Morismas de Bracho: arte, cultura y religión

Bracho 3 copyZacatecas, Zac.- México es, para citar al maestro José Vasconcelos, una verdadera Raza Cósmica. Y lo es en todos sentidos, ya que se fusiona en nuestro pueblo una rica variedad de culturas y tradiciones, mismas que, aunadas a las nuestras, dan como resultado un floreciente ramillete de hermosas y significativas festividades.

Zacatecas no es la excepción, ya que desde siglos atrás ha estado bajo la mirada del mundo por infinidad de elementos, comenzando por la riqueza de sus minas y el típico cerro con forma de vejiga de cerdo, La Bufa.

Se mezclan en la entidad numerosos orígenes de raza y cultura, las cuales vienen a matizar el tono de piel en sus naturales y a colorear sus costumbres.

Es así que, en el año de 1836 nace una de las más arraigadas fiestas, una que involucra elementos históricos, culturales y, desde luego, religiosos. Se trata de las Morismas de Bracho, que escenifica la cruenta Batalla de Lepanto (1571), en la que participaran moros y cristianos, en nombre de Dios y disputándose vastos territorios europeos.

En aquella ocasión se enfrentaron la armada del Imperio otomano contra la de una coalición católica, llamada Liga Santa, formada por el Reino de España, los Estados Pontificios, la República de Venecia, la Orden de Malta y la República de Génova, además del Ducado de Saboya. El ejército católico, dirigido por Juan de Austria, resultó vencedor, y se salvaron únicamente treinta galeras otomanas. Se frenó, de esta manera, el expansionismo otomano en el Mediterráneo oriental durante algunas décadas y se provocó que los corsarios aliados de los otomanos abandonaran sus ataques y expansiones hacia el Mediterráneo occidental.

Por cierto, que en esta batalla participó Miguel de Cervantes, autor de la popular novela El Ingenioso Hidalgo, Don Quijote de la mancha. El autor resultó herido y perdió la movilidad de su mano izquierda, lo que le valió el sobrenombre de “El manco de Lepanto”.

La conmemoración, realizada en Zacatecas en honor a San Juan Bautista, y con la promoción de la cofradía instituida en la capilla de Bracho, se tiene a bien escenificar algunas incidencias de la gesta heroica, misma que tiene una finalidad similar a la que pretendieron en algún momento los evangelizadores españoles durante la conquista: la enseñanza de la fe católica, la que triunfa ante los desafíos y peligros del enemigo y del mal.

Al ser monitoreada por importantes cadenas noticiosas y productoras a nivel mundial, ha dado vuelta al mundo esta tradición, en la que toman parte alrededor de 13 mil 500 actores, algunos acompañados de sus hijos, caracterizados también como moros o cristianos, y que es observada en vivo por cerca de 75 mil espectadores en el cerro de San Martín.

Se trata de una manifestación de fe hacia la figura de San Juan Bautista, el profeta que presentó al Jesucristo a los hombres como el Cordero de Dios, que había sido esperado por generaciones y generaciones, para traer la salvación a la tierra. El mismo que fue sacrificado por Herodes Antipas, según narraciones bíblicas, por echarle en cara sus pecados y abusos.

Muchos feligreses realizan de diversas entidades de la república el viaje hasta la modesta capilla de Bracho, a donde llegan a cumplir sus mandas a San Juan Bautista y a establecer nuevos compromisos de fe, sellados por el redoble de tambores, estallidos de fusil y un fuerte olor a pólvora.

La tradición en Zacatecas está cumpliendo 193 años, y mueve a familias enteras a participar. Este 2017 se llevará a cabo del 31 de agosto al 3 de septiembre.

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