CON UN POLLO O UNA VACA, REPARAN EL DAí‘O A INDíGENAS AGREDIDAS

Total impunidad para agresores en las comunidades

Por Guadalupe Cruz Jaimes / Foto: MIRADOR

México, DF. (Cimacnoticias).- Las autoridades mexicanas no atienden ni previenen la violencia de pareja que sufren las mujeres en las comunidades indí­genas del paí­s, a pesar de que estas agresiones colocan en riesgo la integridad de miles de ellas cada dí­a.

Rosa Marí­a Zabal, coordinadora de la organización Kinal Antzetik-DF, indicó a Cimacnoticias que esta situación es preocupante porque cobra la vida y la salud de las indí­genas, quienes ignoran que tienen derecho a una vida libre de violencia.

Esta problemática no es un asunto que interese a las autoridades, acusó, ya que en los programas contra la violencia de género apenas mencionan a las jóvenes indí­genas y en los hechos no implementan acciones para atender a las ví­ctimas y prevenir esta situación.

Ni siquiera se ocupan de difundir información en su lengua para que conozcan sus Derechos Humanos, ni les garantizan el acceso a instituciones que protejan a quienes sufran este delito, apuntó Zabal.

La nula intervención de las autoridades permite que la violencia de pareja se considere “natural”. “En gran parte de las comunidades indí­genas la violencia ha sido naturalizada: las mujeres asumen que tienen que aguantar a su agresor, como lo hizo su madre”, ejemplificó.

La activista refirió que la violencia de pareja se debe sobre todo a la “rigidez de los roles de género”, los cuales obligan a las mujeres a obedecer de manera incondicional a los hombres. La situación se agrava por el “fuerte” alcoholismo en los hombres de estas comunidades, el cual incrementa la violencia en la pareja.

En el paí­s, más de 18 millones de mujeres mayores de 15 años de edad (46 por ciento de las mexicanas) han padecido violencia fí­sica o emocional por parte de su pareja, según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2011 (Endireh).

En las comunidades indí­genas este tipo de violencia se traduce también en que los hombres no permiten que las mujeres acudan a los servicios de salud o con una partera, aun cuando presenten una emergencia obstétrica. Por lo que las parteras consideran que la agresión de pareja es un factor de riesgo para la salud materna.

Ruth ílvarez, asesora de la Casa de Mujer en el municipio guerrerense de San Luis Acatlán, ha sido testigo de que la violencia de pareja es una constante en esta comunidad mixteca.

La integrante del área de Fortalecimiento de Procedimientos Organizativos para la Equidad de Kinal Antzetik-DF relató que el maltrato a estas mujeres comienza desde que ellas se unen, ya que “les exigen que sean ví­rgenes y si no lo son, las rechaza el hombre con el que se juntaron y son juzgadas por la comunidad”.

Estas agresiones quedan impunes, incluso cuando son fí­sicas. “Algunas sí­ denuncian al agresor, pero sólo encierran al hombre unos dí­as”. Y como una forma de “reparar” el daño que ellas sufrieron les dan un pollo o una vaca.

Lo anterior ocurre cuando el comisario atiende la denuncia de la ví­ctima, pero en la mayorí­a de los casos no es así­, ya que el agresor suele “sobornar” a quien se encarga de impartir justicia. “Les dan un cartón de cervezas y ya no le dan ningún castigo”, lamentó ílvarez.

En este panorama, las activistas coincidieron en que hace falta una polí­tica nacional que atienda la violencia de pareja en las comunidades indí­genas del paí­s, y que uno de sus ejes sea el trabajo a nivel comunitario para promover el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, así­ como su acceso a la justicia.

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