México en la gran transición tecnológica

Como país, México puede identificar las tecnologías que se pueden aprovechar y ver la forma de adaptarlas para mejorar la productividad, apuntó José Ramón López-Portillo Romano, economista y doctor en ciencia política, durante su participación en el Foro Internacional 4T. (Foto: Elizabeth Ruiz Jaimes/AMC.)

Como país, México puede identificar las tecnologías que se pueden aprovechar y ver la forma de adaptarlas para mejorar la productividad, apuntó José Ramón López-Portillo Romano, economista y doctor en ciencia política, durante su participación en el Foro Internacional 4T. (Foto: Elizabeth Ruiz Jaimes/AMC.)

Zacatecas, Zac.- Toda la humanidad enfrenta una nueva era. Las habilidades físicas y cognitivas están siendo superadas, aceleradamente, por máquinas inteligentes y hábiles. Esta nueva era va mucho más allá de toda revolución industrial. Implica una transformación radical económica, social, política, cultural, biológica y cognitiva, sostuvo José Ramón López-Portillo Romano, especialista en el tema de cambio tecnológico exponencial y su impacto socioeconómico. 

“Estamos en un punto donde hay dos futuros: el colapso o la abundancia y el crecimiento”, dijo el economista y doctor en ciencia política para quien no existe un panorama intermedio.  Agregó que, si por alguna razón la ciencia y la tecnología se detuvieran, la complejidad de este mundo no podría mantenerse con una economía y una sociedad estable.

Aunque históricamente el 99% de las civilizaciones humanas se han colapsado y han resurgido, “esta vez es distinto, el mundo se enfrenta a un destino global y conjunto que va de la mano con el crecimiento acelerado de la tecnología y la innovación”, señaló López-Portillo Romano, durante la conferencia Desafíos y oportunidades de frente al cambio tecnológico, dentro del Foro Internacional 4T: Trabajo, Tecnología y Transformación para Todos.

El investigador consideró que México tiene la capacidad y la posibilidad de subirse en la nueva ola tecnológica y forjarse en una economía del conocimiento, lo que llevaría al país a colocarse en la octava economía mundial, y añadió que para lograrlo resulta indispensable crear un sistema de gobernanza y reglamentario altamente adaptativo a las condiciones tecnológicas, socioeconómicas, políticas, culturales, éticas y morales, que sean a prueba del futuro.

La misión, por lo tanto, dijo el académico, es la innovación: “Las oportunidades y desafíos tecnológicos son urgentes de abordar porque las consecuencias de no hacerlo son tan inminentes y devastadoras como las del cambio climático”.

Los futuros posibles

López-Portillo Romano comentó que lo que los expertos piensan sobre los dos escenarios posibles es que las sociedades que caminen hacia el lado de la abundancia podrían resolver los retos perennes de la historia humana, como son, superar la pobreza, el hambre, la ignorancia, la enfermedad y quizá la violencia. Además, en un futuro así, acotó, se desencadenarían las extraordinarias fuerzas creativas de la humanidad para generar futuros productos y servicios nuevos.

“Del lado del colapso podemos tropezar con una serie de consecuencias que algunos predicen y que van desde colapsos medioambientales, desempleo masivo, desigualdad extrema, pérdidas de la diversidad y libertad y de los propios sistemas de gobierno”, describió el analista y reflexionó: “Todo depende de lo que hagamos ahora para evitar futuros que no queremos y avanzar a los que sí”.

Destacó que el cambio tecnológico exponencial vuelve al futuro cada vez más incierto y la única respuesta posible que se puede dar como nación y como sociedad “es tener una máxima capacidad de adaptación porque somos un país que no genera tecnologías de punta, sino que las importa. Tenemos que financiar el esfuerzo innovador y aprender a aprender, lo que hagamos tiene que ser a prueba del futuro”. 

José Ramón López-Portillo precisó que los perdedores en ese crecimiento exponencial serán los proveedores de mano de obra barata y propietarios del capital ordinario; mientras que los ganadores serán los innovadores y creadores de nuevos productos servicios y modelos comerciales.

Ante este escenario, aclaró que no hay ninguna fórmula que asegure un buen resultado, aunque se sabe que toda estrategia exitosa exige aprender a prender y adaptarse constantemente. Como país, México puede identificar las tecnologías que se pueden aprovechar y ver la forma de adaptarlas para mejorar la productividad, apuntó.

El economista advirtió, sin embargo, que los riesgos que toma el Estado y el desenvolvimiento del mercado no necesariamente conllevan un beneficio para todos. Por ello, su nuevo papel debe responder a varios cuestionamientos importantes, entre estos: ¿cómo socializar los beneficios y no sólo los riesgos del avance tecnológico?, ¿cómo aprovechar las oportunidades del cambio tecnológico y minimizar sus peligros para alcanzar un desarrollo sostenible?, ¿cómo maximizar las capacidades de innovación y absorción tecnológica? ¿cómo generar las máximas oportunidades de inversión privada y de emprendimiento a todos los niveles sociales y regiones del país, sin dejar a nadie atrás?

“No hay duda de que de las respuestas a estas preguntas depende el éxito de nuestro país, inclusive, su sobrevivencia durante la gran transición”, resaltó el investigador, quien brindó la primera conferencia del evento de tres días que organiza la Secretaría del Trabajo y Prevención Social, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, el Centro de Investigación y Docencia Económicas, así como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, entre otros.

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