IMPOSIBLE HABLAR DE DEMOCRACIA SIN LA PARTICIPACIӓN IGUALITARIA DE LAS MUJERES EN EL PODER PíšBLICO

Zacatecas, Zac,.-Como parte del 14 aniversario del Instituto Electoral del Estado de Zacatecas, se llevó acabo la presentación del Libro de ensayos ganadores del Cuarto Concurso Estatal sobre la Democracia y de Equidad entre los Géneros.

La consejera presidenta Leticia Soto Acosta dio a conocer los textos sobre Democracia, una lí­nea editorial sobre estudios, ensayos e investigaciones. En esa misma tarea editorial, existen los Cuadernillos técnicos y la Memoria del proceso electoral en 2010; conjunto de publicaciones en pro de la cultura democrática del Estado de Zacatecas.

La consejera electoral, Sonia Delgado, comentó que en materia de paridad y equidad de géneros, se trata de una responsabilidad compartida del Estado con la sociedad, medios de comunicación, instituciones y organismos. Es importante que se refleje la paridad de género, en virtud de alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres.

En la legislación, gracias a los esfuerzos de sujetos individuales y colectivos, se ha logrado eliminar la discriminación entre hombres y mujeres. Leyes en que habrán de converger en una democracia en ví­a de construcción.

En el texto se reunieron los ensayos que plantean la necesidad de entender las diferencias entre el espacio público y el poder público. Estos ensayos han sido un esfuerzo de reflexión a favor de la verdadera igualdad ante la ley entre los hombres y mujeres.

Las mujeres han sido relegadas al espacio privado, y se ha agrietado la posibilidad de llevarlas al ejercicio del poder público. Con una cultura verdaderamente democrática y no excluyente, no sólo las leyes son importantes, sino un cambio de mentalidad entre los que participan de la vida pública.

Los excesos de autoridad entre hombre y mujer, la imposición y las ideologí­as que respaldan este dominio entre géneros -entre ellos la religión- habrán de ser puestos a reflexión, y así­ lograr generar un cambio en la cultura que no permite el desarrollo de las facultades y potencialidades de la mujer frente al hombre.

Desde la familia, es necesario transformar los roles y papeles designados a los géneros. En la vida privada, la práctica de la igualdad, es un factor elemental, y agente de cambio de la cultura de descrédito al poder de la mujer. “Este libro representa la intención del IEEZ, de fortalecer la cultura democrática en el Estado.”

Lourdes Gabriela Rodrí­guez Barajas, tercer lugar del certamen, explicó que la equidad entre los géneros en el presente aun enfrenta diversos retos, y un camino amplio por emprender. La diferencia entre la vida pública y privada, no ha de ser ajena. Ya que, desde la vida privada, los valores éticos y morales son transmitidos, y esta forma parte esencial de la cultura.

El espacio público ha propuesto el debate de la superioridad o inferioridad, y por cultura, a lo largo del tiempo, ese espacio fue delegado a quien se pensaba que era superior: el hombre. Hoy en dí­a, la superioridad no tiene un sustento real, al contrario, equitativamente, ambos géneros complementan las tareas cotidianas.

En la educación de la familia, con equidad, puede verse que ambos géneros tienen un impulso a sus capacidades. Si logramos sobre pasar la brecha de los roles establecidos, y entendemos que tanto en la vida privada, como en la vida pública, ambos géneros son parte de los logros que se realizan todos los dí­as, entonces habremos de avanzar con una cultura de poca discriminación y desencuentro.

Por parte del maestro Juan Carlos Trejo Nava, segundo lugar del certamen, profundizó en que todos coincidimos en que la Democracia debiera ser una pasión diaria, una vocación que se debe de vivir dí­a con dí­a, no sólo en las instituciones, sino en la vida privada y en familia, que es donde se siembran las semillas de una cultura que pretende cerrar la brecha de diferencias y permitir el florecimiento de una cultura verdadera de la paridad.

Las leyes no necesariamente permiten que una sociedad se desarrolle. Toda nueva ley implica un camino difí­cil de transitar, puesto que estas provienen de una cultura de poca observancia. Si la realidad cultural pudiera verse más ní­tidamente, se entenderí­a que los decretos no permiten por imposición la igualdad de géneros, sino por un cambio de conciencia, desde el ámbito educativo.

Si hay un cambio de cultura, pausadamente, entonces llegaremos a esa Democracia que todos anhelamos, ya que esta forma de gobierno no sólo se circunscribe al ámbito polí­tico, sino el ámbito social, el más importante de todos. Si hay democracia en la sociedad, entonces, en las diferentes esferas de la vida pública, los valores que se inculcan de la sociedad, estarán presentes.

Gracias al Instituto Electoral del Estado de Zacatecas, encontramos espacios de expresión, que hoy en dí­a son difí­ciles de encontrar. Espacios donde podemos opinar sobre la realidad que vivimos.

Y el primer lugar, la Dra. Marí­a Alicia Villaneda González dedicó su ponencia a diferenciar el espacio público, del poder público. El espacio público es la experiencia de la organización polí­tica, que han logrado los hombres. La conceptualización de ente polí­tico (y de ente ético), fue otorgada a las mujeres de forma reciente, hasta el siglo XIX, y en los paí­ses desarrollados, con las primeras monarquí­as parlamentarias, que después provocaron regí­menes democráticos.

Poder público. Es aquel poder que vela por el bien público, o el mayor bien social. Donde se abordan las necesidades de la colectividad social.

Nuestra cultura esta fundada en la cultura patriarcal, son su correspondiente ideologí­a. Una ideologí­a patriarcal en México, estableció una cultura sexista. De manera excluyente, los modos del deber ser en la sociedad, excluyentes.

La intención es romper los modos sexistas de pensar. La rigidez de la cultura sexista, lo que ha provocado es cerrar los estereotipos de la participación de las mujeres en el espacio público. En una sociedad conservadora como la zacatecana, la idea de que las mujeres no podrí­an participar viene dado como una cuestión cultural, donde las mujeres no podrí­an hacer uso de la vida pública, de la que el hombre era partí­cipe.

Gracias a las experiencias de género, la apertura de la conciencia social, el puente entre la vida privada y lo público, las mujeres han podido acceder a lo público, ya que siendo un ente ético, y portadora de valores, puede mirar por el bien público. En este sentido, la racionalidad y la capacidad de tomar decisiones, y asumir las consecuencias de las mismas, perviven de forma igual entre el hombre y la mujer.

Concluyó su exposición al señalar que es imposible hablar de democracia sin la participación igualitaria, consciente y proactiva de las mujeres en la cosa pública y en el poder público. “Sólo con la plena  incursión de las mujeres en el poder público podrí­amos hablar de una democracia de ciudadaní­a, la que es incluyente y verdadera. La oportunidad que tenemos las mujeres es rediseñar las estrategias y los objetivos en el ejercicio del poder público, es lo que se requiere para que la feminidad emerja de manera revalorada y en positivo y dejar atrás los estereotipos sexistas”.

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