El DNA y Francis Crick vistos a través del científico mexicano Antonio Lazcano

El biólogo evolucionista Antonio Lazcano Araujo, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, compartió una serie de vivencias personales y de investigación científica con Francis Crick, uno de los dos descubridores de la estructura del DNA. (Foto: Elizabeth Ruiz Jaimes/AMC.)

El biólogo evolucionista Antonio Lazcano Araujo, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, compartió una serie de vivencias personales y de investigación científica con Francis Crick, uno de los dos descubridores de la estructura del DNA. (Foto: Elizabeth Ruiz Jaimes/AMC.)

Zacatecas, Zac.- El descubrimiento de la estructura de doble hélice de la molécula del ácido desoxirribonucleico (DNA, por sus siglas en inglés), que este año llega a su sexagésimo quinto aniversario, originó el nacimiento de la biología molecular, desde el estudio de las estructuras de las macromoléculas hasta la expresión de la información genética.

Fue un momento en que se conjuntaron personalidades, sucesos históricos, técnicas, conflictos, fenómenos de competencia. Y “la mayor consecuencia fue positiva, la molecularización de las ciencias biológicas abrió perspectivas nuevas y afectó negativamente otras”, sostuvo el científico Antonio Eusebio Lazcano Araujo Reyes.

El investigador mexicano especializado en biología evolutiva, quien charló en incontables  ocasiones con uno de los dos descubridores de la estructura molecular del DNA, el británico Francis Crick, gracias a otro amigo compatriota suyo, el químico Leslie Orgel, colecciona y comparte con naturalidad las anécdotas que involucran a los autores del artículo Molecular structure of nucleic acids, publicado el 25 de abril de 1953 en la revista Nature: el estadounidense James D. Watson y el propio Crick, galardonados con el Premio Nobel de Fisiología  o Medicina de 1962, junto con Maurice Wilkins.

“El modelo de la doble hélice es un trabajo elegante, bello, preciso, resumido en una página y que logró disparar el nacimiento de una nueva era en las ciencias de la vida y después en todas las ciencias contemporáneas, es un hito maravilloso. Creo que el descubrimiento de la doble hélice del DNA es equivalente a las publicaciones de Albert Einstein y sus teorías de la relatividad”, consideró Lazcano Araujo, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias y de El Colegio Nacional.

Pero la publicación de ese texto también produjo fuertes desequilibrios. Surgió una división entre los biólogos, clasificados por el ecólogo español Ramón Margaleff en “biólogos de bata” y “biólogos de bota”, y los que se quedaban con el prestigio, la fama y con la presencia eran los primeros, porque estaban “viendo los misterios de la vida”. Para Lazcano ha sido revelador, como anécdota, que en Inglaterra hubo bioquímicos y biólogos moleculares que llegaron a los golpes, una situación que no ocurrió en México.

En ese entonces y pese a que en nuestro país había pocos bioquímicos, estos ya estaban agrupados en la Sociedad Mexicana de Bioquímica, la cual fue fundada por personajes visionarios como Silvestre Frenk, Raúl Ondarza, Guillermo Soberón, José Laguna y varios más, ellos se dieron cuenta de manera natural del impacto que estaba teniendo la biología molecular y transitaron, describió Antonio Lazcano, “con una suavidad absolutamente envidiable de la bioquímica a la biología molecular, como parte de una visión de fenómenos subcelulares, y eso no pasó en todos lados”.

En aquellos años los biólogos oganísmicos, paleontólogos, naturalistas, ecólogos y anatomistas se vieron desplazados. En la actualidad, con el desarrollo de la genética, genómica y proteómica, se está recuperando la idea del organismo, que estudia a los seres vivos no como máquinas moleculares que dependen de la instrucción del DNA, sino que en ellos concurren fenómenos a muchos otros niveles que requieren analizarse y comprenderse para entender lo que son. 

En el tiempo en que se descubrió la estructura del DNA y se hizo público, la gente también empezó a decir que se podrían ubicar los genes de la envidia, los del altruismo, los de la homosexualidad o los de la promaternidad, pero luego se aclaró que no se podía llegar a esos escenarios tan simplistas.

“Recuerdo que la idea del genoma humano se sobrevendió; se decía que al descifrarlo se iban a resolver todas las enfermedades, evidentemente eso no pasó, pero sí podemos identificar una serie de genes que están asociados con algunos padecimientos”, apuntó el investigador.

Antonio Lazcano subrayó que un aspecto que siempre debe estar presente en las reflexiones que se hacen u opiniones que se formulan, y no solo para aquel momento del hallazgo de la estructura del DNA, es que la ciencia la hacen humanos, mujeres y hombres con personalidades, intereses, conflictos y visiones particulares.

Los recuerdos, las memorias, las anécdotas…

Watson tenía una mirada horizontal de la biología. Crick sabía ver desde una perspectiva a distancia. Uno de los grandes mitos es que ninguno era biólogo, pero no es así. Crick llevaba muchos años trabajando en temas de biofísica, de proteínas, conocía muy bien la biología de los fenómenos a nivel celular y subcelular, precisó Lazcano.

Cuando nació la primera hija de Crick, su esposa Odile pensaba que Francis era un buen padre porque por las noches él se levantaba para ver a la niña cuando lloraba. “Hasta que un día decidió seguirlo y descubrió que al ir a ver a la pequeña también llevaba un tubo de ensayo con el que recogía las lágrimas, quería recolectar cantidades suficientes de lisozima (enzima bactericida que impide infecciones y que está presente en numerosas sustancias segregadas por los seres vivos, como las lágrimas, la saliva o la leche)”.

Lazcano Araujo también recordó a John D. Bernal, considerado uno de los grandes científicos del siglo XX y al que le negaron el Premio Nobel por sus simpatías prosoviéticas, comunistas y militantes, fue el maestro de Crick y de la cristalógrafa inglesa Rosalind Franklin, y “de mucha gente absolutamente excepcional con una capacidad intelectual deslumbrante”.

Es precisamente sobre Franklin que el investigador mexicano aclaró otro mito, y fue el presunto desdén que infirió Crick a la científica, y “no es cierto, de hecho, cuando a ella la operaron de un cáncer muy agresivo, se fue a reposar a la casa de Odile y Francis Crick, porque eran muy amigos”, dijo.

Y agregó: “El momento del descubrimiento de la doble hélice fue esta conjunción de momentos históricos muy precisos, de financiación por parte de instituciones que estaban interesadas en los fenómenos a nivel molecular, de personalidades muy fuertes, de gente con visiones y formaciones distintas y que se dieron cuenta que tenían un tesoro en las manos y se lanzaron”.

El encuentro Lazcano-Crick

Antonio Lazcano comentó que Leslie Orgel y él hicieron una buena amistad mediada por Stanley Miller. Leslie y su esposa Alice eran buenos amigos de los Crick. Fue Leslie el que convenció a Crick de irse Estados Unidos, al Salk Institute for Biological Studies. “Con una enorme generosidad, cada vez que yo iba a La Jolla, en California, Orgel organizaba una cena o comida en el patio del restaurant Piatti, siempre me sentaba junto a Crick, lo que fue un privilegio excepcional”. 

Fue en una de las visitas a ese restaurante que el biólogo mexicano tuvo la suerte de conocer a Crick. “Él llegaba por lo regular vestido de trajes de terlenka horrorosos, zapatos, saco y pantalón en blanco, camisas de todos colores tipo hawaianas y no dejaba de hablar, lo cual era una maravilla porque nos bombardeaba con preguntas e ideas”.

En una ocasión Lazcano buscó no sentarse en el patio, porque el sol le daba de frente y quería evitar el reflejo que le molestaba y provocaba una especie de migraña, que luego descubrió que no era migraña sino un síndrome que ya desapareció. Fue en esos momentos que Crick aprovechó para contarle que mientras daba una conferencia en el laboratorio Cold Spring Harbor de súbito perdió la mitad del campo visual y pensó que le estaba dando una embolia. Fue al médico y le dijo –Tú siempre has padecido migrañas—. También le explicó que con la edad las arterias se van endureciendo y aunque se inflaman con la migraña, al endurecerse ya no empujan la masa encefálica y desaparecen muchos de los síntomas. “Entonces Crick con ese sentido inglés me dio mis palmaditas y me dijo –Entonces espérate unos años y desaparecerán las migrañas—”, narró.

“La mitad de las cosas que decía Crick estaban equivocadas, pero qué más da, la otra mitad eran correctas y eran un estímulo fascinante”, sostuvo Lazcano, quien contó que en otra ocasión, en un almuerzo no pidió postre y Crick le preguntó el porqué, y le respondió que los postres que había eran muy dulces y él era diabético, entonces Crick le preguntó si tenía problemas de cataratas, y Lazcano le contestó negativamente, y fue así que esa plática lo llevó al laboratorio junto con otros colegas.

“Él llevaba la voz cantante, comenzamos a hablar sobre una molécula que repara la oxidación de la metionina, un aminoácido que está en las proteínas, y dijo que dicho aminoácido se podía oxidar con dos conformaciones simétricas. Leslie Orgel, que estaba presente, abonó a la charla planteando la pregunta de cómo serían estas enzimas y dijo —¡Vamos a investigarlo! —”.

En México hicieron el análisis Antonio Lazcano y dos amigos colegas suyos Luis Delaye y Arturo Becerra y publicaron un artículo de investigación.  “Cuando le pregunté a Leslie si deberíamos de incluir a Crick, dijo que no porque a Francis no le gustaban esas cosas, y mi punto de vista era que él había inspirado la idea”. 

Después del DNA

Antonio Lazcano Araujo reflexionó en el hecho de que las personas “piensan que la doble hélice está ahí y no ocurre nada más. Pero Watson promovió el problema de las propiedades del RNA, una molécula que puede formar dobles hélices, como en algunos virus patógenos, pero en general es de una sola hebra con una estructura muy complicada, y eso le interesaba mucho”.

Y luego estaba la idea de que el ARN, de alguna manera, pero nadie entendía cómo, debería ser un intermediario entre DNA y la síntesis de proteínas. Crick propuso la presencia de una molécula que estuviera transfiriendo información entre el DNA y los aminoácidos y propuso precisamente la idea del ARN de transferencia, la presencia de ARN catalíticos, que constató 20 años después de manera independiente Tom Cech y Sidney Altman. 

La otra gran idea de Crick, expuso el biólogo evolucionista, y que a veces pasa desapercibida es el hecho de que las moléculas como el DNA, RNA y las proteínas son crónicas moleculares, archivos que tienen una historia guardada de los seres vivos de las que se tiene que aprender a interpretar.

En esa búsqueda de reconstruir la historia de los seres vivos, en 1956 Crick empezó a trabajar de manera independiente comparando las secuencias de aminoácidos en las proteínas. Hubo mucho trabajo de investigación después del descubrimiento de la doble hélice y a 65 años de distancia lo que hay que recordar es que: “por donde se quiera ver, para el momento histórico del descubrimiento del DNA había de manera implícita libertad intelectual, frescura, y maravillosa pasión”.

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