“DESPUí‰S DEL CíNCER HAY UNA NUEVA VIDA”

Mujeres dan testimonios de su lucha contra el CaMa

Por Guadalupe Cruz Jaimes

México, DF.(CIMAC).- A sus 34 años de edad, Isaura Cuellar es sobreviviente de cáncer de mama (CaMa). En la lucha contra la enfermedad ha tenido que sortear diversos obstáculos, uno de ellos la normatividad mexicana, ya que limita la mamografí­a a las mayores de 40 años.

“Aunque tení­a la indicación médica, no me la querí­an realizar, tuve que ir de un lado a otro”, relató durante la reunión anual de la Unión Latinoamericana contra el Cáncer de Mama (Ulaccam), que se realizó ayer en esta capital.

El diagnóstico de cáncer llegó cuando la escultora tení­a apenas 30 años de edad: tení­a un tumor maligno en el seno derecho. Mes y medio después le realizaron dos cirugí­as e inició el tratamiento de quimioterapia.

Al dar testimonio de que el CaMa no es una “sentencia de muerte”, Cuellar narró que cuando recibió la noticia no tení­a seguro médico y su familia tuvo que costear el tratamiento en el sector privado.

El costo de la atención por la enfermedad en la etapa 1 es de más de 74 mil pesos, en la 2 sube a 102 mil pesos, en la 3 es de 154 mil, y en la 4 de 199 mil, según Enrique Bargalló, jefe del departamento de Tumores Mamarios del Instituto Nacional de Cancerologí­a (InCan).

Después de la cuarta y última quimioterapia, Isaura se mudó de Chiapas al Distrito Federal. En esta ciudad culminó su recuperación y acudió a sus revisiones cada tres meses al Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición.

“Todo iba bien, estaba creciendo profesional y personalmente, habí­a aprendido a estar sola y a cuidar de mí­, de mi cuerpo”, pero después de tres años le detectaron otro tumor maligno en el mismo seno.

Después de la revisión clí­nica le realizaron una biopsia y la operaron al poco tiempo. Esta vez perdió la mama, pero se sometió a una cirugí­a reconstructiva. El costo de la intervención fue cubierto por el Seguro Popular (SP).

La reconstrucción de Isaura, quien aún está en tratamiento, no sólo fue fí­sica sino emocional: “Ahora soy más guerrera”, señaló confiada en que ésta es la última batalla que librará contra el CaMa.

Verónica Medina, quien se autodefine como “orgullosamente sobreviviente de cáncer de mama”, también compartió su historia. A la originaria del DF le detectaron la enfermedad a los 36 años. “Mi pesadilla empezó cuando me sentí­ una bolita en el seno derecho, y fui a urgencias porque sabí­a que algo andaba mal”.

En el área de urgencias del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición, “sin voltearme a ver, la encargada me mandó a pedir una cita en consulta externa y me dijo que me la darí­an en seis meses”.

Medina insistió y un médico de guardia la revisó. Le ordenó un ultrasonido, luego una biopsia, y 10 dí­as después “el doctor me dijo que los resultados no eran buenos, que tení­a cáncer”.

Devastada, Verónica escuchó al médico, quien le explicó que la enfermedad estaba en una etapa temprana y que los gastos estaban cubiertos por el SP.

Ella es una de las mujeres que conforman el 25 por ciento de las pacientes de CaMa que ingresa al sector público en etapa 1; apenas 10 por ciento es detectada en etapa 0; el 30 por ciento es detectada en etapa 2; el 25 por ciento en etapa 3, y 10 por ciento en la última fase.

Acompañada por su padre, la mujer nunca perdió la fe. “Me operaron para retirar el tumor, pero conservé el seno”. Dos semanas después inició la quimioterapia, recibió cuatro sesiones, una cada 21 dí­as.

Los sí­ntomas del tratamiento fueron “fuertes”, relató. “Fuegos en la boca, náusea, diarrea, dolores en piernas y manos, se me cayeron las uñas y el cabello”. Lo más grave fue que le provocó la menopausia y su ilusión de ser madre “acabó de la noche a la mañana”.

Luego de la cuarta sesión, recibió radioterapia en el InCan, donde por falta de mantenimiento del equipo su tratamiento previsto para mes y medio se alargó a tres meses.

“Habí­a dí­as en que después de esperar horas, salí­an a decirme que no podí­an darme la radiación porque el equipo no funcionaba”.

Verónica “poco a poco” superó la enfermedad y sus implicaciones. Ahora acude a revisión cada tres meses y recibe hormonoterapia. Y asegura que “hoy después del cáncer hay una nueva vida”.

Foto: MIRADOR

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