MIGRACIӓN MASCULINA DEJA A MUJERES AL FRENTE DE COMUNIDADES

Concepción es comisaria en pueblo indí­gena de Guerrero

Por Isabel Ortega Morales, corresponsal

Zompeltepec, Guerrero, 26 sep 12 (CIMAC).- A Concepción Dí­az Santos le dicen “la comisaria”; en realidad lo es, fue propuesta y electa en asamblea como suplente de Bernardino Modesto, y lleva en el cargo nueve meses.

“Fui votada”, dice, “porque no está mi marido”, quien se fue a trabajar a Estados Unidos desde hace seis años.

Concepción, originaria de esta comunidad náhuatl del municipio de Chilapa de ílvarez, fue electa comisaria en lugar de su esposo, Ascención de la Cruz Barrera, a quien le tocaba servir a la comunidad, pero como al momento de la elección él no estaba, la población votó porque ella ocupara el cargo.

La comisaria camina con su traje multicolor y su rebozo negro cruzado como cananas. Su voz es dura, su rostro curtido por el clima frí­o se mantiene inexpresivo cuando cuenta que su marido migró a EU hace seis años “que se cumplen el 11 de octubre”.

Ella está al frente de su familia compuesta por cuatro hijos, la mayor es Dominga de la Cruz Dí­az, quien ya tiene a su vez dos hijos.

Su marido, Ascención de la Cruz Barrera, se fue “pa’l norte porque no habí­a trabajo”. Concepción dice que está en EU, pero no tiene claro el lugar porque a ella solo “le habla (por teléfono) cada 15 dí­as o cada mes”.

Las llamadas son así­ de espaciadas porque debe acudir a la caseta de teléfono del pueblo y no le da tiempo, pues ella tiene que estar trabajando en la Comisarí­a, además de los quehaceres del hogar y se le complica ir a contestar el teléfono cada ocho dí­as.

Ella y sus hijos no se fueron a EU porque “está muy lejos” y “allá está difí­cil”. Desde el momento en que Ascención le dijo que se irí­a “no repliqué”, y se quedó al frente de su hija y sus tres hijos a los que no dejó ir porque no le gusta que estén lejos de su pueblo.

Su hija e hijos viven en la comunidad. Tejen la palma dulce y elaboran sobre todo petates “de los grandes”, de 1.15 metros de ancho por 1.60 de largo. Se tardan dos dí­as para hacerlos y los venden a 50 pesos cada uno en Chilapa, la cabecera Municipal.

Concepción relata que en este momento ella no está dedicada en tiempo completo para hacer petates porque debe estar todo el dí­a atendiendo a sus paisanos “como autoridad”, para eso –repite- la votaron.

En esa función apenas percibe 200 pesos, a veces al mes, a veces cada 15 dí­as, y se ayuda para la casa con lo que le manda su marido: unos 2 mil pesos cada 15 dí­as o cada mes “según le vaya”.

En Zompeltepec, el DIF Guerrero colocó un costurero gratuito de seis máquinas de coser para que las mujeres elaboren sus trajes tí­picos.

Las mujeres se turnan para utilizar las máquinas de coser por tres horas cada una. Elaboran sus trajes tí­picos de listones multicolores, les lleva tres dí­as confeccionar una blusa y dos dí­as una falda, mismos que salen a vender en mil 500 pesos cada uno.

La comisaria explica que ella por ahora no utiliza esas máquinas de coser, pero sí­ su hija Dominga, quien acude a dicho centro por las tardes.

Dominga y otras mujeres de este pueblo cosen diversas piezas, la idea ahora es diversificar los productos, además de ropa tí­pica, hacen cojines, bolsas para cosméticos con las mismas aplicaciones que la ropa tí­pica.

Las máquinas de coser, de alguna manera contribuyen a la economí­a de las mujeres que se quedan en las comunidades porque sus maridos o padres de familia emigran al norte o a EU en busca de mejores condiciones laborales.

En la comunidad hay “otras mujeres” que siembran el hongo seta, apoyadas también por el DIF Guerrero. Son viudas o madres solteras que con ello “se ayudan para comer y  vender”, señala la comisaria.

Concepción habla náhuatl, conserva su vestimenta tí­pica, camina erguida por las calles limpias de Zompeltepec, y se adentra en la Comisarí­a donde estará tres meses más para regresar en enero a tejer palma y coser vestidos como las demás mujeres de esta comunidad.

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