Por: Redacción/periodicomirador.com
Hoy se celebra en México un aniversario más de la promulgación del 7 de Junio como el Día de la Libertad de Expresión, un año más de intentar ejercer el derecho básico y constitucional de decir lo que creemos y pensamos, derecho que en la actualidad muchas veces se ve impedido por los gobiernos autoritarios, por la delincuencia organizada o por nosotros mismos.
La lucha por la libertad de expresión nos corresponde a todos y respetar la libertad de los demás a decir cualquier cosa, por ofensiva que nos parezca, es respetar nuestra propia libertad de hacerlo; Â en la lucha por ejercer este derecho consagrado en la Carta Magna, los más afectados son los propios periodistas, muchos de los cuales han perdido la vida por expresar su pensamiento.
Hoy rendimos homenaje a quienes de una manera u otra, en prensa, radio, televisión, internet, redes sociales y todo medio de comunicación, han plasmado la historia de Zacatecas, quienes en voz de Ignacio Valenzuela Valenzuela, nos dejan su gran sabiduría y experiencia en esta magnífica pero muchas veces sacrificada labor del periodismo.
Reproducimos a continuación el discurso pronunciado por este consagrado periodista, durante un sencillo pero emotivo homenaje a los decanos del periodismo en Zacatecas.
DECANOS DEL PERIODISMO
Los veo y no lo creo. ¿Cómo? Si hace apenas 40 años éramos 15 0 20 periodistas y ahora, 500, 600 o más compartimos esta pasión en Zacatecas. Están aquí muchos siglos de prisión y más sexenios de presión. En cada rostro se reflejan hazañas, éxitos, triunfos, sacrificios; honestidad, penurias, confianza y credibilidad; dudas, confusiones, incluso dramas y tragedias. De todo hemos vivido.
Cada quien edificó sus proezas; son ustedes un colectivo de comunicadores más a la altura de los grandes divos nacionales. Y, creo que nos sentimos como si todavía no hubiésemos empezado. Estamos todavía impregnados de esa emoción que para nosotros significa el periodismo. Es así que se percibe un sentido ineludible de solidaridad y una conjunción de emociones que son el escape perfecto a nuestras convicciones, y que son como la fuente de la juventud que nos alegra y armoniza. Aquí no hay desencuentros ni diferencias generacionales y aceptamos una invitación que encabeza el compañero reportero Raúl Pinedo y solo tenemos qué manifestar gratitud por el compañerismo y generosidad.
Estimo que más que una junta de Decanos éste es un reencuentro de generaciones del periodismo zacatecano.
Imagínense ustedes, nos llaman los seguidores de Juan Ignacio María de Castorena, Ursúa y Goyeneche, Jesús González Ortega, José María Cos, Ramón López Velarde, Roberto Cabral del Hoyo, todos ellos egregios de la comunicación.
Ver a íscar Fernández, Carmela Velasco, Roberto de Jesús Luna, los Minos Javier y Benjamín Torres, Pepe Campos, El Charly Rodríguez, el Pajarito Martínez, Elviro Muro, Sergio Candelas, el gran maestro; José Guadalupe Soto Landeros, Jorge Ibarrarán, Armando Solís, Los Santillán, don Salvador de la Torre; y que no se sientan los no mencionados porque son de la nueva generación. Y recordar a Juan José Mata, Enrique Félix, Herón Domínguez, Salvador Llamas Borja, Francisco de Paula, Guillermina Pacheco, Nicolás Sánchez, Miguel López Saucedo, Edmundo Llamas, Jesús Jáquez, Eugenio Mercado, Carlos Zapata, Arturo Ordaz Leyva, Arturo Guerrero, Armando García Mendiola, Rómulo Arellano y tantos más que narraron historias de Zacatecas.
Tampoco creo que ésta sea una reunión de despedida, más bien lo entendemos como un acto de generosidad para alertarnos y reciprocar aires de vitalidad que buscan prolongar estancias, y claro, acrecentar más la competencia profesional y respetuosa entre generaciones de periodistas, que sumadas o enlazadas, van a lograr un ejercicio de libre expresión, que existe que se respeta, pero que es irreal.
Que nadie se llame sorprendido, no nos extrañe. Cada uno de nosotros y en cada medio, nos conocemos e identificamos. Bien sabemos de los límites, acotamientos y restricciones a las que os enfrentaos o que libremente nos imponemos, sea porque racionalmente aseguramos la protección a las familias o porque ejercemos esa autorregulación ética, respetable y respetuosa.
No se trata de darnos lecciones, cada quien aprende y extiende las suyas a través de un periodismo que es periodismo, o sea, cotidiano, que no es de medio tiempo ni de fin de semana. Necesariamente tenemos que aceptar que somos la generación periodística de las crisis, porque tal parece que estamos condenados a ejercer siempre un periodismo de emergencia. Ahora vivimos envueltos o en medio de la inseguridad. EL SIGNO DE NUESTROS TIEMPOS ES LA VIOLENCIA.
Por un lado, la violencia sangrienta y mortal del crimen organizado que nos amenaza y que ha provocado ya 40 mil muertos en el país. Y por otra parte, la violencia verbal y degradante entre los partidos y los políticos, que a diario victimizan a México porque lo hunden en la simulación democrática y la incultura política.
El lenguaje de la violencia criminal política es el que domina en nuestras planas, las ondas hertizianas, las imágenes televisivas o las pantallas de internet. Y frente al escenario de salvajismo, estamos obligados a encarar el tratamiento informativo que genera el poder fáctico y oculto de la criminalidad, y analizar una y otra vez los lazos entre los medios y sus comunicadores con el poder, a fin de encontrar el equilibrio de una comunicación y periodismo solo comprometidos con la defensa y protección de la sociedad y las familias, por la seguridad pública y la paz social.
Recuerdo que alguna vez el zacatecano Oscar Hinojosa nos dijo: el único partido que debe tomar un periodista es el de la información. Y ésta solo hay que fortalecerla y revalorarla con precisión, veracidad y justa dimensión. Es decir, ni atender las voces intimidatorias del crimen organizado, ni las presiones manipuladoras de los políticos, porque sería irresponsable aparecer en sus cuadros de complicidad e impunidad. Y en verdad, es tanta la violencia que se vive en el país, que ante los diputados federales, los secretarios de Estado se sienten como perros acorralados, dicho e ilustrado por Javier Lozano, el secretario del trabajo.
Frente a esta terrible realidad, la que usted quiera ver, entre los criminales y los políticos, si constituimos un amplio e intenso colectivo, cada uno en su campo y su medio, debemos dar la expresión a la sociedad, darle la voz a la gente, al ciudadano común, al maestro, al científico, al empresario, al líder social, y así concentrar, hacer el reencuentro de ese añejado proyecto de Todas las Voces, como la fórmula más eficaz y vinculatoria para alcanzar la nueva cultura de la información y la veracidad que el gobierno estatal y la sociedad visiona.
Más todavía, no podemos admitir que pronto las nuevas generaciones de comunicadores tengan que cuestionar nuestra labor como la triste historia del periodismo moderno de Zacatecas. Eso nunca. Hay que consolidar la comunicación como diálogo, orientación para formar opinión, informar para dar seguridad y certidumbre a la gente. Indudablemente, la comunicación de ayer y de hoy es vital para la convivencia, es baluarte de la paz, es información que genera y reproduce confianza social.
Creemos que ante desafíos cibernéticos del internet, el Facebook y el twitter, que parecen amenazar al periodismo que practicamos frente a los hechos y sus actores, debemos reconfigurarnos y actualizarnos como periodistas y comunicadores dotados de talento integrador y con capacidad para transformar la información en recurso para el desarrollo social, cultural y democrático del Estado.
Ese debe ser el sentido integrador de nuestro compromiso comunicacional con la sociedad.
E insistimos, si vamos a comunicar ahí, acá y aquí, cada quien en su trinchera, este periodismo en emergencia frente a la violencia, siempre lo ejerceremos en defensa de la sociedad. Así nos vemos, no sabemos hasta cuando, pero seguros estamos de que jamás cederemos, nunca vamos a declinar. Por ustedes, por nuestras familias, y por Zacatecas.
Y adiós!
Zacatecas, Zac., junio 2 de 2011
Nacho Valenzuela V.
[nggallery id=87]