NUESTRO PATRIMONIO ENFLACA Y HUELE A MUERTE

El ganado flaco y moribundo es el mejor indicativo de que ha empezado lo peor de la sequí­a. En este lugar que alguna vez fue el edén ganadero no hay agua, no hay pastizales, no hay alimento.  “Se está acabando nuestro único patrimonio. Los siguientes en caer seremos nosotros”.

Por: Irma Mejí­a /Fotos: Jesús Martí­nez / Grupo Informador

VALPARAíSO, ZAC.-  El ganado flaco y moribundo es el mejor indicativo de que ha empezado lo peor de la sequí­a: No hay agua, no hay pastizales, no hay alimento, nos estamos quedando sin nuestro único patrimonio: nuestro ganado, los siguientes en caer o irnos seremos nosotros, aseguran muchos de los habitantes de este municipio eminentemente ganadero.

El hedor, el vuelo bajo de buitres, la aparición de cadáveres de ganado sobre las carreteras y las interminables filas de vehí­culos de carga con cientos de vacas flacas que se malbaratan como única opción para subsistir o para no verlos morir de hambre y sed, es la clara muestra de los estragos de la sequí­a.

Este municipio concentra a cuatro mil 300 ganaderos y 50% de este padrón tiene buen nivel de productividad, sin embargo, la mayorí­a son pequeños ganaderos que están a punto de colapsarse, ya que al perder sus siembras de forrajes por la falta de lluvias, se quedaron sin dinero para la compra de alimento para su vacas y becerros.

El alcalde Jorge Torres Mercado menciona que recientemente los ganaderos le manifestaron su preocupación, quienes manifestaron que un ejemplar de 300 kilogramos se mantiene con 750 a mil pesos al mes, cantidad que en los últimos meses los costos van en un incremento desmedido por el encarecimientos de los insumos que se encarecerán en los meses consecutivos.

Valparaí­so tiene aproximadamente 105 mil cabezas de ganado, pero refiere que los delegados municipales y las autoridades de las comunidades le ha reportado la muerte de ocho mil cabezas de ganado y se han tenido que vender 40 mil ejemplares por falta de dinero para la compra de alimento y agua.

El alcalde ha recomendado a los productores que vendan sus animales, aunque acepta que es una decisión difí­cil por el precio del ganado vacuno que está a la baja, pero aclara que también será muy difí­cil que lo ganaderos y el ganado aguante para mayo o junio.

Por tanto, considera que la situación es crí­tica exclusivamente para este municipio, ya que ante este panorama significa que se descapitalicen los pequeños ganaderos y difí­cilmente puedan en próximas fechas recuperar sus hatos, debido a que si venden su ganado es porque no pueden con la subsistencia no sólo de su ganado, sino también de sus familias.

Por tanto, se corre el riesgo de que Valparaí­so genere más migración y deje de su vocación meramente ganadera, reconocida desde la época de la colonia que significó el asentamiento el asentamiento de 15 cascos de haciendas, entre ellas destacó la Hacienda de San Mateo que se dedicó durante muchas décadas a la crianza de ganado de lidia que proveo de ejemplares a las plazas más importantes de México y España.

Valparaí­so era considerado uno de los lugares que producí­a de manera natural las mejores variedades de pastizales, las cuales se han extinguido en 15 meses por la grave sequí­a e incendios forestales.

Malbaratan ganado

Esta situación de crisis por la sequí­a ha obligado a los ganaderos a deshacerse de su patrimonio y muchos han perdido aproximadamente 80% de sus hatos, uan parte se les muere y otra la han tenido que malbaratar en los tianguis dominicales, donde acuden compradores de otros municipios y de estados vecinos, pero han llegado a pagar hasta 5 y 11 pesos el kilo de ganado en pie por flaco, cuando los precios regionales ya se habí­an desplomado en últimas fechas de 15 a 18 pesos.

Desde las 7 de la mañana de cada domingo, a la entrada de la cabecera municipal de Valparaí­so comienzan las filas de vehí­culos de carga y camionetas con el ganado flaco que llevan a vender a los corrales habilitados, porque los ganaderos ya no tienen recursos para alimentarlos ni subsistir.

Juan Gabriel Piña y Francisco Javier Ramí­rez, procedentes de la comunidad de San Miguel, ubicada a media hora de la cabecera municipal, son algunos de los pequeños ganaderos que acudieron con sus “trokas” a vender casi 50% del poco ganado que les queda.

Pasa del medio dí­a y siguen en la fila con su ganado que comienza a tener hambre, igual que ellos, situación que de pronto los motiva a vender a los compradores foráneos, significarí­a no hace filas, pero malbaratarí­an sus reses y optan por aguantarse el “rugir de las tripas” para llevar un poco más de dinero a su casa.

Agregan: “La situación está bien crí­tica. Los establos huelen a muerte. Si nuestro ganado se muere, nosotros vamos con la misma suerte o la otra es irnos, pero ya ni sabemos pa’ donde, si lo único que sabemos es cuidar ganado. Nos estamos quedando sin nada, lo poco que tení­amos lo perdimos en la inversión de nuestras cosechas de maí­z forrajero y todo se siniestró”.

Lamentan que en las noticias los gobernantes mencionan una danza de millones para la ganaderí­a, pero afirman que a ellos nos les ha tocado nada. “Esos beneficios seguro se los dan a los ganaderos que tiene dinero, a los jodidos como nosotros no nos llega nada”.

Otros habitantes que se unen a la plática refieren que ellos tienen conocimiento que los beneficios gubernamentales, realmente son “una baba y una ofensa”.

Uno de ellos comenta que se ha escuchado que los apoyos oscilan en mil o mil 500 pesos y cuestiona: “Imagí­nese, si una persona viene a recibirlos desde alguna comunidad. Se gasta unos 500 en gasolina y en la comida otros pesos más. Dí­game con cuánto se queda ¿Con la mitad? Eso de nada sirve para vivir”.

Al externar este problema al alcalde en una entrevista, acepta que aunque existen programas federas y estatales su preocupación es que por la normatividad de éstos no se facilite la accesibilidad para todos los ganaderos,  “porque son varios  requisitos que en muchas  ocasiones los ganaderos no logran cumplir y por lo tanto muy pocos acceden a ellos”.

Mientras avanzan las “trokas en las filas, se ven a la expectativa algunos compradores que buscan al ganado más flaco para ofertar los más bajos precios.

Estos no quieren ser entrevistados. Sólo uno que otro refiere que los ganaderos del lugar quieren dar “muy caros” sus ejemplares, pero aclaran que “no pueden soportar precios altos”, porque ellos ahora se encargarán de engordar a ese ganado y eso significa “una fuerte inversión” en alimentos que se han encarecido “bien mucho”.

A lo lejos, sólo se ven las decenas de camionetas que descargar sus animales en las pesadoras y es cuando los pequeños ganaderos se desprenden de lo que fue su patrimonio, animales que mugen de hambre, sed y debilidad.

A la baja el padrón

Don José Pedro Bañuelos Robles, de 67 años de edad,  encargado de verificar la vigencia del padrón de fierros ganaderos en el municipio, comenta que en sus distintos cargos ganaderos el padrón sólo crecí­a, incluso, en las épocas suntuosas se llegaron a expedir hasta siete mil 115 tí­tulos o fierros.

En cambio ahora, relata que es “muy triste” ver como acuden muchos ganaderos, pero a dar de baja sus tí­tulos, “porque prácticamente han acabado con sus hatos en tan sólo algunos meses”.

Incluso, don Pedro menciona que antes él tení­a 80 cabezas de ganado y ahora sólo posee 20 becerros de razas puras Charolais y Simen, al venderlas porque se ha encarecido considerablemente las pasturas y al acabarse el agua de los bordos de abrevaderos, se tiene que comprar pipas de agua potable.

En toda su vida –comenta- jamás habí­a visto una sequí­a tan dura como ésta, pues aunque han tenido altibajos por otras sequí­as, considera que está acabando con el patrimonio familiar y de todo el municipio, el cuál se habí­a heredado de varias generaciones atrás.

Además de que también se ha recrudecido el abigeato, pues se ha escuchado mucho que de pronto dejan los corrales sin ningún ejemplar. Desconoce si sea parte de la desesperación que hay por tener o vender ganado para sacar dinero para subsistir o meramente sea los delincuentes que aprovechan para robar el ganado.

Por su parte, el alcalde Jorge Torres como autoridad reconoce que se avecinan “los tiempos más difí­ciles” por la sequí­a atí­pica y ha propuesto implementar empleos temporales para las personas que decidieron vender su ganado.

A los ganaderos que no los han vendido todo, se buscará apoyarlos con el acarreo de agua a las zonas más afectadas y tratará de gestionar recursos económicos, pero admite que el apoyo debe ser más allá del municipal, sobre todo por lo que representarí­a si este municipio es «y deberí­a seguir siendo” eminentemente ganadero.

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