No más obras a medias ni mentiras completas…

Alejandro Tello

Semidesierto, Zac.- Siempre una gira de trabajo con el Gobernador Alejandro Tello es una aventura. Pasa de todo, desde hallazgos de la conciencia propia, hasta descomposturas carreteras, donde la solidaridad del equipo, todo, se aprecia, se vive y se agradece. Ahora le tocó al equipo de prensa que cubre la fuente del Ejecutivo. Pecata minuta.

Los poco más de 272 kilómetros que separan Zacatecas capital del semidesierto zacatecano fueron cubiertos escuchando canciones de todo, desde El Buki hasta Conjunto Primavera, pasando por algún matutino noticiario. Que a fin de cuentas son lo mismo. El destino, dos de los municipios alejados de todo y de todos, pero no por eso dejan de ser Diferentes. No por lejos estar, dejan de interesar a la clase gobernante de la entidad. Concepción del Oro y Mazapil, donde la gente vive al día, y por las noches sueña bien, con cosas mejores que, de a poco, van llegando luego de años de abandono.

En Concha del Oro, el Gobernador Alejandro Tello entregó apoyos en efectivo y en especie a gente que en verdad lo necesita, y no a los amigos del poder. Más allá de la danza de cifras que se plantearon y se plantaron ante el Jefe del Ejecutivo y parte de su primer círculo (campo, vivienda, desarrollo social y juventud), la gente esperaba con ansia la entrega de apoyo. Pequeños de nivel Primaria ponían una y otra vez los ojos en las rojas chamarras que en minutos los cubrirían del frío del sitio.

«¿Ése es Tello?», cuestiona la pequeña Azucena, quien cursa el Segundo año en la Primaria “Isidro Cardona”. «Es el Gobernador», responde una de sus compañeritas… «yo lo vi en la tele». Y la siguiente respuesta sacudió el corazón –estoy seguro- de al menos tres reporteros que presentes estaban. «¡Es que yo no tengo televisión…!» El viento nos pegó en el rostro y nos depositó de plano en el semidesierto zacatecano, en el Zacatecas real, el que muchos niegan y sólo se apersonan a entregar obras a medias y mentiras completas.

«¿Y quién fue Isidro Cardona?» Pregunto casi con un nudo en la garganta para desviar la atención y olvidar de pronto la situación. «No sabemos». Responden al unísono. Pero tercia un profe de esbelta figura y zapatos muy raspados: «Fue un general mexicano que luchó en la Revolución Mexicana, y fue parte de las tropas del General Matías Ramos; de hecho, fue su Jefe del Estado Mayor, allá por 1915». Volvimos a guardar silencio, sólo los párvulos le aplaudieron “al Profe”, y él infló el pecho, pero eso no quitó lo raspado de sus zapatos.

El Gobernador aseguró que nadie puede avanzar más rápido que los demás. «En Zacatecas todos contamos, todos somos parte fundamental del desarrollo, del compromiso y de las soluciones». El cielo amenazaba con dejar caer parte de su furia, sólo unas gotas de avanzada que no quitaron el sueño a nadie de los presentes, al contrario, todos, todos, ponían atención a las palabras “del Gober”, dejando muy de lado la carga de las Nimboestratos, que de a poco se iban formando en Cumulonimbos. Es más, ni los truenos opacaban el sonido de las palmas de los asistentes al evento.

«Yo namás salí a la tienda por una Coca Cola, y mire, ya estoy sentada en primera fila». Dice Doña Ifigenia (espero no se moleste la Diputada Isadora Santivañez), que a ojo de buen cubero tiene al menos 200 años de edad, pero ella jura tener al menos 500. «Ya estoy vieja, pero ando onde sea, y más si nos van a dar algún apoyo». De inmediato comentan eso a los encargados de la SEDATU, responsables de facilitar material para construcción. «No se preocupe Doña, ya mismo la incluimos en la lista de beneficiarios». Ella vive sola con su nieto, un chaval con síndrome de Dawn. Alguien de buen corazón le llevó su Coca Cola, hasta su barrera de primera fila.

Llega el momento de la entrega colectiva de rojas chamarras y rojas mochilas. Y como en todos lados hace aire, una mujer arengó a su pequeño a pedir “otra mochila pa’ tu hermanito”. Pero el pequeño se resistió y le dijo a su Amá que: «¡mi hermano apenas tiene dos años…!». «Pero va a crecer», insiste la señora. Alguien del equipo del Gobernador le apacigua sus ansias diciéndole que: «En cuanto su pequeño entre a la Escuela, yo personalmente le traigo su mochila».

Entregó una moderna y funcional Clínica de Salud, donde, a la voz de ya, los habitantes formaditos, más bien formaditas, ya que las damas son las que siempre se forman para estos menesteres, de acudir al “Dotor”, pa’ que cheque la salud de los suyos, aunque ellas anden todas abolladas.

Siguiente escala, Mazapil. Paradójicamente uno de los municipios más grandes en cuanto a extensión territorial (de los 58), y uno de los más pobres no sólo de Zacatecas, sino del país. Ahí mismito, durante su campaña de proselitismo, Alejandro Tello probó, aparte del tradicional cabrito a las brasas (que casi no come la gente del lugar), un puño de seca tierra. Una y otra vez se tallaba los ojos, y a punto estuvo del llanto. Eso nadie me lo contó, yo lo vi, yo lo viví. Yo comí del mismo polvo.

La mecánica del evento fue igual que en el municipio anterior. Entrega de apoyos y esperanzas. Todos los presentes ponían los ojos en alto, esperando, una de dos, o la lluvia o un milagro para que las palabras pasaran al terreno de la realidad. Fue lo primero, pues todos en esa condición no tendrían corazón, ni el Gobernador lo permitiría, de fallarle una vez a esa gente. La lluvia jamás llegó, sí los apoyos para vivienda, granjas de traspatio, máquinas de coser, y más rojas chamarras y rojas mochilas.

De regreso, una de las camionetas de prensa no pudo más. La otra, su hermana gemela, de inmediato frenó y todos fuimos uno. Y no sólo los periodistas, sino los demás del contingente, abordamos diferentes autos, y todos llegamos a buen puerto. Contentos, secos de lluvia, pero mojados de información y compromiso…

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