actor principal para que el acuerdo de paz pueda funcionar”.

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