EL TINTERO (RE-CARGADO)

¿Quién dijo yo?

EDUARDO VALENCIA BARRERA*.

Y sigue la mata dando: la gente en la zozobra y la autoridad ausente, relajada y, lo que es peor, en la pura fiesta.

Tal parece que es la continuación del sexenio anterior: Que no se ha ido Amalia, su hija y su bola de compinches. Fueron seis años de frivolidad, desinterés, valemadrismo y, para desgracia de Zacatecas, se sigue en la misma tónica.

Como si no hubiesen sido suficientes los escándalos, el oropel, el desdén, como para que se siga en la misma ruta. Aunque hay que recordarles a las actuales «autoridades» que no fue la mejor de las rutas, sino la del fracaso vil.

No puede ser posible que, de cara al primer Informe de (des)gobierno, el atraso de la entidad sea cada vez más palpable, mientras que la clase (muy baja, por cierto) gobernante ande en otro mundo y se dé el lujo -claro, con el dinero de la gente- de andar hasta en excesos.

¡No puede ser posible! En una entidad tan pobre como lo es Zacatecas, donde hay pobres entre los pobres, es indignante que quienes dizque gobiernan sólo vean su realidad; su interés; su mezquindad.

En serio, ¿cree usted justo que se prefiera el despilfarro en una «fiesta» «importante»,  que dar satisfactores a la población? ¿Conocerá algún miembro del (des)gobierno lo que es la equidad y la justicia social?

Pues claro que no porque la que nos está «gobernando» es la derecha del PRI; creo que conozco panistas más sensibles que los yuppies que van de la mano de Miguelito… ¡que ya es decir!

A ver, con manzanitas: Erase una vez… no, no es cuento, así­ es que ¡a los hechos! Resulta que el lunes de la semana pasada, llamó poderosamente la atención a quienes abordarí­an el vuelo, sí­, vuelo, México-Zacatecas, que un ramillete de 30 beldades -no como la de Niurka- de muñequitas de sololoy, dirí­a un clásico, se dispusiera a venir a la tierra de cantera y plata.

Bueno, dirí­a el Chente: ¿Qué de raro tiene? Aaah, lo que más poderosamente llamó la atención (y miren que más que poderosamente ta cañón) a varios que, luego de destilar baba, se animaron a preguntar, fue la respuesta de una de una de ellas:

«Gente importante de Zacatecas nos contrató para una fiesta». Whaaat? O sea ¿¿¿cómo??? ¿Qué gente «importante» de Zacatecas se puede dar esos pequeños lujos que creen que los valen? Cuando aquí­ sigue rifando aquello de que todos nos conocemos.

Luego entonces, no sé para usted, lector, lectora, dónde enmarque a esa «gente importante». En lo particular la veo en el (des)gobierno. Considerando que en la visión de esas chicas, importante es sinónimo de tener dinero. ¿Y quién puede dilapidar más dinero que no es suyo sino la gente del (des)gobierno? Bueno, bueno, hagan sus apuestas, pues.

Sí­, todo pagado, señoras y señores. ¿Pues de qué se trata? ¿No que los excesos eran cosa del pasado? Bueno, si alguien se puso amarillo e invitó, de su bolsa, a sus cuates del new gabinete, pos me callo, pero ¿a poco no fue a costa del erario?

¿Sabrá Miguelito cómo se las gastan sus funcionarios? O también él le entra a las «fiestas importantes». Les digo, si fuese parte de su vida privada, como sus fiestas, pues total, pero si intervino lana del erario es información pública. Ah, ni saque la cuenta de lo que puede costar una fiesta así­, no se traume.

Ya ven que así­ como hay información pública, la hay privada y, lo que es peor, también hay información oculta. Bueno, eso lo deben tener muy claro los genios en comunicación que pululan en el (des)gobierno estatal.

¿Se vale? ¡Les vale! Pobre México y Zacatecas, en lo particular, con esa runfla de gobernantes. Ya ven que acaban de balconear al nefasto de Quique Peña Nieto por comprar ropa en Bijan, una de las tiendas más caras del mundo.

Y, bueno, como el muchacho es cliente distinguido, de esos que gastan alrededor de 2 millones de dólares en trapitos, pues hasta su reloj conmemorativo tiene en uno de los aparadores de la tiendita.

Lo que es peor, como todos sabemos, Miguelito se cree Peña Nieto región 25, así­ es que de una vez que nos digan cuánto y dónde gasta Miguelito en ropa porque ha de saber usted que eso va con cargo al erario. Obvio, una partida que manejan discrecionalmente gracias a la complicidad y ligereza que siempre ha caracterizado a los diputados.

¡Qué poca madre! Nuestro pueblo sumido en la jodidez y quienes dizque gobiernan dándose lujos y excesos. Insisto, si fuera con su lana, además bien habida, pues allá ellos, pero se me hace panzón san Lucas.

Y no es necesario ir hasta El Salvador (sí­, señores funcionarios, en Zacatecas hay un municipio que así­ se llama) a constatar lo pobre que es la entidad, con darse una vuelta en la periferia se ve el atraso, la desatención, la frialdad gubernamental.

Por ello dicen que un dí­a Dios amaneció de buenas y se decidió a hacer un paí­s perfecto: dijo a san Pedro que tomara nota y comenzó: Ponle agua por todas partes; minas de oro y demás materiales preciosos; diferentes climas, vegetación diversa, donde se produzca de todo.

Además, instruyó: ponle una muy buena capa de petróleo. Señor, inquirió san Pedro: ni una plaga vas a mandar a ese maravilloso paí­s y, Dios, sonriente, dijo: ¡Sí­, ahí­ hay que poner a los priistas!

La verdad, no necesitamos mamarrachos bien vestidos ni bien planchados, necesitamos hombres de Estado; que las actitudes que ellos adopten ante las personas y las ideas nos sean familiares; que compartamos sus simpatí­as, su indignación y su odio.

Que sean revolucionarios de pies a cabeza; que no haya en ellos asomo de sectarismo; que nada humano les sea ajeno; que la conciencia revolucionaria que lleven en los nervios se alce siempre en ellos por encima de las contingencias del destino y de las obras de la mano del hombre.

Que la mezquindad les sea incompatible; que la vulgaridad huya hasta de la suela de sus zapatos; que todos sus juicios, sus simpatí­as, sus bromas, hasta las más corrientes, estén nimbadas por esa brisa de nobleza espiritual que sopla en las cumbres.

Que no se echen para atrás cuando haya que sepultar a un hombre bajo un juicio demoledor, pero que jamás murmuren; que sean despiadados cuando haya que serlo, pero jamás desleales; que sientan un sereno desprecio por todo lo que sea brillo aparente, por los tí­tulos y las jerarquí­as.

Y que su superioridad se revele en un signo: la independencia verdaderamente orgánica con que sepan sostenerse siempre y donde quiera. No more. ¿Quién dijo yo?

*Comunicólogo.

[email protected] [email protected] [email protected] En Facebook: Lalo Valencia.

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