México, DF, (CIMAC).- Para Sofía, la maternidad es una experiencia gratificante aunque difícil, toda vez que el escaso tiempo libre que le deja su labor como trabajadora del hogar lo dedica al cuidado de sus cuatro hijas e hijos.
La mujer, originaria del Estado de México, se casó a los 22 años de edad y quedó embarazada un mes después. Su idea era tener a su primer hijo luego de cuatro o cinco años de vivir en pareja, âpero no me cuidéâ, recuerda.
Cuando su hija mayor tenía siete años de edad decidió embarazarse nuevamente: âlo deseaba y lo planeéâ. Fue un niño y le dio el nombre de Abraham. âYo ya estaba feliz con los dos, no pensaba tener más hijos pero el método que usaba fallóâ.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (Enadid) 2009, el 39 por ciento de las más de 30 millones de mexicanas en edad fértil (15 a 49 años de edad), considera que lo ideal es tener dos hijos.
Sin embargo, utilizando un método anticonceptivo hormonal, Sofía quedó embarazada de gemelos, una niña y un niño. âAl principio entré en shock porque no tenía las condiciones económicas para tenerlos, pero las cosas se fueron dandoâ, relata.
Debido a que sus necesidades se multiplicaron, antes de que sus bebés cumplieran un año de edad su esposo emigró a Estados Unidos, donde reside y labora actualmente.
Este hecho dificultó el cuidado de sus hijos. âDany (su hija mayor) estaba en la secundaria, Abraham en su primer año de primaria, y los niños apenas comenzaban a caminar. Fue muy duro hacerme cargo de todo, pero era necesarioâ, afirma.
Cuando sus bebés cumplieron un año, Sofía regresó a su empleo, donde además de realizar el trabajo del hogar cuida de una persona de la tercera edad. âLos gemelos se quedaron con mi cuñada y a veces al cuidado de mi hija (que entonces tenía 14 años de edad)â.
En el segundo trimestre de 2010, 43 por ciento de los más de 4 millones de mujeres de 14 años y más con al menos un hijo tenía un trabajo remunerado, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE).
De ese total, dos de cada siete mujeres ocupadas y con hijos son comerciantes, la cuarta parte son trabajadoras en servicios personales âcomo por ejemplo empleadas del hogarâ y una de cada seis realiza actividades industriales o artesanales.
De acuerdo con la ENOE, una de cada cinco mujeres ocupadas y con hijos trabaja más de 48 horas a la semana.
LA RUTINA
Durante los primeros años de vida de sus gemelos, Sofía entraba a trabajar las 9 de la mañana y salía a las 3 de la tarde. âConforme fueron creciendo empecé a trabajar más horasâ, cuenta. Actualmente su horario de salida es a las 6 de la tarde, pero sus labores no terminan cuando sale de su lugar de trabajo.
Su jornada comienza a las 5:30 horas: âDespierto a mi hijo para que se arregle y desayune en lo que pasa el transporte por él para llevarlo a la secundaria. Luego levanto a los chiquitos y los llevo a la primaria. Regresó a mi casa, desayuno y me voy al trabajoâ.
âMi hija recoge a los niños a las 4 de la tarde, porque asisten a una escuela de tiempo completo. Y después de las 6 llegó a revisar sus tareas, bañarlos, darles de cenar y acostarlosâ, agrega.
Luego de encargarse de su hija e hijos menores, âhago lo mío: recojo la ropa que dejaron tirada, la hecho a lavar u otros quehaceres. Después ceno y me acuesto a las 11 o 12 de la noche. Y al otro día la misma rutinaâ.
A veces âme duermo unos 10 minutos y me levantó rápido porque ya me atraséâ. Por la sobrecarga de trabajo Sofía asume que ser madre es una labor âdesgastante, pesada y muchas veces estresanteâ.
No obstante, aclara que ser madre âvale la penaâ, ya que es âuna experiencia muy bonita, hay sensaciones que no se pueden explicar, por ejemplo cuando se mueve en el vientre o cuando nacen y por primera vez los abrazasâ.
Ser madre le ha dejado múltiples satisfacciones: âMe siento feliz de ver que Dany estudia en la universidad y que está bien. Y que me digan que me aman⦠eso me da mucha alegríaâ.
Además, âcomo mamá lucho todos los días porque mis hijas e hijos estudien y se preparen, que sean personas de bienâ. Para ello, âme abstengo de algunas cosas, para poderles dar un buen ejemploâ, concluye.