UNA ALIANZA OPOSITORA Dí‰BIL

Análisis Polí­tico

Por: Gabriel Contreras Velázquez

La alianza electoral de oposición que pretende realizarse entre el PRD y el PAN en Zacatecas en contra del PRI, independiente de que se perfile mediante cálculos matemáticos para ganar 45 ayuntamientos y 13 distritos electorales, como referí­a Gerardo Espinoza hace unos dí­as, por el momento, en el lado polí­tico, se encuentra lejos de madurar para obtener los resultados que pretende de la ciudadaní­a.

La visita de Peña Nieto al estado reflejó ní­tidamente las condiciones polí­ticas con que operará el partido en el gobierno. El mandatario Alonso Reyes se encargó de mediatizar eficientemente el pobre argumento (en materia de análisis polí­tico) acerca de la amistad del primer mandatario nacional con el pueblo zacatecano, y lo convirtió además en una serie de apoyos multimillonarios para el campo y la seguridad familiar.

Con ello, Alonso Reyes deberí­a haber logrado dos cosas fundamentales para definir la elección 2013: disciplina dentro de su partido y una fuerte ventaja sobre sus opositores. Fue el mismo Pedro de León, ahora delegado operativo de SEDESOL, quien dijera meses antes que el único enemigo real del PRI, es el PRI mismo. Y efectivamente, sin una oposición real a lo largo del territorio, lo único que podrí­a impedir al PRI de llegar cohesionado a la elección es una lucha interna entre sus facciones locales (históricos vs alonsistas).

¿Por qué la alianza opositora no representa amenaza al partido en el gobierno en estos momentos? En primer lugar porque son esos mismos partidos quienes, a nivel nacional, firmaron el Pacto por México, mostrándose a favor de una plataforma de gobierno que si era o no de su autorí­a (como buscaban arrebatarse Zambrano y Madero unos dí­as antes de la firma de dicho documento) al menos sí­ los comprometió a trabajar de la mano del mismo gobierno que hoy pretenden combatir, ahora en el ámbito local.

En un segundo momento, en los medios se ha hecho alarde de un recorte de la militancia panista del casi 50 por ciento de aquellos que hace algunos años pertenecieron a ese partido. Como se dijo apenas después de la victoria de Peña Nieto en las federales del 2012, del PAN se esperaba una fuerte ruptura que hoy tiene enfrentados a los grupos tradicionales de ese partido. El recorte de la militancia viene en parte como consecuencia de ese enfrentamiento, al extenderse entre los simpatizantes la idea de la traición de Felipe Calderón al regresarle el poder al PRI.

Sin embargo, el factor fundamental de una militancia panista en crisis, no obedece al enfrentamiento interno de grupos, sino a que el PAN, durante 12 años de gobierno, en vez de transformar los programas sociales del gobierno federal (heredados de la estrategia de Solidaridad, en tiempos de Salinas) se dedicaron a cambiar de color a todos los afiliados a los programas sociales de SEDESOL; el más emblemático: Oportunidades.

Hoy esos afiliados vuelven a estar en manos del PRI, con un renovado discurso que supera al de la cobertura social de los sexenios panistas, y adhiere la imagen fresca de un presidente que cumple compromisos y busca la cercaní­a con la gente. El mensaje fue muy claro con la visita de Peña Nieto a la comunidad de Atitanac.

Frente a la agilidad del nuevo presidente de la república, la oposición no tiene nada que otorgar, ya que tanto el PRD como el PAN se encuentran en una crisis de ruptura, misma que, dicen algunas voces de aquellos partidos, fue orquestada en la Secretarí­a de Gobernación, para que las elecciones de este año se encontraran empantanadas a favor del PRI. El poder del Estado vuelve a hacerse presente de la mano de un gabinete de gobierno cohesionado, después de 12 años de exilio.

El capital más importante, y el más difí­cil de romper en estos momentos por cualquier partido o gobierno local, es la imagen que ha logrado construir Peña Nieto del “nuevo gobierno”. Como señalan algunos especialistas en materia de comunicación, ha desaparecido de su discurso cualquier palabra relacionada con guerra, narcotráfico, muerte e inseguridad; aquellas que eran las preferidas de Calderón y lo llevaron a una rotunda negativa de ratificar a su partido por otros seis años al frente del paí­s.

Es así­ que el PRI de Peña Nieto, independientemente de que no logre los consensos suficientes en la cámara de senadores, y otras veces en la de diputados, para las reformas pensadas -mostrando así­ las condiciones reales de la lucha polí­tica de su sexenio- ha saltado las trancas, instalándose en lo que sabe hacer y hace bien: la mediatización del gobierno. Fue así­ como ganó la percepción ciudadana de su inminente triunfo en las elecciones presidenciales.

Hoy en Zacatecas Peña Nieto tiene la mano (el brazo y la pierna) metida en la definición de candidaturas. í‰l será el fiel de la balanza en el proceso electoral 2013.

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