Por: Lic. Rosa Elisa Acuña Martínez
Ahora es Libia. Estados Unidos ha iniciado la ofensiva junto con Francia e Inglaterra y con el aval de la OTAN. Somos nuevamente expectadores de una cruenta guerra, el motivo: las grandes reservas petroleras de Vengasi.  La intervención en este país se fue gestando a la par del interés de los Estados Unidos por el control del petróleo. Es cierto que la luenga dictadura de Gadaffi constituyó el motivo perfecto para que la intervención militar apareciera justificada. La historia de Estados Unidos está marcada por un incesante afán de dominación, por la violación a ultranza de la soberanía de cualquier país, cuando de satisfacer un interés propio se trate. Después de la segunda guerra mundial y ante un Japón debilitado por la devastación de las bombas atómicas, Corea se independiza, Estados Unidos y la URSS, se reparten el territorio, surgiendo la división en Corea del Norte y Corea del Sur, países que adoptaron el socialismo y el capitalismo, respectivamente. Entre 1964 y 1975, Estados Unidos se enfrentó  en la Guerra contra Vietnam, en el marco de la guerra fría y ante el temor de un crecimiento en el número de los países socialistas.   En 1991, Estados Unidos invadió Irak, ante el conflicto de este país con Kuwait. Un despliegue bélico-militar surcó el mar y el espacio aéreo en la operación Tormenta del Desierto. Después  en 2003, ante una comunidad mundial expectante y con el abierto beneplácito de Gran Bretaña, España, Polonia y Portugal se adujo que la nueva invasión a Irak obedecía a tres motivos: el primero, desarmar a Irak de las armas químicas y biológicas que poseía de destrucción masiva, de poner fin al apoyo brindado por Saddam Hussein al terrorismo y la libertad del pueblo iraquí. Años después se dilucidaría la gran farsa de George Bush, quien se bufoneó de toda la comunidad internacional, simulando lo inexistente ante una desmesurada ambición por las reservas petroleras de ese país. Luego en  2001, Estados Unidos invade Afganistán  amparándose en el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas que invoca el derecho a la Legítima defensa, y argumenta la búsqueda  de Osama Bin Laden y dirigentes de Al Qaeda pretendiendo terminar con el régimen talibán. Hasta la fecha se encuentran bases militares estadounidenses en territorio afgano,  no se ha dado por concluída la ofensiva y no se tiene noticia que se haya capturado a Bin Laden, supuesto responsable del ataque a las torres gemelas del 11 de septiembre de 2001.
En el año 2009, le fue entregado el Premio Nobel de la Paz a Barack Obama âpor sus esfuerzos por la diplomacia internacional y por su visión de un mundo libre de armas nuclearesâ y ahora, tan sólo dos años después, el presidente estadounidense ha encabezado la ofensiva contra el país africano, argumentando que âes una responsabilidad intervenir en las causas injustas como líder mundialâ (El Universal 28 de marzo de 2011). Que no haya democracia entendida como Estados Unidos la entiende, no significa que los países no tengan derecho a autogobernarse, con los mecanismos elegidos por sus propios habitantes. Ante tanta problemática, ante la profunda desigualdad social, se ha cuestionado la viabilidad de los regímenes democráticos y latente está el riesgo de regresión a estadios autoritarios, que garanticen mayores satisfactores materiales a la población. Por lo tanto, la democracia, está demostrado, tampoco es la panacea a los grandes problemas sociales ni económicos, de ahí pues, cómo podemos justificar una guerra en su implementación a ultranza? Lo evidente resulta que Estados Unidos, el poderoso vecino del norte, ha sido un activo promotor de los conflictos bélicos, contradiciendo su supuesto espíritu democrático y dejando a las ballonetas que hablen el lenguaje de la violencia, sobre los derechos de cualquier país, pisoteando la soberanía de las naciones, la dignidad de los pueblos y el desarrollo civilizado de la propia humanidad. No obsta decir, que  la industria armamentista en Estados Unidos le deja importantes dividendos, de ahí su interés de abastecer armas a diversos países del mundo y promover la guerra le resulta altamente redituable.
Después de la desintegración de los países socialistas, el mundo pareció ser monocolor, con barras y estrellas, sin ningún punto de equilibrio que manifestara los necesarios pesos y contrapesos en las relaciones internacionales de poder. Estados Unidos ha marcado el ritmo mundial, sin embargo la integración de un nuevo bloque, parece causar estragos en el incuestionable monopolio gringo, Brasil, Rusia, India y China (BRIC), los dos primeros países con ciento cuarenta millones de habitantes y los dos últimos por encima de mil cien millones de personas y una extensión territorial vasta de 38.5 millones de km², lo que les proporciona dimensiones estratégicas continentales y una gigantesca cantidad de recursos naturales y lo más importante, las cifras que han presentado de crecimiento de su PIB y de participación en el comercio mundial han sido enormes en los últimos años, lo que los hace atractivos como destino de inversiones. El BIRC, representa para Estados Unidos una preocupación sobre la hegemonía mundial y no es casual que el petróleo de Libia resulta estratégico para estos países. Habrá que esperar el rumbo que tomen los acontecimientos, lo cierto es que, se están gestando las condiciones para un reagrupamiento de países y esperemos que la posibilidad de una tercera guerra mundial no esté en el horizonte.