Las lecciones de la elección interna del PRD

Matías Chiquito Díaz de León

Delegado del INE en el Estado de México

Los primero resultados de la instrumentación de la reforma electoral de 2014 son palpables después del desahogo de la primera etapa del proceso electivo del Partido de la Revolución Democrática, bajo la conducción del Instituto Nacional Electoral. Luego de los incidentes de las primeras horas de la jornada electiva del domingo 7 de septiembre, por la tarde noche, con ánimos serenos los representantes de las diferentes expresiones del Sol Azteca estuvieron atentos a la recepción de paquetes electorales y la sumatoria preliminar de los votos, haciendo cálculos de los efectos que dichos resultados tendrán en la conformación de los órganos partidistas. Los representantes de los Emblemas y Sublemas compartieron sus reflexiones sobre la experiencia que la contienda interna les deja.

Son experiencias compartidas con los funcionarios del INE y aunque pudieran darse algunas discrepancias, en general hay coincidencias de las buenas prácticas vistas en esta primera etapa del proceso electivo; igualmente, se vierten inferencias sobre aquellos aspectos que merecen atención y deben ser mejorados. Me referiré a unos y otros en las siguientes líneas.

En un primer apartado, de buenas prácticas, se coincide en que siendo el proceso electivo una primera experiencia y aun cuando el tiempo para la preparación de la jornada electoral fue corto, el partido político y la autoridad electoral atendieron las tareas programadas conforme al calendario derivado del convenio de colaboración firmado el 7 de julio. Fueron 62 días destinados a la preparación de la elección. Durante este periodo, el PRD depuró y actualizó su lista nominal de 4 millones 438 mil 897 militantes con derecho a voto; el INE ubicó los domicilios para la instalación de 8,269 mesas receptoras de votación; las diferentes expresiones internas del PRD registraron sus planillas con 89 mil 330 candidatos para Consejeros Nacionales, Estatales y Municipales y al Congreso Nacional; el INE seleccionó y capacitó a más de 85 mil militantes como funcionarios de las casillas; previo a la elección se acreditaron a representantes ante las mesas receptoras del voto (80 mil). Actividades, todas, realizadas sin contratiempo alguno.

Son buenas prácticas virtud a que tanto el PRD como el INE cumplieron las disposiciones del convenio de colaboración en los tiempos regulados y conforme a las modalidades que fueron estipuladas de común acuerdo. El órgano electoral fijó las reglas del juego y el partido político interesado las cumplió a satisfacción. La disposición de las partes hacia el logro de los objetivos pactados, permitió que el domingo 7 de septiembre se instalaran las mesas de votación casi en su totalidad, solamente 8 mesas, de 8,269 aprobadas, no pudieron instalarse. Se registró una votación sin precedente para el PRD que promedió el 42 por ciento de los

militantes y los incidentes registrados no lograron hacer sombra al resultado general de la contienda.

Como segundo apartado, refiriéndome a los asuntos que merecen atención y que tendrán que ser mejorados en futuras elecciones internas de partidos políticos, se destacan los siguientes:

a) Calendario electoral. Resulta indispensable ampliar los plazos para el desahogo de las etapas del proceso, permitiendo al órgano electoral mayor dedicación en el desarrollo de las actividades y dando oportunidad al partido político interesado de estar presente durante todas las etapas, desde el inicio de sus actividades.

b) Equidad en la contienda. Resulta que los grupos internos que controlan la dirección del partido político llevan sus propios candidatos, dejando en franca desventaja a las minorías que militan en sus filas y que igualmente participan con candidatos en la elección. La autoridad electoral debe regular la actuación de las dirigencias, evitando que la estructura y recursos propios del partido se apliquen en beneficio de un grupo específico.

c) Determinación de la ubicación de las mesas receptoras de la votación. El INE debe mantener la conducción del proceso y determinar de manera objetiva la mejor ubicación de las mesas, evitando que la geografía electoral genere beneficios indebidos a un grupo o grupos determinados dentro del propio partido. Es decir, no dejar al partido la potestad para proponer la ubicación de casillas, sino que sea el INE con su experiencia técnica y profesional quien haga esta tarea.

d) Orden en la elección. La autoridad electoral debe prohibir y sancionar acciones que enturbien los comicios, por ejemplo, el ofrecimiento de un bien o servicio a cambio del voto; la propaganda electoral partidista durante la elección, la coacción sobre los electores, entre otras. Podría valorarse la pertinencia o no del apoyo para el traslado de electores, dadas las amplias distancias que deben recorrer los afiliados para llegar a su casilla.

e) Plazos para revisión. Resulta fundamental dar garantías en torno al ejercicio de los derechos políticos electorales de los militantes, por ello, debe quedar un espacio prudente (prevaleciendo, además, la máxima publicidad) para que hagan valer sus inconformidades respecto a la integración del padrón de afiliados, las listas de elegibles, la ubicación de casillas, entre otros.

En conclusión, considerando que las actividades sustantivas del proceso electoral se desarrollaron con apego a la legalidad, el éxito total de las elecciones internas se lograría con la atención de los aspectos mencionados. Son enunciativos, solamente; seguramente habrá más lecciones que relatar. Aun falta el desahogo

de la etapa de resultados electorales, no obstante, es posible afirmar que el INE ha refrendado su capacidad para atender con eficacia las elecciones internas de los partidos políticos.

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