¡SON LOS MUNICIPIOS, ESTÚPIDO!GABRIEL CONTRERAS VELÁZQUEZ

Por definición, las elecciones intermedias sirven para conocer de primera mano el nivel de aceptación del gobierno en turno, en cualquier administración (ya sea estatal o federal). Igualmente, por su naturaleza, la elección intermedia define la integración legislativa más importante en los sexenios de gobernadores y presidentes. Son los últimos tres años para comenzar a forjar los resultados de un programa de gobierno, y dar paso al reacomodo de fuerzas políticas en busca de la sucesión o la alternancia.

Bajo esas premisas, la ambición de los grupos de poder por colarse en la recta final de un gobierno, exige mayores costos y consensos clave a la hora de generar las estrategias que los lleven a posicionarse hegemónicamente; o al menos como la contraparte que legitimará la siguiente administración.

El desafío no es menor que la madre de las elecciones a nivel local, cada seis años. Por las condiciones específicas en que se encuentra un gobierno, aquí el análisis prospectivo sirve de herramienta facilitadora para construir escenarios a favor o en contra de la continuidad, o el cambio de grupo o partido en el poder.

Para la elección local del próximo 7 de Julio, esta vez me remitiré a exponer elementos prospectivos esenciales que permitan visualizar las condiciones con que se enfrentará el grupo de poder alonsista, una vez que ha trazado algunas directrices hacia la sucesión. Son las mismas condiciones que enfrentarán, a su vez, los grupos políticos antagónicos que pretendan encabezar la próxima administración estatal.

El primer elemento, y de mayor preocupación –incluso por encima de los índices de violencia en el territorio- es la deuda que acarrean los municipios del Estado. En 2012, la Asociación de Alcaldes del Estado de Zacatecas mencionaba que según cifras de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público cerraríamos el año con una expansión de la deuda, alrededor de los 256 millones de pesos.

Porcentualmente, la SHCP encontró que la deuda total de municipios creció 43.9 por ciento del último trimestre de 2009, al tercer trimestre de 2012, al pasar de 85 millones 200 mil pesos a 122 millones 600 mil pesos. Esto debido al decrecimiento que tuvieron los municipios en las transferencias efectuadas desde la Federación por concepto de participaciones, y que tuvieron que suplir mediante compromisos crediticios.

Con ello dejamos fuera cualquier argumentación que explique que el recorte de participaciones se debió al escenario electoral federal del año pasado. En su momento podría haber incidido la hipótesis electoral, pero cuando las cifras reflejan un crecimiento del endeudamiento desde 2009, entonces el problema debe de buscarse en la economía y finanzas locales.

Trasladando estos obstáculos a la lógica de las elecciones intermedias, pintar de tricolor la mayoría de los municipios zacatecanos le permitiría al grupo alonsista gestionar –so pretexto de amistad con el presidente- que la deuda de buena parte de la administración municipal sea subsanada desde las arcas públicas, celosamente vigiladas por Luis Videgaray.

Apenas un intento por no dejar en condiciones desfavorables a quien pretenda instalarse en el gobierno, en 2016. Lamentablemente, en el fondo, la dinámica de la dependencia de las participaciones, y la contratación de deuda ante el panorama de los número rojos, no alcanza a replantear el horizonte económico de nuestra región.

El PRI zacatecano debió de elegir a cuadros probados en la gestión de recursos municipales, que no es otra cosa que la capacidad de consenso con los diputados federales de oposición –con quienes el gobierno se comunica con tajantes mutis-, para poder armar paquetes presupuestales pertinentes que mantengan a flote los huecos monetarios del Estado.

El grupo en el gobierno parece no desprenderse si quiera un poco de la política y el rumor interno. Sus esfuerzos han buscado dividir a la clase política (esa misma que necesita para poder gobernar), y con ellos lograr amasar en un gran partido (a su vez también dividido) a todas las expresiones cercanas de quienes administran la gestión del actual mandatario.

Lejos de ser un partido local sin identidad (como muchos otros alrededor del mundo), muestra uno de los síntomas realmente graves en esta forma de vida política auspiciada por el pragmatismo: la carencia de objetivos concretos que permitan redirigir la mancuerna política económica de la población zacatecana. Al final el pragmatismo –usado de manera inteligente- sólo es un medio para conseguir un fin.

Para completar el panorama complejo en que se encuentra el Estado, la estrategia de contención de la delincuencia organizada vive dislocada en los tres órdenes de gobierno. La falta de un poder institucional incuestionable ha permitido que los vacíos se sigan llenando desde las trincheras del crimen transnacional. Como ejemplo las declaraciones del Consejo Coordinador Empresarial, que ha puesto a Zacatecas como una de las rutas de traslado de mercancías más peligrosas en la actualidad.

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