¿Elección o asalto?

Por: Gabriel Contreras Velázquez

PRDZacatecas, Zac.-Pensar en una “operación cicatriz” al interior del Sol Azteca en Zacatecas donde las condiciones van más encaminadas hacia el abandono del barco por parte de quienes no comulgan con la dirigencia de Arturo Ortiz, y no rumbo a la consecución de un mismo objetivo, es pavimentar el terreno para que en el reparto de cargos de elección popular su misma dirigencia encuentre algo de legitimidad al posicionarse al interior del partido, y se abra la oportunidad para que José Narro consolide su crecimiento y arraigo en el Consejo Político Estatal.

Luego del frustrado intento de quienes apoyan las aspiraciones del diputado con licencia, Rafael Flores, para instalar el Consejo Electivo Estatal que determinará la lista de candidaturas que le corresponden al PRD en coalición con Acción Nacional -mismas que deben presentar a más tardar el próximo 27 de marzo- la militancia de Nueva Izquierda (NI) nuevamente mostró la profundidad de los agravios en el conflicto con los de Alternativa Democrática Nacional (ADN) para designar al candidato a gobernador.

Camerino Eleazar Márquez, Secretario de Organización del PRD, y representante de los intereses de la corriente ADN que encabeza Héctor Bautista, asegura que dentro del partido no hay fragmentación. Que lo que se vive es una lucha de dos visiones.

Probablemente se refería a que efectivamente no hay fragmentación, sino una lucha a muerte sin vísperas de reconciliación, y que esa contradicción entre dos visiones no es otra cosa que el reflejo de la lucha de poder entre los grupos tribales perredistas a nivel nacional, donde Agustín Basave, líder nacional del Sol Azteca, ha favorecido la candidatura de Pedro de León, apadrinada por Alternativa Democrática Nacional en lo local y por Rosario Robes en lo federal; mientras que en el caso de Puebla, sin alianza con Acción Nacional, en Nueva Izquierda (los “Chuchos”) permitieron una candidatura ad hoc a los intereses del gobernador Rafael Moreno Valle Rosas.

El dirigente local, Arturo Ortiz, no repara si quiera en una retórica moderada. Despotrica contra quienes no avalan su proyecto –y no lo han avalado desde su llegada- y a manera de vendetta ha rebasado cualquier condición genuina y razonable como facilitador de acuerdos para cobrarle a Rafael Flores sus previos intentos de destronarlo como “líder” estatal (antes, cuando los Chuchos tenían el juego a su favor).

En tal escenario, lo que se vive al interior del PRD en Zacatecas no es un proceso de designación del candidato a gobernador, sino una serie de conflictos alrededor de la búsqueda de una nueva hegemonía, donde Pedro de León, Arturo Ortiz, Camerino Márquez, Antonio Mejía y José Narro (con patrocinadores en común dentro de Gobierno del Estado) juegan a apoderarse definitivamente del partido y reconstruir su estructura.

Tal como dice Arturo Ortiz que supuestamente no es -según sus declaraciones- pero en estos momentos la elección en el PRD sí “compete a intereses a grupos particulares” y a “intereses personales”. Es ahí donde se está decantando el futuro del partido al menos para los dos siguientes Procesos Electorales, dependiendo también de la fortaleza y cristalización que tome la corriente ADN en el Sol Azteca de aquí a 2018.

Queda en manos del Tribunal Electoral local las condiciones en que se continuará esta serie de conflictos internos por la dirigencia de facto del partido, y no sólo de nombre, como hasta ahora ha vivido su líder.

No olvidemos que en la nueva composición del pleno del Tribunal, el Revolucionario Institucional en Zacatecas tuvo ventaja con impulso del primer priista del estado dentro de las negociaciones en el Senador de la República. La resolución –forma y contenido- sobre la legalidad de cualquiera de los dos candidatos, Rafael Flores o Pedro de León, podría aproximar un primer panorama de la influencia que pueda tener el gobernador a la hora de calificar la próxima elección.

Por ahora, lo que parece urgirle a Rafael Flores es el registro de algunas candidaturas en el PRD -en coalición con el PAN- muy probablemente al prevenir que el sentido de la determinación de los magistrados no pugne a su favor. De ahí el zafarrancho del pasado viernes, primero en las instalaciones del PRD y luego en la sede alterna en un hotel de la capital.

Resultado: la “operación cicatriz” no es más que una suerte de llamado a misa. Lo que menos desean en el grupo del dirigente estatal es cederle un milímetro de espacio a los contras. Saben que no es tiempo propicio para gestionar un cese a las hostilidades. Con un conflicto irreconciliable ellos ganan tiempo y terreno para terminar de apoderarse del PRD.

Insisto, ahí no están por decidir una candidatura. Ahí lo que está en juego es la composición futura del partido, donde Nueva Izquierda se enfila hacia una etapa de merma y cuarentena.

Por cierto, ¿y el PAN?

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