PEPE ALAMEDA, UN POETA DEL MICRí“FONO

Texto Matador Jaime Solo.

La fiesta brava ha sido fuente de inspiración para las diferentes manifestaciones de las bellas artes, existen  pintores taurinos, escultores, compositores, poetas,  músicos, que han encontrado en el arte que expresan los toreros en sus faenas una fuente de inspiración para obras  maestras que quedan dentro de las páginas de la historia taurina.

Podemos admirar,  un cuadro  del pintor valenciano Carlos Ruano Llopis, uno del lagunero Pancho Flores, disfrutar el hermoso pasodoble «Silverio Pérez» del músico poeta mexicano Agustí­n Lara y admirar la escultura en bronce del par de pamplona de Rodolfo Gaona  y otra de un toro de San Mateo, que se encuentra en las inmediaciones de la «Monumental Zacatecas», obras del escultor yucateco Humberto Peraza, por mencionar solo algunas obras de arte.

Muchas veces nos deleitamos, escuchando una poesí­a  o una narración de una corrida de toros, en la voz del reconocido  poeta, literato, cronista y narrador, Pepe Alameda, que nos trasportaba al momento justo de la acción.

Es por esto que la empresa taurina «Zacatecas Tierra de Toros» , hace un homenaje por el centenario del nacimiento de este personaje tan importante dentro de la fiesta brava. El Lic. Manuel Fernando Sescosse, dio a conocer el programa de actividades culturales que se llevara a cabo en el  Pabellón de Arte Taurino que  estará ubicado en el coso zacatecano en el espacio  que comunica los tendidos numerados de sol y sombra antes de cada corrida a las 13.00 horas.

Pero,  ¿ quien fue  Pepe Alameda?. Esta es una pequeña biografí­a:

 Luí­s Carlos José Felipe Juan  de La Cruz  Fernández  y  López Valdemoro, mejor conocido como Pepe Alameda. Nació en Madrid  (nacionalizado mexicano) en los tiempos de Joselito y Belmonte, con el que alterno en una tienta en la dehesa salmantina de Clairac en el año de 1935.

Llegó  a México el 13 de febrero de 1940. En  una ocasión en la capital mexicana acompaño a su amigo Agustí­n Reina  al conocido programa “Boletí­n Radiofónico de las Américas” en la estación XEB, donde el locutor Jorge de Valdez lo presento por su nombre Carlos Fernández Valdemoro, como el dueño de la emisora Ricardo Hinojosa quedara gratamente sorprendido con  sus comentarios acerca de la corrida celebrada en el Toreo de La Condesa,  el 23 de noviembre de 1941, le ofreció un programa nocturno todos los domingos. Sin pensarlo “Pepe Alameda” acepto el reto, convirtiéndose de la noche a la mañana en Cronista Taurino.

De cara a su debut, pensó en distintos nombres de batalla como “Puntillero”  y “Metisaca” pero finalmente se decidió por “José Alameda”; José en memoria de

“Gallito” y Alameda, para enlazar simbólicamente La Alameda Central del Distrito Federal –donde emprendió un negocio- y la Alameda de Hércules de Sevilla, donde vivieron “Chicuelo” y otros grandes toreros.

Por más de 30 años el aficionado  escucho en la  XEW su voz  en forma de prosa, haciendo famosa su frase “El toreo no es graciosa huida sino  apasionada entrega”.

Como periodista escribió en  el “Excelsior”  posteriormente en el “Heraldo de México”. Como comentarista narrador de corridas de toros  perteneció siempre a la XEW y a Televisa, cubrió eventos taurinos en el extranjero y en plazas de la provincia mexicana.

Escribió varios libros sustentando poéticamente sus ideas sobre el toreo.

SU MUERTE.

José Alameda murió en la ciudad de México  el domingo 28 de enero de 1990. Esa tarde en la plaza México hubo un minuto de aplausos en su memoria, costumbre que  el mismo habí­a instituido años atrás en lugar del tradicional minuto de silencio justo después   que el rejoneador Carlos Arruza hijo, Jorge Gutiérrez ,Guillermo Capatillo y Hernán Hordanza habí­an  hecho el paseí­llo.

En Zacatecas se le recuerda por sus esporádicas pero amenas narraciones que realizaba   desde la  recién inaugurada plaza de toros Monumental Zacatecas

“Pepe Alameda” fue un taurino integral: toreó,  declamo, escribió, hablo y sobre todo pensó con cabeza clara y estatura intelectual, sobre un espectáculo que estimula la inteligencia y los sentidos.

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