Para muchos no habrá fiesta ni sonrisas… sólo lágrimas… en el Día del Padre

Por: Bernardo Camarillo / Fotos: Misael Camarillo

Bajo un sol abrazador, un cielo azul intenso y las melodías de un grupo de música norteña como aquella de Qué falta me hace mi padre, El señor de lasa canas, Mi viejo, Mi querido Padre, Amor eterno, muchos zacatecanos acudieron al cementerio a llevar ofrendas florales y regalos a su difuntos padres.

Y aún y cuando la vida tiene qué continuar, la ausencia de un padre es difícil, hay un vacío en el corazón que ya nada ni nadie podrá llenar.

Rezos, oraciones, recuerdos y llanto es lo que se pudo observar este Día del Padre en los panteones de Zacatecas, donde esposas, hijas, hijos, nietos y nietas llegaron hasta la tumba de uno de sus seres más queridos para llevarles flores, para estar cerca de sus fríos sepulcros y la desesperanza de que sus padres yacen en el cementerio.

Se escucha a una señora arrodillada decir “padre, cómo me haces falta, necesito tus consejos, tus abrazos, tu consuelo”.

En una de las tumbas se encuentra Claudia, una joven madre con tres hijos. Su esposo murió en enero de este mismo año y llevó a sus pequeños a festejar a ese ser que en vida fuera padre, hijo y esposo. Ella les relata algunas vivencias del joven Manuel.

El niño de más edad, con tan sólo 9 años, le pregunta a su madre que si su papá sabe que están ahí en su tumba. Ella le contesta que sí, que él desde el cielo los está mirando.

Los pequeños se echan a correr mientras Claudia comienza a asear la tumba y a acomodar un arreglo de flores que le llevó para recordarle que su amor por él no termina.

También estaba ahí la desconsolada madre de Manuel y su hermana, quien les da aliento a ambas. Se oye decirle la triste madre a su nuera: “hija ya no llores, recemos por él y por los que nos quedamos aquí”.

Este día, comenta Claudia, en su casa no habrá sonrisas ni fiesta ni comida especial, solamente lágrimas.

“Ahora mis hijos no entienden muy bien lo que pasa, ellos son niños, trato de hacerlos felices pero extrañan a su padre, sienten su ausencia”.

Se acerca la niña, ella es la segunda de sus tres hijos: “mami ¿puedo ponerle yo una flor?”, Ella le contesta: Claro mi niña. Mientras, saca de su bolsa unas cervezas, que destapa con sus dientes no importando el dolor que ello le ocasiona, le da una a su cuñada y otra a su suegra, las vacían sobre la tumba, en tanto, el padre de Manuel se aleja con lágrimas en los ojos y el corazón destrozado.

Se oye a María, la hermana de Manuel decir: Carnal, a ver sino te pones “pedo”, mientras va vaciando la cerveza sobre el sepulcro.

Claudia busca de nuevo en su bolsa y saca otra bebida, esta ves es un tequila cabrito, lo abre y lo comienza a regar sobre la tumba. “Amor este es el vino que más te gustaba” y luego de derramar el contenido sobre la tierra roja deja la botella tras la cruz de su esposo.

Cerca de ahí, los músicos tratan de llevar un poco de alegría a los tristes corazones de aquellos que se quedaron huérfanos de padre, buscan mitigar sus penas.

En las tumbas de los alrededores se escuchan oraciones y llanto por la ausencia de uno de los pilares más importantes de la familia, el padre, quien seguramente desde donde se encuentre, sabrá que aunque físicamente no esté presente, permanecerá en los corazones de todos quienes lo amaron tanto.

Hoy para muchos no habrá fiesta, no habrá sonrisas… sólo lagrimas… pero de cualquier manera, para todos ¡Feliz Día del Padre!

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