El oficio del zapatero, un arte en extinción

Staff / MIRADOR

Zacatecas, Zac.-A lo largo del tiempo, los hombres han desarrollado diversas prendas para proteger una parte de su cuerpo tan sensible como los pies, hasta llegar al los diferentes tipos de calzado que se conoce actualmente.

Este proceso ha sido constante y son los zapateros, los artesanos que lo han hecho posible. Desafortunadamente, aquellos que fabrican zapatos manualmente están en extinción y poco a poco van desapareciendo también, quienes se dedican a la reparación.

Se llama zapatero a la persona cuyo oficio es la fabricación y reparación de calzado.

El oficio de zapatero al igual que otros muchos de carácter manual, hasta hace poco más de dos siglos era despreciado por las clases sociales que detentaban el poder o se mantenían próximos al mismo, pero era muy necesitado.

Hoy presentamos una entrevista con un zapatero zacatecano, Ricardo Javier Carrillo Barrios, quien forma parte de una familia cuya tradición ha sido la fabricación y reparación de calzado por más de cinco décadas.

En la actualidad, hay zapateros que representan la cuarta o quinta generación que se dedica a este oficio, quienes son portadores de una tradición familiar y cultural.

Ricardo Javier es muestra de ello; él tiene su negocio en el centro de la capital, Reparación de Calzado “El Socio”, en el que su padre, durante más de 50 años, se dedicó a reparar el calzado de muchos zacatecanos.

A pesar de los conocimientos y habilidades que siempre ha requerido la fabricación y reparación de calzado, este trabajo no ha tenido la consideración social ni la compensación económica que parece debería corresponderle, lo que no ha sido obstáculo para que el oficio se transmita de padres a hijos.

“Económicamente no nos va muy bien, pero el negocio nos deja para ir viviendo, es que ahorita ya está muy decaído el trabajo”, refirió Ricardo.

Sin embargo en no pocos casos, los zapateros se han negado a enseñar el oficio a sus descendientes, como nos recodó un viejo artesano que dijo a su hijo: «es suficiente que yo tenga que aguantar los sudores ajenos, tú no necesitas hacerlo».

Pero Ricardo Javier quiso seguir el oficio de su padre y lleva ya dedicándose a la reparación de calzado más de quince años.

“El que yo sea zapatero es herencia de mi papá, él nos enseñó a todos en la familia el oficio de la zapatería; él tenía 50 años trabajando el taller de reparación de calzado, pero ya falleció y ahora somos cuatro hermanos los que nos dedicamos a esto, uno de ellos tiene un taller en Guadalupe, dos estamos aquí y el otro también tiene su taller, pero más como hobby que como negocio”.

Habilidades que se adquieren. Oficios que se pierden

Con el avance de la modernidad y a pesar de que las habilidades se transmiten de padres a hijos, algunos oficios están cayendo en el olvido, unas veces porque la gente ya no requiere de ellos y otras porque cada vez son menos los interesados en aprenderlos y ese es también el caso de los zapateros.

Ricardo Javier considera que el trabajo de la fabricación y reparación de calzado es un arte, especialmente por lo complejo que es hacer el zapato y él se considera artesano porque asegura que “yo puedo y se hacer un zapato desde el principio hasta el fin”.

Él está contento con el oficio que aprendió de su padre. “Me gusta mi trabajo, me ha dado muchas satisfacciones, sobre todo porque vienen personas y se van contentos con el zapato, porque muchas veces lo traen muy acabado y cuando vienen me dicen “a poco este es mi zapato que le traje”, lo importante es que se vayan contentos, más que nada”.

Pero también hay sinsabores en la práctica de este oficio y nos cuenta una de sus anécdotas: “Un día viene una señora y me trajo sus botas para ponerle unas tapas y desafortunadamente le di un rasponcito al tacón, yo se lo pinté y traté de resanar y a la señora no le gustó y le tuve que pagar las botas, que porque estaban nuevas”.

Explicó que “muchas veces, cuando vienen por trabajos que dejan por mucho tiempo dos, tres o cuatro meses, los dueños regresan y ya no están y los vuelven a pedir, casi siempre quieren que se los pague nuevos, otras veces piden una compensación pero eso es lo malo, porque no podemos guardar para siempre aquí los zapatos”.

Señala que hay personas son conscientes de eso y otras no, “porque quieren sus zapatos o quieren que se los pague y muchas veces estos no estaban nuevos, pero pues eso es normal en este oficio”.

Ricardo Javier mencionó que pese a ello, con los recursos obtenidos gracias a este oficio, se mantienen tres familias “mas o menos bien”.

Entre las ocupaciones del zapatero figuran la fabricación de zapatos y botas así como de plantillas para introducir en el calzado. También marca y crea orificios en el cuero o piel que servirán, tras remacharlos con aros metálicos, para introducir los cordones de los zapatos.

También pone tapas y suelas a los zapatos sustituyendo las viejas o cosiendo las nuevas sobre las anteriores. Arregla y sustituye los tacones de zapatos y botas. Cose los cueros abiertos. Abrillanta y pule los zapatos aplicándoles cera y cepillándolos antes de entregarlos al cliente. Además de que desempeñan otras funciones relacionadas con el cuero, como la reparación de cinturones y la inserción de orificios o el cosido o pintura de otros objetos como bolsas.

A Ricardo le ha tocado reparar el calzado de un sinnúmero de ciudadanos zacatecanos, entre políticos, funcionarios públicos, amas de casa, maestros, estudiantes, en fin, de todos aquellos que necesitan una arregladita en sus zapatos.

Para ello, utiliza herramientas como martillo, tenazas, desarmador plano de cruz, cuchilla y clavos. Materiales como hule, vaqueta, cemento, tinta fuerte y la piel, que es para los parches o correas.

Pero su trabajo también resulta riesgoso, ya que utiliza líquidos tóxicos que son peligrosos no a corto plazo pero sí a largo plazo “más que nada por los solventes y el polvo que se inhala cuando se lija la vaqueta y el hule”.

El taller de reparación de calzado “El Socio” ofrece sus servicios de lunes a viernes de 10:30 de la mañana a 8:00 de la noche y los sábados, de 10:30 de la mañana a 7:00 de la tarde, por lo que el trabajo de Ricardo Javier es de aproximadamente 10 horas diarias.

Hoy en día las máquinas lo hacen todo y poco a poco han ido desapareciendo los maestros zapateros, grandes fábricas producen calzado para suministrar a todo el mundo. La maquinaria corta, cose, pica, clava y lo hace todo. El “zapatero remendón” también va desapareciendo, pero a pesar de ello, aún hay quien se haga arreglar sus zapatos hoy en día.

 

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