Zacatecas, Zac.- En su visita a Zacatecas, el pintor José de Santiago acudió a las instalaciones del Instituto Zacatecano de Cultura (IZC) âRamón López Velarde para constatar y supervisar los últimos trabajos de restauración a que fue sometida la obra âEl sueño de los guantes negrosâ, pintada por él y su hermano Francisco (1926-2008) en los ochenta.
 âEl sueño de los guantes negrosâ se creó a partir de un proyecto a manera de dibujo con una explicación teórica de los elementos extraídos del poema homónimo del vate jerezano Ramón López Velarde, en el que el tema fundamental es un sueño que tiene lugar en la Ciudad de México, âuna madrugada de invierno en la que lloviznaban gotas de silencioâ.
El valle de México, específicamente el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, es la locación onírica de la obra en sus detalles más íntimos, ello rodeado de elementos típicos del altiplano mexicano como los magueyes, albergando colores de tonalidad ocre.
Esta obra da muestra, a partir de elementos simbólicos, de las riquezas de México como la plata, el oro y el petróleo, desprendidos del poema de López Velarde en el que también hay un reloj que simboliza la muerte del poeta jerezano, ocurrida a la 1:30 de la madrugada.
Del mismo modo en âEl sueño de los guantes negrosâ son recurrentes los motivos prehispánicos como la zona arqueológica de La Quemada, el rayo como uno de los elementos presentes dentro de la obra del poeta, ello estando claro desde su planificación entre los dos hermanos para llevar a cabo su creación.
La obra, que fue rescatada de la Casa Municipal de Cultura, y que en alguna ocasión unos de sus fragmentos fungió como tarima, durante el programa televisivo Siempre en Domingo, fue identificado por una sobrina de los pintores y se rescató, mencionando que el desafortunado hecho ya no tenía relevancia pues el presente de la obra, después de esta restauración, es un acontecimiento que le satisface en demasía.
En palabras de José de Santiago, una fracción del resultado de la restauración de la obra es atribuida al conocimiento de las técnicas empleadas como el material de preparación, refiriendo el trabajo que realizó la restauradora Rocío Chávez, que fue alumna de Francisco de Santiago.
Inicialmente la obra âEl sueño de los guantes negrosâ fue intervenida en su restauración por el pintor catalán Antonio Tapia que consiste en utilizar polímeros mezclados con material de carga como arenas y silicatos, creando una mezcla pastosa, muy similar a la que se emplea en la construcción de puentes de gran dimensión por su resistencia.
La sensación producida por la obra ya restaurada creó suma satisfacción al pintor y recordó que su hermano, Francisco, se dedicaba más a la técnica y esta obra tiene una factura extraordinaria. âEs un verdadero placer encontrar en buen estado la obra y que se haya conservado, pero también la técnica aplicada en su restauración que logró conservarlaâ.
Algunos detalles, como un acabado en la parte inferior de la obra, es lo que José de Santiago afirma que deberán ser contemplados a reestilizarse, ello con el fin de que la obra, en su alcance visual, tenga una impecable presencia en su exhibición.
El costo del mural, según José de Santiago, resulta quizás incalculable aunque estimó que de acuerdo a términos comerciales de una obra de un artista contemporáneo zacatecano cada metro cuadrado podría valuarse en 100 mil pesos, contemplando que la obra completa se cotizaría en alrededor de tres millones de pesos.
Así, 31 años de haberse realizado la primera versión de la obra de los hermanos De Santiago, José de Santiago alude a que el mural luce moderno y, considerándolo âuna maravillaâ, agradeció a los involucrados en su restauración como el IZC, Rocío Chávez, así como a los que contribuirán a que finalmente el mural tenga un espacio de exhibición como las escalinatas del Centro Cultural Ciudadela del Arte, sitio especial destinado para que los zacatecanos y visitantes presencien su exposición y sean testigos del arte que se ha producido en el estado.
Cabe mencionar que los artistas zacatecanos Francisco y José de Santiago, desde jóvenes, a manera de retrospectiva, comenzaron a llevar a cabo proyectos plásticos de manera adjunta, dando inicio con ello una alianza en la que si alguno de los dos tenía un compromiso administrativo o académico, entonces, uno pintaría de manera intensa por el otro.
Ambos pintores crearon además murales sobre tauromaquia con una técnica denominada âa la limónâ en el que se alternaban la creación de las piezas, a veces de manera simultánea. Así, varias de sus obras fueron adquiridas, algunas otras obsequiadas, una de ellas al escritor zacatecano Tomás Mojarro.