Se lleva a cabo el primer taller de silvicultura comunitaria en el estado de Zacatecas

“Nuestro bosque y la comunidad deben dar para esto”, dice el instructor tocando los dibujos que cuelgan de la pizarra. “¿Qué es esto”, pregunta. “Privilegios”, musita una de las mujeres. El instructor se pone serio, dolido, y dice, mientras señala el dibujo que representa un pan a medio rebanar, una manzana, un trozo de carne, “No, éstos no son privilegios. Son derechos básicos que nos otorga nuestra Constitución. Es un derecho comer, no un privilegio”.

La charla es parte de un taller ofrecido por el Programa de Silvicultura Comunitaria de la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), el primero en su tipo realizado en la entidad de Zacatecas y que concluyó el lunes 3 de octubre a las 19:30 horas.

Este año entró dicho programa al estado y el de San José de la Isla es el primer grupo que se conforma, con gente de localidades como La Saladita, San José de la Presa, Las Tinajas y San Isidro, todas ellas de alta marginación.

Los participantes —hombres y mujeres de todas las edades— perciben como obstáculos la falta de organización, la escasez de trabajo y el que no puedan o no sepan explotar legalmente los recursos naturales de los que están rodeados, entre muchas otras cosas. En casi todos los problemas puede actuar la CONAFOR, por lo menos para mitigarlos, para ofrecer alternativas por medio del desarrollo forestal.

La mayorí­a de los participantes se dedica a la producción de carbón, con el que se obtiene sólo tres pesos por kilo, mientras el coyote es el que se enriquece. Su producto está tan mal pagado que, cuando el carbonero llega a venderlo, ya debe todo el dinero que obtiene, como en una tienda de raya, y si sobra algo se va en ese mismo rato en comprar la despensa. Por ello, el gobierno federal busca fortalecerlos, para que produzcan más y mejor, sin intermediarios.

Con este taller los comuneros refuerzan su identidad como mexicanos que buscan una vida digna, sin miedo a la autogestión y a cambiar sus condiciones. Para ello, la comunidad tuvo que rescatar su historia, conocer la flora y la fauna locales, que estarán conservando, protegiendo y restaurando o aprovechando de manera sustentable, con asesorí­as y apoyos.

En lugar de regalar, el Programa de Silvicultura Comunitaria busca aumentar el capital social, hacer que las comunidades prioricen sus problemas y así­ los recursos se aprovechen al máximo, que cada peso invertido genere riqueza para la gente de Genaro Codina. La idea es crear empleos dignos ahí­ mismo, en sus propias comunidades y sus bosques, para que no tengan que irse de jornaleros a otros lugares y se desintegre el tejido social.

Hasta hace poco la gente no era como en los últimos dí­as del taller. La discusión estaba en manos de una minorí­a, más acostumbrada a hablar en público. Los demás se quedaban callados y participaban poco o nada en las asambleas donde se decidí­a el rumbo de su comunidad. Los talleres de silvicultura comunitaria sirven para equilibrar fuerzas, para que todos aprendan a participar en en la toma de decisiones, sin dejar que otros opinen por ellos.

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