ZAMBRANO Y MADERO DE GIRA

Agenda Política

Gabriel Contreras Velázquez

La evidente relevancia de la visita de Jesús Zambrano (dirigente nacional y representante de la fracción “Nueva Izquierda” en el PRD) a Zacatecas, disipó la información de la misma agenda que tenía Gustavo Madero (presidente nacional del PAN, dentro de la fracción que lucha contra los calderonistas) en el estado vecino de Durango.

Ambos trazaron la misma directriz discursiva al pedir un trato justo –según Madero-, o “cancha pareja” – en palabras de Zambrano- en la contienda electoral del próximo 7 de Julio. En Durango ocurrió lo mismo que en Zacatecas, cuando la coalición que intentaba el PAN con el PT (partido de izquierda más fortalecido después de la campaña de AMLO en esa entidad, en 2012) fue “tumbada” por el Tribunal Electoral de aquel estado.

Al igual que en Zacatecas y Durango, en Veracruz, Coahuila, Aguascalientes, Quintana Roo y Tamaulipas, las coaliciones opositoras al PRI prendieron focos rojos al ser rechazadas por las autoridades electorales locales, con argumentos jurídicos de diversa índole (los cuales no se exponen en este espacio puesto que no es el tema a tratar).

La legitimidad de las dirigencias de Zambrano y Madero, de sí cuestionadas por haber entrado al Pacto por México con la inconformidad de una parte importante de la militancia de cada partido, penden de un hilo, paradójicamente ingeniado hace dos años por el ex presidente Felipe Calderón:  unir fuerzas políticas -que se caracterizan por la incongruencia de ideales y plataformas políticas-, en un frente que permita mayor acceso de sus cuadros a espacios públicos, casi monopolizados por el PRI finalmente en la campaña electoral federal del 2012.

En política el tiempo es uno de los elementos sustanciales a la hora de pensar en acciones, discursos y símbolos. ¿Quién pensaría que esa misma figura de coalición con la izquierda que Madero veía con desconfianza tiempo atrás (por ser idea de Calderón), califique el día de hoy como el salvavidas que lo ha mantenido a flote, dentro de un partido que se encuentra en franca lucha en dos grandes frentes?

Igualmente, la dirigencia de Zambrano Grijalva puede ser analizada en términos semejantes. Claro, con la agreste diferencia de que su partido, conformado por “tribus”, no ha encontrado una estructura firme donde pudiera concretarse como una fuerza política con una identidad y homogeneidad, que si bien sea flexible, no se divida como un rompecabezas del que dependen las coyunturas que favorecen a tal o cual pieza.

Al entrar al Pacto por México, tanto Zambrano como Madero sabían que se jugaban la preponderancia política, y el reconocimiento del gobierno de Peña Nieto, de tomar decisiones por el partido al que relativamente “representan”. Una estrategia que planearon de manera política en la Secretaría de Gobernación de Miguel Angel Osorio Chong, para dar sentido y dirección al gobierno de Peña Nieto, después de la vapuleada que había sufrido éste último en la opinión pública durante su campaña electoral. “Divide y vencerás”.

Si bien los medios nos enseñaron los puntos más débiles de Peña Nieto (empezando por su confianza extrema en Luis Videgaray, hoy Secretario de Hacienda) se olvidaron que el contexto en el que lanzaban sus mensajes era exclusivamente electoral. ¿Qué pasaría después de que Peña Nieto ganara la elección? ¿Los medios en verdad seguirían jugando en contra del despistado Peña Nieto de la Feria del Libro de Guadalajara? ¿Seguirían lucrando con sus errores o su vida íntima?

Fue ahí donde un presidente, que nadie había conocido antes del primero de Diciembre de 2012, hizo su entrada triunfal a Palacio de Gobierno (un símbolo que dejó muy en claro el rango de institucionalidad que representaría su sexenio), con un discurso que comenzó por desenredar los nudos donde el Estado se encontraba asfixiado por los “poderes fácticos”.

El discurso se reflejó inmediatamente después en un “Pacto” nacional, donde las diversas fuerzas políticas, sin necesidad de una nueva cláusula de gobernabilidad, entendieran que los consensos son necesarios si se quiere hacer gobierno, y por ende fortalecer al Estado frente a la variedad de amenazas que enfrenta.

En ese mismo documento también se suscribieron esfuerzos por llegar a modificar las reglas del juego electoral, con una nueva reforma política que suture las heridas de la crisis partidista. Una que, frente a esta coyuntura, indudablemente deberá revisar el tema de la relativa “independencia” de los órganos electorales locales.

De esta manera, el proceso electoral 2013 cambió el sentido de la agenda del Pacto, favoreciendo la dupla Madero – Zambrano (análoga a la de Espinoza – López de Lara en Zacatecas) que aprovechó el momentum para detener sendas transformaciones legales, y pedir a cambio posiciones políticas en las elecciones locales. El gobierno federal tendrá que negociar concienzudamente la nueva integración de los congresos locales, sin los cuales las reformas no pasarán… ¿presidente “amigo”?

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