SIN POLíTICA DE SEGURIDAD, AUN

Análisis Polí­tico

Por: Gabriel Contreras Velázquez

«En los asuntos de defensa y seguridad, Estados Unidos reconoce que a veces es difí­cil determinar si las amenazas trasnacionales que ponen en riesgo la paz y la estabilidad son asuntos de defensa o de mantenimiento del orden interno”. Fueron las palabras del Secretario de Defensa, Leon Panetta, durante la décima Conferencia de Ministros de Defensa, realizada en Uruguay a principios de Octubre del año en curso.

El mensaje marca la meta con la que la Unión Americana diseña las polí­ticas de seguridad, dirigidas a la contención y defensa en contra de las bandas transnacionales del crimen organizado en todo lo largo del continente americano. Dos son los ejemplos paradigmáticos con que el paí­s vecino piensa el problema del narcotráfico, y las actividades ilí­citas que desarrollan esos grupos delictivos: el caso Colombia y el caso México.

Ambos, con el denominador común de tender el tejido de seguridad desde las fuerzas armadas, y no las civiles, para desvirtuar el poder de acción y reacción que caracteriza a los “grupos antagónicos” (como los llamó el secretario general de Gobierno de Zacatecas, Francisco Escobedo) del narcotráfico y otras actividades ilí­citas, a nivel global.

La reunión de Uruguay es significativa dado a la confusión del número de muertes que manejarí­a Panetta en su discurso, al desplazar a 150mil las muertes generadas por la lucha frontal del ejército y los cuerpos de seguridad en México contra los cárteles de la droga. Un par de dí­as después el ex secretario de defensa mexicano, Guillermo Galván, corregirí­a la cifra, y repartirí­a el número de decesos de un paí­s a todo el continente.

Sin embargo, polí­ticamente la confusión mencionada ubicaba claramente la situación de “estado fallido” (parámetro norteamericano usado para señalar la violencia en México, y que inventó el Fondo Monetario Internacional para conocer el nivel de desarrollo de las instituciones democráticas en un paí­s, después de la Guerra Frí­a, especialmente en los regí­menes post dictatoriales de América Latina) con que el Estado mexicano daba respuesta a un problema que se vení­a gestando años atrás, cuando la población marginal era acaparada por actividades ilí­citas para la obtención de sustento económico y respaldo polí­tico.

El discurso de Panetta estaba dirigido a una nueva clase polí­tica, la cual, en aquellos dí­as, disponí­a de un ejército, pero de abogados, para defender el proceso de impugnación de las pasadas elecciones federales: el PRI de Peña Nieto. Los Estados Unidos se mantuvieron a la expectativa de los candidatos presidenciales durante las campañas polí­ticas. Seña de ello fue la visita de Joe Biden (vicepresidente en la Unión Americana) a nuestro paí­s donde recibirí­a en una de las salas de un hotel de la Ciudad de México, a cada uno de los presidenciables.

La falta de inclinación polí­tica en los medios de comunicación, a diferencia del marcado favoritismo americano en el periodo de los presidentes Vicente Fox y George Bush, nunca generó una indiferencia ante la crisis de instituciones con que los americanos calificaban la situación polí­tica y de seguridad en nuestro paí­s.

Por el contrario, el hecho de que los Estados Unidos no diera un posicionamiento a favor, sino, por mucho, en contra (recordemos aquella frase de Hillary Clinton desde 2011 donde sentencia que el regreso del PRI a los Pinos sólo sucederí­a “sobre su cadáver”), es por el cálculo electoral que hace unos meses ratificó a Barack Obama en el Capitolio por otros cuatro años.

Además de que el gobierno de Obama temí­a por el retorno del Revolucionario Institucional -especialmente por su fama de administrar la violencia y la colusión con los cárteles, en vez de enfrentarlos- apoyar a ese partido desde el paí­s vecino, un año antes de la elección, serí­a cargar de manera peligrosa la balanza electoral en México, y gestionar votos negativos para los demócratas americanos en sus presidenciales apenas posteriores a nuestros comicios. Especialmente en un contexto donde la prensa internacional poní­a los reflectores en nuestro paí­s, y presionaba mediante la venta de la percepción de que el triunfo del PRI serí­a un fenómeno retrograda.

“Podemos y vamos a ofrecer una mano amiga, pero en última instancia, las autoridades civiles deben ser capaces de sostener esta carga sobre sus hombros”. Señaló Panetta en su mismo discurso en la conferencia de Uruguay. Meses después se da el enfrentamiento entre elementos de Seguridad Pública Federal y un convoy conformado por un miembro de la marina armada de México, y dos agentes de inteligencia de Estados Unidos, en la región de Tres Marí­as, a la salida de la Ciudad de México.

La semana pasada Peña Nieto confirmó lo que vení­a exponiendo en su campaña electoral: el ejército permanecerá en las calles hasta que se defina una polí­tica de seguridad. Hasta entonces el tema sigue siendo fuente de tensiones con Estados Unidos.

[email protected]

*

*

Top